El actor sucrense presenta el monólogo Novecento (solo el mar), este viernes 10 y domingo 12 de febrero, en Meraki Teatro Bar (Ballivián # 159), desde las 20:00.

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9 de febrero de 2023, 22:49 PM
9 de febrero de 2023, 22:49 PM

En Novecento (solo el mar), un bebé abandonado es adoptado por un maquinista marinero que lo bautiza con el nombre de Novecento. Tras la muerte del maquinista surge el genio y se convierte en la leyenda del mejor pianista del mundo. Daniel Aguirre nos habla de este monólogo, que presenta el viernes y domingo en Meraki (Ballivián # 159). También se refiere a su retorno a Santa Cruz, echa una mirada a lo alcanzado en su carrera artística y evalúa la situación del arte posmandemia.

_¿Qué significa para Daniel Aguirre volver a los escenarios de Santa Cruz?

Volver a Santa Cruz es volver a abrazar y revisar, en muchos sentidos. Ver a la familia, amigos de la universidad y del arte, los inicios de mi etapa profesional (26 años ya) ver, sentir lugares, personas que me inspiraron; las que están, que son muchas, y las que no (Música de Cañerías, Drago Dogan, Rolo Urioste, por citar algunos) y cómo lo siguen haciendo.

El espacio de Meraki refleja la consecuencia y tenacidad de la que los artistas forjamos hilos, mucho más cuando las situaciones son adversas. Si un espacio une, de ahí somos (como me dijo alguien que entiende), cuando hay desatención y olvido, o sea, cuando no existe la voluntad de crear condiciones para los artistas, entonces nos sumamos al tejido que hace acordes, no al del momento. Y eso pienso que propone el equipo de Meraki.

_¿Cuál es el mayor desafío en términos artísticos de interpretar a Novecento?

La primera vez que estrené Novecento fue en 2017, con una banda de músicos, en la cúpula de una iglesia. Es una obra realizada a propósito para espacios no convencionales, para marcar el inicio del diálogo en espacios inutilizados. Novecento habla sobre un músico de jazz, está escrita por el Italiano Alessandro Baricco. Los textos que conozco de él son una maravilla. Y lo sigo bastante. Tiene una escuela de narrativa que rompe esquemas: la Scuola Holdem, en Italia.

El mayor desafío de interpretar esta obra no es más que el que tenemos los artistas para hacer de nuestro trabajo algo digno. El desafío es lograr que la gente invierta más en ver y en hacer arte que en ir de shopping. Y que los políticos e instituciones reconozcan que, con arte, los divorcios y separaciones luego de pandemia (por citar lo más llevadero) no hubieran sido tantos.

_Además de actuar, te has dedicado a dar diversos talleres, entre ellos de yoga. ¿Cómo surge la iniciativa de juntar el teatro con el yoga y qué conexión hay entre ambas disciplinas?

El yoga ha sido, desde mis inicios en el teatro, otra arista. Son 22 años que lo practico y 10 desde que aprendí a compartirlo. El yoga y el arte son movimiento, entonces, eso lo entendí rápido. Luego, cuando tuve unas hernias de disco, empecé a practicarlo más. En Ecuador tuve un maestro mexicano, muy reconocido, que enseñaba una técnica llamada sat nam rasayan, un antiguo arte de sanación a base de la meditación. Ese fue el detonante. Hoy en día, muchos artistas practican la meditación y las prácticas del yoga, que es una herramienta más para no perderte en el camino.  

_¿Cómo describís la experiencia y los años en los que formaste parte de Teatro de los Andes?

Fue un segundo proyecto de aprendizaje profesional. El primero fue en los años 90, en Santa Cruz, con el Teatro del Ogro, con el que trabajamos en comunidades indígenas del oriente boliviano. Teatro de los Andes, sin duda, fue una etapa en la que se consolidó mi oficio, fue una ardua labor de 10 años forjando y aprendiendo, estoy muy agradecido por ese tiempo.

_¿En qué nivel se encuentra la actividad artística en Bolivia?

Creo que está en su mejor momento, sobre todo el cine. La pandemia fue un espacio muy importante para la introspección, esencial para los hacedores, sin embargo, como a toda planta hay que regarla. Está muy desatendido por las autoridades y, por ende, dividido. Es importante pensar que el arte te cambia, te nutre, no es solo un pasatiempo o un evento de fin de semana. Se cultiva en casa día a día.