Robin Chaurasiya fue echada de las Fuerza Aéreas de EEUU por airear su tendencia sexual y ahora imparte clases a las hijas de prostitutas en una escuela en la India

El Deber logo
4 de marzo de 2016, 12:04 PM
4 de marzo de 2016, 12:04 PM

Empleada en la oficina de Barack Obama cuando no era más que un senador en Illinois y "echada" de las Fuerzas Aéreas estadounidenses por airear su homosexualidad, Robin Chaurasiya es hoy finalista de un prestigioso galardón por una labor muy diferente: ser maestra de hijas de prostitutas en la India.

Esta joven americana de origen indio critica que la mayor parte del reconocimiento a su carrera proviene de fuera de la India, donde el conservadurismo choca con su método de enseñanza "informal" y donde, según explicó a Efe, afronta innumerables trabas por centrarse en hijas de trabajadoras sexuales.

Su ONG Kranti, que significa "Revolución" en hindi, acoge en Bombay a 16 adolescentes hijas de trabajadoras sexuales y a dos víctimas de tráfico de personas, labor que le ha valido una nominación al Premio Profesor Global, remunerado con un millón de dólares.

Tras iniciarse en el mundo del voluntariado a una "edad temprana", Chaurasiya reconoce que se decantó por estas jóvenes en parte porque sostienen algunas de las "luchas" que ella misma sufrió en su niñez.
"Crecí en una casa con mucha violencia doméstica y mi mamá tenía esquizofrenia", apuntó.

La hoy cooperante pasó por la oficina del ahora presidente de Estados Unidos cuando era senador o por las Fuerzas Aéreas de su país natal antes de acabar en la residencia que hoy comparte con las 18 "revolucionarias" en la India.

Todas sus chicas acuden a la escuela Kranti cuatro horas cada mañana, para luego dispersarse por colegios "informales" con clases de yoga o pintura, centros de enseñanza "formal" y escuelas "abiertas" en las que preparan exámenes de forma independiente.

"El 99 % de la India todavía cree que uno debe ser ingeniero o doctor, que uno debe (sólo) estudiar para sus exámenes y que la educación formal lo es todo", criticó.

Tampoco sus alumnas son el prototipo tradicional de estudiante.
Provienen de Kamathipura, uno de los mayores "distritos rojos" de Asia, explicó la maestra, al indicar que muchas de las madres de las "revolucionarias" fueron objeto de tráfico humano cuando tenían entre 10 y 15 años.

Kranti sobrevive gracias a donantes privados y campañas de "crowdfunding" y apenas recibe financiación de empresas.
"A las compañías les encantan los niños pequeños, la educación, los huérfanos, pero a nadie le encantan los problemas del trabajo sexual", comenta.