La madrugada de ayer falleció el poeta y narrador vallegrandino. Figura destacada de una generación de poetas y narradores que, desde Santa Cruz, le dieron una visión distinta a la literatura boliviana. Fue maestro de muchos jóvenes poetas

31 de enero de 2022, 19:00 PM
31 de enero de 2022, 19:00 PM


Gustavo Cárdenas Ayad tenía una máxima que repetía al principio de sus talleres de poesía y que sus alumnos recuerdan con precisión y que, aseguran, los ha marcado a fuego; él decía: “Yo no sé si de este taller van a salir poetas, lo que sí sé es que de aquí vamos a salir mejores seres humanos”.

Para Cárdenas, que falleció, la madrugada de ayer luego de batallar contra una larga enfermedad, que se complicó al contagiarse de Covid-19, sus talleres más que para aleccionar, eran un proceso para compartir con otros temas de literatura, música, cine y arte en general. Sabía, como lo saben los grandes maestros, que lo ético siempre es más importante que lo estético.

Por eso, ayer cuando sus amigos, familiares y sus alumnos supieron de su muerte, no lamentaron la partida del destacado poeta de "Mariposas de Fuego" (2013) o del notable narrador de "Tiro de gracia" (1989), sino la partida de un ser humano generoso, capaz de compartir sus conocimientos, sus libros y hasta sus discos, además de un amigo con el que se podía compartir largas tertulias hasta el amanecer entre risas escuchando algún tango en la voz de Adriana Varela o alguna ranchera de Chavela Vargas.

 
Vida y trayectoria
Gustavo Cárdenas nació en Vallegrande el 1 de junio de 1961. Estudió en el colegio Marista de Santa Cruz de la Sierra y luego en la Universidad Nacional de Córdoba.

Sus primeros relatos, poemas y algunos artículos de opinión fueron publicados en la mítica revista Apuntes, entre 1985 y 1998. "Tiro de gracia" (1989) fue su primer libro de cuentos. También dirigió, junto al escritor chaqueño Juan Simoni, la revista Ventana al cuento, entre 1990 y 1992. Después de "Las hojas de la madera", le siguieron los poemarios “Volver al agua de los sueños” (2001), "Andamios" (2005), "Con Versos" (2011) y el último fue  el ya mencionado "Mariposas de fuego".

Acerca de su poesía Pedro Shimose dijo: “Mutatis mutandis, puede decirse que el poeta vive el mismo dilema: la tensión entre la visión poética y la palabra. Para Gustavo Cárdenas, la poesía desciende del cielo como la lluvia, en forma de garabatos. ‘Son descuidos de Dios’, dice el poeta”.

Mientras que Eduardo Mitre, en entrevista con El Deber en 2016, destacaba “ la sencilla y concisa poesía” de Cárdenas, como uno de los autores nacionales que había leído. 

El maestro y su legado
Al escritor vallegrandino también se le debe la formación de una nueva generación de nuevos poetas cruceños que fueron surgiendo de sus talleres de escritura y apreciación poética, entre ellos Poetangas, que luego de ser auspiciados por diversas instituciones culturales, derivaron en un taller permanente de poesía en su casa todos los sábados.

“ Sabía muchísimo. Tenía mucha experiencia de vida y lo que él quería con el taller de poesía era compartir todo aquello que él había vivido y conocido. Entonces creo que fue un gesto de una generosidad importante con todos los que tuvimos la oportunidad de participar de esos talleres”, cuenta el poeta Joaquín, Quincho, Terrazas y agrega que Cárdenas nunca fue complaciente. “Él nos decía tenemos que apalearnos con cariño, porque el camino de la poesía no es el de escribir y que nos halaguen, sino que es el camino de trabajar duro y aceptar la crítica”, comenta Terrazas.

La poeta Valeria Sandi fue otra de sus alumnas y el respeto y admiración que le tenía lo plasmó en un homenaje que organizó en el Festival de poesía Jauría de Palabras y la publicación de una antología de su poesía en la editorial chilena Underground. “Valoro toda su enseñanza. Él siempre confió en mí, no se guardaba nada, tenía una gran sensibilidad”, dice Sandi.

Por su parte, Camila Cárdenas Bowles, la única mujer de los cuatro hijos del poeta, comenta que “El legado más importante que me ha dejado es el amor por la lectura, la escritura, la música y el sentido del humor que mantuvo hasta el último día de su vida” .
Sus restos serán sepultados hoy, a las 10:00.

OPINIÓN

Primera evocación de Gustavo

Por Gabriel Chávez Casazola:

Recordaremos siempre a Gustavo Cárdenas Ayad por su calidad poética y humana. Creo, sin temor a equivocarme, que era el poeta más relevante de los contemporáneos nacidos en Santa Cruz y uno de los más destacados del país.

 Su poesía, enhebrada con versos breves y diáfanos, apuesta por lo esencial y logra siempre conmover, tocar al lector, dejándonos una imagen suspendida en el aire (o acaso aleteando dentro de nosotros mismos).

 Ahora que ha fallecido –después de una prolongada enfermedad que le restó calidad de vida y le impidió compartir pláticas, letras, café y vino con los amigos, como hacía antes con tanto deleite– nos corresponde leerlo, volver a abrir (o abrir por primera vez) las páginas de "Las hojas de la madera" (1998), "Volver al agua de los sueños" (2002), "Andamios" (2004), "Con versos" (2011) y "Mariposas de Fuego" (2013); cada uno de ellos un pequeño tesoro. 

Es bueno apuntar que Cárdenas, quien experimentaba –con una gran tensión vital– que la poesía era a la vez “el apetito / y la náusea”, también escribió los libros de narrativa “Tiro de gracia” (1989) y "Desapariencias" (2003), y estuvo entre los fundadores de la ya mítica revista literaria “Apuntes”.

 Algo por lo que será recordado especialmente es por su labor formativa; muchos jóvenes autores le deben el impulso y la orientación necesarios para escribir. Creó y dirigió los talleres “Ventana al Cuento” (1990- 1992); “Mirabilia”, de narrativa y cine, (2010-2011); y “Poetangas”, que inició junto a Juan Murillo en 2014 y perduró mientras su salud lo hizo posible. 

No puedo cerrar esta evocación sin pensar en las muchas noches de bohemia que, cuando tenía menos años, compartí con Gustavo a la vera de tangos cantados por Adriana Varela, canciones de los grandes trovadores del siglo XX y poemas dichos de memoria. Ahora viene a la mía uno suyo, para poder así comenzar a despedir a este amigo siempre firme en toda su fragilidad: “Un poema es / apenas / el silencio / de todos / los que / ya / se han ido”.