En este país, a pesar de la pobreza, esta actividad representa lo mismo que ir al casino. Los ganadores de las apuestas se llevan sumas escandalosamente grandes

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9 de marzo de 2017, 14:41 PM
9 de marzo de 2017, 14:41 PM

En Madagascar, las tradicionales peleas de gallos desatan pasiones y amasan grandes sumas de dinero, en un país donde la pobreza impera entre sus habitantes.

A las afueras de la capital, Antananarivo, el estadio cubierto de Ambohimangakely es a las peleas de gallos lo que el Madison Square Garden es al boxeo: un templo.

Exhausto por los violentos picotazos de su adversario, uno de los gladiadores vacila y abandona, con el ojo molido, entre los abucheos de la multitud. En este día de verano, los clamores en el recinto son ensordecedores.

Ganaderos de toda la isla han venido para participar con sus mejores ejemplares en este gran torneo, donde las apuestas alcanzan niveles récord.

Solo en este combate, se han apostado más de 12 millones de ariarys (3.400 euros), una auténtica fortuna en la gran isla donde el salario mensual medio apenas sobrepasa los 45 euros. En las gradas, cientos de espectadores se intercambian fajos de billetes.

"Cada equipo apuestan dinero por sus gallos antes del combate, después los espectadores también apuestan. Son grandes sumas, pero aquí es una pasión. A la gente le gusta esto, es como ir al casino", explica Rija, uno de los ganaderos de la competición.

TO GO WITH AFP STORY BY PIERRE DONADIEU
Foto: AFP

Una tradición heredada de Asia

Muy populares en Asia e igualmente preciadas en América del Sur, las peleas de gallos son una práctica que se remonta al periodo greco-romano, según especialistas del tema.

Aunque no son habituales en el resto de África, en Madagascar es una tradición ancestral heredada de la inmigración asiática hace más de 700 años. Estos combates, apreciados durante mucho tiempo por los soberanos de la isla, se convirtieron poco a poco en un deporte nacional. Las críticas en contra de esta práctica son casi inexistentes.

"Aquí es una tradición antes que una competición. Es incluso más popular que el fútbol", asegura Setra Rabarinandrianina, el organizador del torneo. Lejos del tumulto del estadio, en su ganadería de una treintena de ejemplares, Lovathina Ravoavy cuida de Pierrot.

Con un paño húmedo, "ducha" cuidadosamente al gallo, antes de darle pedazos de plátano recién cortados a Neymar, Legolas y Flash, otros tres de sus mejores gladiadores. "Preparamos a los gallos para la competición. Hay que alimentarles bien, cuidarles físicamente" y entrenarles, explica este joven de 25 años.

Pese a los resultados de su campeón, dignos de Mohamed Ali (35 victorias, 1 derrota), Lovathina no vive de las peleas de gallos: las ganancias, normalmente repartidas entre varios ganaderos, están lejos de bastar para cubrir vacunas, comida y tiempo para entrenar a los animales.

"Antes de un combate, te puedes gastar hasta 150 euros por gallo", suspira este estudiante de economía. Los precios de los mejores animales, de raza tailandesa, pueden ser abrumadores: un simple huevo puede valer hasta 60 euros, el equivalente a un mes y medio de salario medio. El de un gallo listo para pelear supera los 5.000 euros.