Un movimiento masivo. Los cosplayers de Santa Cruz tienen dónde divertirse

26 de septiembre de 2021, 16:20 PM
26 de septiembre de 2021, 16:20 PM

Los seguidores del animé, el manga y otras expresiones de la cultura popular japonesa en Santa Cruz ya son una legión enorme. Si hace unos 15 años apenas llegaban a 50 las personas que participaban de los eventos sobre estas temáticas, hoy llegan a varios centenares quienes se reúnen a celebrar estos encuentros, tal vez son miles.

Algunos los llaman 'otakus', pero la mayoría de los seguidores no comparte el término por la connotación peyorativa con la que surgió en Japón y que define a las personas con aficiones obsesivas. Sin embargo, para otros 'otaku' es sinónimo de fan.


Es a inicios del siglo XXI, gracias a los lazos que abría la red, que los niños y jóvenes de Santa Cruz poco a poco fueron conformando una comunidad donde se comparte aficiones por los videojuegos como League of Legends, los personajes de Naruto o Pokemón, y donde tienen que aprender a hacer sus propios disfraces si quieren ser cosplayers (personas que se disfrazan de algún personaje de estos universos) respetados.

Los cosplayers

Cris Matienzo


Cris Matienzo forma parte de la primera generación de cosplayers de Santa Cruz, cuando los disfraces no pasaban de ser retazos de tela. Ahora ella se esfuerza por poder lucir un buen traje en los eventos. Matienzo está en la movida desde 2008. “Por esa época yo buscaba trajes, pero no encontraba nada. Una tenía que improvisar”, recordó Matienzo, que utiliza el seudónimo Haru, por un personaje llamado Haruji Suzumiya. 

Ahora, Matienzo ha llegado a gastar hasta Bs 1.200 en un buen traje cosplay (que no incluye los accesorios). Licenciada en Administración de Empresas y Diseño Gráfico, Matienzo dice que más allá de algunas preguntas incómodas por su afición, nunca ha tenido problemas en sus trabajos por esto. “Es un hobby sano –y un poco caro-, no cualquiera puede realizarlo”, señaló la cosplayer.

Yunny 

Hacer disfraces de cosplay es un arte y Yunny es una reconocida diseñadora de cosplay en la ciudad. Quienes hacen estos trajes se llaman cosmakers. Yunny (su nombre real prefirió mantenerlo en reserva y usó este seudónimo) va a estos eventos desde que se realizaban en lo que era el Centro de Periodistas Deportivos de Santa Cruz de la Sierra. 

“Fui a mi primer evento acompañando a una amiga. Yo veía animés, pero no sabía que los fanáticos se reunían y que además se disfrazaban”, recordó Yunny. 


Para el siguiente año quiso lucirse y hacerse ella misma su traje. “El hecho de que hacer mi cosplay me permitiría crear algo me animó bastante”, dijo Yunny. Según sus cuentas hasta la fecha se ha hecho 140 disfraces.

 “Todos mis trajes me los he hecho yo. Muchos de ellos los he vendido para recuperar mi inversión, otros los tengo guardado”, contó esta artista. “El primer traje me tomó un mes, no sabía costurar. Desde hace cuatro años soy cosmaker. Al comienzo solo le hacía a una amiga, pero después estudié diseño de moda y fui aprendiendo a hacer para otras personas. Siempre busqué el punto en que puedan pagarme por mi trabajo”, señaló Yunny. Sus creaciones van desde los Bs 200 hasta más de Bs 1.000.

José Taboada

José Taboada, fan de Naruto, entre otros animés, recordó que en sus primeros eventos de cosplay nadie sabía nada sobre cómo debía ser un buen disfraz. “No sabíamos maquillarnos y las pelucas que pillábamos eran las de carnaval”, mencionó Taboada, de 33 años. “Ahora ya hay más materiales para hacer también armas, armaduras”, explicó Taboada, quien también se diseña y crea sus propios trajes y accesorios. “Un traje de tela no lleva más de un día, pero cuando se trata de armaduras cada parte puede llevar una tarde, y si es una armadura bien estructurada puede tomar hasta tres meses”.


Taboada dijo que antes se tenía prejuicios hacía los cosplayers, se los veía como personas solitarias, pero para él ha quedado demostrado que no es así. “Hacer cosplay es algo saludable. En los eventos animé no se necesitan bebidas alcohólicas ni ideas tontas, solo asisten grupos de amigos vistiendo trajes de sus héroes o personajes favoritos de películas, series, animés y pasan un buen rato”, comentó Taboada.

Un estilo de vida

Maribel Klink 


Maribel Klink se mueve en el mundo cosplay bajo el nombre de Raven Akatsuki. Tiene 27 años y en 2007 empezó a ir a eventos de animé, aunque ella los conoció en sus vacaciones de fin de año en Argentina.

 “Acá eran medio clandestinos aún por esa época. Yo preparaba mi traje todo el año para ir a lucirlo a Buenos Aires”, contó Maribel, quién señaló además que por 2010 hay convenciones más serias en la ciudad, con más publicidad y ella empezó a participar por acá. “Empezó a haber mucha más gente con la Comic Con de 2016. Ahí empezaron también a tomarnos más en cuenta a los cosplayers, porque al principio nos hacían ir a la tele para reírse de nosotros, pero ya desde ese evento lo vieron como un trabajo”, apuntó Klink.


Jiyiri Nieme

Jiyiri Nieme Ishikawa tiene 23 años. Es ilustradora y diseñadora gráfica. Su madre es hija de inmigrantes  japoneses, así que ella siempre estuvo un poco familiarizada con el mundo del animé, el manga y el cosplay. Su pseudónimo de artista es Hiyirii. “No me crié con el idioma, pero sí con ciertas costumbres. Creo que mi gusto por el animé se lo debo a la televisión. A los cuatro años andaba viendo Pokemón, Sakura Card Captor, DBZ entre otros. Y no solo nace mi gusto por este tipo de animación, sino también mi interés por el dibujo y la ilustración”, mencionó Jiyiri.


En su obra gráfica le gusta mezclar las culturas a las que pertenece. “Al ser mi mamá una mujer japonesa y yo criada en Bolivia me gusta combinar este tipo de cosas, así terminó dibujando un Godzilla comiendo sonso y mocochinchi o al ex presidente del país vestido de colegiala japonesa, creando situaciones cómicas e interesantes en especial para el público boliviano”, dice Jiyiri, que señaló que La Semana del Cómic y la Feria de Publicaciones que organizaba el Centro Simón I. Patiño de Santa Cruz fueron importantes para incentivar la cultura del anime en la ciudad. Ella también participó del curso de narrativa gráfica y cómic de esa institución.

Carolina Limpias tiene 29 años y desde hace 10 es fanática del cosplay. Su pasión por el animé la llevó a crear sus propios trajes y gracias a esto también abrió una tienda con disfraces y accesorios el año pasado que se llama Aidoru by Sora. Incluso tiene modelos para mascotas. Limpias coincide con los demás entrevistados en que el encierro por el covid-19 ha ‘beneficiado’ para que haya más fanáticos del cosplay. Limpias cree que el tiktok y los videos con toda esa imaginería japonesa han impulsado un boom.

Carolina Limpias