La historia de un joven de 18 años aficionado a la lectura ha llamado la atención de los vivientes de San Pablo, Brasil. Su hermana dice que se encierra en su cuarto a leer

El Deber logo
28 de julio de 2017, 16:29 PM
28 de julio de 2017, 16:29 PM

Flavio Fernando de Oliveira es el nombre del protagonista de esta historia. Tiene 18 años y es un aficionado a la lectura. En su natal Itápolis, un municipio pequeño del estado de San Pablo, se venían dando situaciones un tanto raras y complejas. En sus bibliotecas había una desaparición de los libros. Literalmente, iban desapareciendo uno a uno de los estantes.

El encargado de la sala de libros de Itápolis decidió colocar cámaras de vigilancia para descubrir el misterio y fue así como descubrieron a Flavio.

El muchacho se llevaba decenas de ejemplares y tomos en cada visita que realizaba a la biblioteca. Sacaba un par de forma correcta y el resto los escondía en su mochila, publica el País de España.

Cuando los agentes de la Policía lo identificaron y llegaron a su casa para conocer más del caso, se encontraron con una vivienda modesta y con algo peculiar. En la habitación del joven había una montaña de libros; había de todas las asignaturas, matemáticas, física, anatomía, geografía, pero también habían novelas, cuentos, poesía, etc.

En total eran 384 ejemplares robados, ordenados y esmeradamente cuidados. Su hermana, María de Oliveira, le contó al diario Estadão que "Desde pequeño (su hermano), pasaba horas encerrado en su cuarto pasando páginas; Hoy es muy ecléctico, lee de todo. Yo siempre le veo leyendo. Es mejor que estar todo el día en la calle, haciendo Dios sabe qué".

Sin embargo esta explicación no dejó satisfecho al delegado de la policía Daniel do Prado Gonçalves que decidió imputarlo por hurto simple por lo que ahora será un juez el que determine su situación jurídica. 

Los cerros de libros desaparecieron del cuarto del joven ya que la Policía decidió confiscarlos para devolverlos a la biblioteca dejando al joven sin nada que leer.

Pero lo impensado ocurrió después, cuando el caso se fue conociendo en los medio de comunicación. "Hay una romería de personas que van hasta mi casa con libros nuevos para regalárselos a mi hermano", decía asombrada Lucía que se mostraba agradecida con sus vecinos y con las personas que sin conocerlo, apoyaban la dedicación de Flavio para la lectura.