La Amazonia Sudamericana es uno de los pulmones ecológicos más golpeados por la mano del hombre. Perdió 513.016 km2 de bosques entre el 2001 y 2018 por la desforestación

21 de diciembre de 2020, 16:10 PM
21 de diciembre de 2020, 16:10 PM

Se cierra otro año negro para los pulmones ecológicos más valiosos del mundo, que vienen sufriendo el impacto de la crisis ambiental más destructiva de los últimos años. No solo Brasil, la Amazonia boliviana también sufre la depredación de sus bosques, con una pérdida anual de más de 177.000 hectáreas y su incalculable riqueza ambiental y animal. De los nueve países que conforman la gran Amazonia Sudamericana, Bolivia es uno de los más afectados en términos proporcionales.

Entre 2001 y 2018, la Amazonia Sudamericana perdió 513.016 km2 de bosques por la deforestación, que representan el 8% de la vegetación más diversa del planeta. La mayor afectación se dio en Brasil con 425.051 km2, que equivale al 83% del total del área dañada, mientras que Bolivia perdió 31.878 km2 (6%) y el restante 11% se produjo en los otros siete países (Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana Francesa, Guyana y Surinam) que también forman parte de esta región que comparten en común el hecho de que son drenadas por el río Amazonas.

Así lo reseña el nuevo Atlas Amazonia bajo presión, elaborado por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (Raisg), que hizo una radiografía de las principales amenazas al bosque tropical más grande del mundo y notó el avance de su deterioro.

En cuanto a las quemas, el estudio muestra que entre 2001 y 2019, un 13%, es decir, 1,1 millones de km2 de la Amazonia Sudamericana fue afectado por el avance del fuego, que equivale a todo el territorio de Bolivia.

Asimismo, el promedio anual de superficie afectada por incendios forestales es de 169.000 km2, lo que se traduce en quemar prácticamente el equivalente a la extensión de Uruguay cada año, durante casi dos décadas.

Entre los nueve países amazónicos, el más golpeado por los incendios en términos proporcionales es Bolivia, con una afectación que alcanza al 27% de su territorio amazónico. En Brasil, esta cifra es de 17%, en Venezuela el 6% y en Colombia el 5%.

En Bolivia, los datos muestran también la rapidez con la cual avanza la deforestación en territorio amazónico. Un tercio (21.000 km2) de los 72.000 km2 arrasados en cincuenta años en la Amazonia boliviana fue deforestado entre 2011 y 2018, según esta investigación.

Marlene Quintanilla, directora de Investigación y Gestión del Conocimiento; y Saúl Cuéllar, gerente de Proyecto, de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) hacen notar que la Amazonia boliviana pierde cada año más de 177.000 hectáreas de bosque.

Esto implica no solo la pérdida de vegetación, sino también significa la eliminación de alternativas económicas provenientes del bosque (frutos silvestres, resinas, plantas medicinales, etc). Además, advierten que esto incide en el almacenamiento de carbono, provocando un desbalance en la regulación de la temperatura y procesos hídricos cruciales para afrontar el cambio climático.

La Amazonia abarca de manera completa los departamentos de Pando y Beni, y en proporciones importantes los departamentos de La Paz, Cochabamba, Chuquisaca y Santa Cruz. Las zonas con más síntomas y consecuencias por las presiones y amenazas se localizan en Santa Cruz, Cochabamba y La Paz.

Bolivia representa el 8% de toda la Amazonia Sudamericana y dentro del país representa el 65%, es decir, somos un país amazónico en términos de territorio. Sin embargo, aunque su demografía no es muy densa, el avance de la deforestación y pérdida de ecosistemas supera a países como Perú, el cual es más extenso, indican los ejecutivos de la FAN.




Daño al medioambiente causado por los incendios forestales/Foto: Jorge Ibáñez

¿Qué hacer?

Quintanilla y Cuéllar coinciden en que la prevención de los incendios deben ser el núcleo y la base para frenarlos, una vez se inicia el fuego su control demanda esfuerzos que muchas veces no logran aplacar los impactos.

Aseguran que existen alternativas de producción que pueden implementarse sin el uso del fuego. Los suelos en gran parte del país no son muy profundos, dependen de la hojarasca y biomasa de los bosques, con las quemas se elimina este importante fertilizante natural y se elimina una importante microfauna que da vida a los suelos. Por lo tanto, el impacto a los pequeños agricultores es muy grande, los suelos se empobrecen mucho más rápido después de las quemas, y el productor termina migrando en busca de mejores condiciones para su producción, puntualizan.

Señalan que el país requiere de tecnologías modernas y avanzar en ciencia para la búsqueda de soluciones integrales. En el balance del uso del fuego hay más desventajas que ventajas, simplemente por la pérdida de humedad, la desecación se acelera y con ello viene muchos más.

La normativa

Para los ejecutivos de la FAN, frenar los impactos de los incendios debe partir del marco legal. En tiempos donde el cambio climático toma más fuerza, se requiere de un enfoque más moderno de producir alimentos, sin que ello implique la masiva eliminación del bosque.

Las normativas en países vanguardistas deben priorizar la protección de los bosques como medidas cruciales para mantener la seguridad alimentaria, la seguridad hídrica, y la resiliencia climática, indica Quintanilla.

Agrega que Bolivia siempre fue un país forestal que estuvo en la vanguardia del manejo forestal, hoy perdemos nuestros bosques y con ello también nuestro pasaporte hacia un mejor futuro.




Los animales silvestres sufren por los incendios y la deforestación/Foto: AFP

Diversos sectores y activistas medioambientales han venido exigiendo la abrogación de la Ley 741 y de otras normativas que autorizan el desmonte, porque creen que alientan la desforestación de los bosques en el territorio nacional.