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"Son niñas, no esposas": cómo frenar el matrimonio infantil en América Latina
Si no se avanza en contra, América Latina se convertirá en la segunda región del mundo con más matrimonios infantiles y uniones tempranas en 2030. ¿Qué más se puede hacer, aparte de prohibirlos por ley?
21 de noviembre de 2024, 19:42 PM
Las Marías es un barrio rural de 112 personas en la oriental provincia de Holguín, en Cuba. De 63 mujeres que viven allí, solo cuatro se casaron con más de 16 años.
Aurora (de 63 años), Vilma (53) Caridad (48), Yanet (35), Yoandra (28) y Dayaneira (17) han sido "niñas-esposas" en Las Marías y lo cuentan en el recién exhibido documental "Ella al desnudo". Todas tienen un bajo nivel de escolaridad, dependen económicamente de sus parejas y sus historias no son exclusivas de esta comunidad, o de la isla. Se repiten en la región y en todo el mundo.
"Mamacita desde los fourteen", describe una línea de "+57", la nueva canción que cantantes famosos como Karol G, J Balvin y Maluma dedicaron a su país, Colombia. La polémica nacional e internacional que desataron fue tal, que Karol G se disculpó y publicó otra versión la semana pasada, donde cambia fourteen (14 en inglés) por eighteen (18).
"Tengo mucho por aprender", dijo la cantante. Pero no tuvo apoyo del equipo, que respondió con frases como "si no les gusta el tema, paila. No lo escuchen".
Al mismo tiempo, el Senado de Colombia aprobaba una ley que prohíbe el matrimonio infantil y las uniones tempranas antes de los 18 años, algo que hizo también Cuba en 2022. Tras casi una decena de intentos fallidos, Colombia se adecúa a estándares internacionales y deja un mensaje claro: que "los derechos de la niñez son derechos humanos y el Estado tiene responsabilidades ineludibles", dice a DW Natalia Rueda, profesora de Derecho Civil de la Universidad Externado de Colombia.
Una vez que el presidente sancione la ley colombiana, serán 15 los países de América Latina y el Caribe con estas prohibiciones, todas aprobadas en la última década: "Una señal institucional del modelo de sociedad que queremos construir", valora Karen García, estadística de la División de Asuntos de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Y se refiere a una sociedad con igualdad de género.
Mitos naturalizados, pobreza y desigualdad
Aunque una parte de la sociedad asume estas relaciones como "consensuadas", en realidad “configuran una relación de poder explícita, así como un presunto delito", dependiendo de la legislación sobre la edad de consentimiento en cada país, precisa a DW Ángela Anzola, presidenta ejecutiva de Plan International Colombia, una de las ONG que impulsaron el proyecto de ley. En Colombia, por ejemplo, convendría debatir sobre esta edad, fijada en los 14 años, precisa la jurista Natalia Rueda.
Anzola cita mitos y tabúes nocivos, que se confunden con sabiduría popular y que reproducen discursos violentos en toda la región: "la primera menstruación se considera el inicio de la vida sexual de las niñas", "no se debe hablar de sexualidad con las niñas porque fomenta el inicio de la vida sexual", “es mejor que los hombres tengan relaciones con mujeres 'vírgenes'", "las niñas buscan a los hombres" o "el amor no tiene edad".
Como sociedad, "debemos cuestionar a los adultos por este tipo de relaciones y no culpar a las niñas", advierte la experta de Plan Internacional. Se refiere a ellas en particular, porque son las principales afectadas entre los menores de la región y el mundo, según confirman las cifras.
Y, más que los matrimonios, las uniones de hecho representan "la mayoría del problema", observa la estadística de la CEPAL. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) alerta que la región podría convertirse en la segunda del mundo con más matrimonios y uniones infantiles en 2030, tras África subsahariana. Con ambos fenómenos sumados, la proporción de mujeres entre 20 y 24 años que estaban casadas o mantenían una unión estable antes de cumplir 18 años se mantiene estancada entre el 22 y el 21 por ciento en los últimos 20 años en América Latina y el Caribe.
Entre los países con porcentajes más altos, por encima incluso del 30 por ciento, se hallan Nicaragua, Honduras o República Dominicana. Mirado en detalle, el fenómeno sí se ha reducido notablemente en los hogares de mayores ingresos, pero no en los más pobres. En Colombia, por ejemplo, esta cifra ascendía en 2015 al 43 por ciento entre mujeres de más bajos ingresos, mientras bajaba al 4 por ciento en las de ingresos más altos. Una realidad que se repite en otros países de la región, confirma la experta de la CEPAL.
Mucho por hacer
Definitivamente, las leyes no bastan. Queda un largo camino por recorrer. Y el reto está en conseguir un cambio cultural, coinciden las expertas. En Colombia, tras la sanción presidencial, tocará implementar la ley. Para Anzola, será vital entonces fortalecer la política pública de infancia y adolescencia. Eso incluiría, por ejemplo, la creación de un Programa Nacional de Proyectos de Vida para la sensibilización sobre las causas y efectos de las uniones tempranas, así como la prevención de otros riesgos y violencias como el abuso sexual y los embarazos infantiles.
Se requieren "medidas audaces" con enfoque de género, que garanticen el acceso a educación universal de calidad, incluida la educación sexual integral. Así como el acceso a servicios especializados de salud y protección, incluidos los servicios de prevención y atención a la violencia sexual, o los espacios amigables para adolescentes, resume Karen García, desde la CEPAL.
Para Ángela Anzola, de Plan International, estas ofertas educativas deben dirigirse a niñas, niños, adolescentes, jóvenes y sus familias. Así como propiciar espacios de diálogo, sensibilización y formación contra las desigualdades que viven las niñas y que naturalizan relaciones entre hombres adultos y menores de edad. Los servicios de salud, por su parte, tendrían que ser "sensibles al género y la edad", teniendo como referencia el interés superior de la niñez.
Redes comunitarias y enfoque de derechos humanos
Además, es necesario fortalecer las políticas de eliminación de la pobreza, una de las causas que conducen a uniones tempranas, agrega García. Y “romper el silencio estadístico”, que los países actualicen sus datos y la información fluya hacia el diseño de acciones y la toma de conciencia, dice.
En opinión de la jurista Natalia Rueda, es esencial el enfoque de derechos humanos, que se deje de asumir que la autonomía de la familia se debe respetar sin más. En este sentido, insiste también Ángela Anzola, habría que promover la creación y fortalecimiento de redes comunitarias de protección para la prevención y eliminación de los matrimonios infantiles y las uniones tempranas, vinculando a familias, líderes y lideresas locales, organizaciones de la sociedad civil, instituciones educativas, y entidades de Gobierno local y nacional.
Solo así, las estadísticas y los testimonios de las habitantes de Las Marías, en el Oriente de Cuba, las próximas canciones de homenaje a Colombia y las vidas de muchas niñas y adolescentes latinoamericanas, podrían ser distintas en las próximas décadas.
(ms)