El control del dólar derivado de las exportaciones ha sido una herramienta crucial para muchos países de América Latina en su esfuerzo por estabilizar sus economías y manejar la volatilidad de sus monedas.

En Bolivia el tema cobró fuerza tras las conclusiones del Gabinete Social, en la que se planteó el control de los dólares que el sector exportador privado genere.

La propuesta fue rechazas por los empresarios y provocó un “cuarto intermedio forzado”, en la reunión realizada ayer con el presidente, Luis Arce.

La regulación de las divisas ha sido implementado de diversas formas en la región, con resultados variados. Aquí, exploramos las experiencias de Argentina, Brasil y Venezuela, tres naciones con enfoques contrastantes en la regulación de las divisas provenientes del sector privado exportador.

Argentina: Un control estricto y el desafío de la brecha cambiaria

Argentina es quizás el caso más emblemático en la región, donde el control de las divisas ha sido una política persistente durante décadas. 

La obligación de liquidar las divisas de exportación en el mercado oficial ha sido un pilar de la política cambiaria argentina. Sin embargo, esta medida ha generado distorsiones significativas, incluyendo la ampliación de la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo (o "blue").

Los exportadores, al verse obligados a vender sus dólares al tipo de cambio oficial, que suele estar artificialmente bajo, enfrentan desincentivos para producir y exportar, lo que limita el ingreso de divisas al país. Además, la falta de confianza en el peso argentino ha impulsado la demanda de dólares en el mercado informal, exacerbando las presiones sobre el tipo de cambio y la inflación.

Brasil: Flexibilidad y el rol del Banco Central

Brasil ha adoptado un enfoque más flexible en la regulación de las divisas, lo que ha contribuido a una mayor estabilidad cambiaria en comparación con Argentina. 

A diferencia de su vecino del sur, Brasil no obliga a los exportadores a liquidar sus divisas en un mercado oficial a un tipo de cambio fijo. En su lugar, el Banco Central de Brasil interviene en el mercado cambiario de manera selectiva, utilizando sus reservas internacionales para suavizar la volatilidad cuando es necesario.

Este enfoque ha permitido una mayor libertad para los exportadores, quienes pueden decidir cuándo y cómo vender sus dólares, incentivando la inversión y el crecimiento en el sector exportador. Sin embargo, Brasil también enfrenta desafíos, como la apreciación del real en épocas de alta demanda por sus exportaciones, lo que puede afectar la competitividad de sus productos en el mercado global.

Venezuela: Controles rígidos y desintegración económica

Venezuela ofrece un ejemplo extremo de cómo los controles estrictos sobre el dólar pueden llevar a la desintegración económica. 

Durante años, el Gobierno venezolano impuso un control de cambio rígido que obligaba a los exportadores a liquidar sus dólares a un tipo de cambio oficial extremadamente bajo. Esta política, diseñada para mantener la estabilidad de precios y asegurar la disponibilidad de dólares para la importación de bienes esenciales, rápidamente se volvió insostenible.

La corrupción, el mercado negro y la fuga de capitales se dispararon, y los exportadores, incapaces de operar bajo las restricciones impuestas, redujeron drásticamente su producción. Esto, combinado con la caída de los precios del petróleo, llevó a una crisis económica y humanitaria que aún persiste.

Mientras que algunos países han logrado mantener la estabilidad cambiaria y fomentar el crecimiento económico mediante un enfoque más flexible, otros han caído en la trampa de los controles rígidos, sufriendo graves distorsiones económicas como resultado.

Germán Molina, analista económica, remarcó que la experiencia en América Latina muestra que el control del dólar de las exportaciones del sector privado es un arma de doble filo.

“Mientras que algunos países han logrado mantener la estabilidad cambiaria y apostar el crecimiento económico mediante un enfoque más flexible, pero otros han caído en la trampa de los controles rígidos, sufriendo graves distorsiones económicas”, sostuvo Molina

Molina indicó que en el caso boliviano la experiencia fue negativa, pues la historia indica que cuando el Estado quiso regular “las libras esterlinas, las barras de oro y finalmente el dólar, la economía sufrió un grave desorden”.

Esta lección es crucial para cualquier país que considere la implementación de controles de divisas en el futuro. Un enfoque equilibrado y adaptable, respaldado por instituciones fuertes y políticas coherentes, puede marcar la diferencia entre el éxito económico y el colapso.

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