El aumento de precios en el mercado interno empieza a golpear el presupuesto de las familias, que en respuesta comenzaron también a reducir sus compras o a trabajar más para mejorar sus ingresos. De acuerdo con analistas, el fenómeno debilita uno de los tres componentes del motor de la economía: la demanda interna.

“El poder adquisitivo de todas las familias cruceñas e incluso bolivianas ha caído bastante”, dijo Omar Rivera, presidente de la Federación Departamental de Juntas Vecinales (Fedjuve) de Santa Cruz. “Hemos estado verificando los mercados y vemos que subieron todos los productos de la canasta familiar. Estamos preocupados porque, si esto no para, podrían venir peores días”, apuntó el dirigente.

En esta línea, el estudio “1000 bolivianos dicen”, de Omnicom Media Group, revela que en mayo las principales preocupaciones de la población son la falta de trabajo (64%) y el incremento de precios en la canasta básica (58%).

Y esta inquietud se plasma también en datos oficiales.

Tras registrar tasas negativas en febrero y marzo, la inflación comenzó a incrementarse en abril (+0,18%) y mayo (+0,57%). Eso “significa que el costo de vida está subiendo para todos los bolivianos”, apuntó Germán Molina, miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.

El martes pasado, el Instituto Nacional de Estadística reportó que los bienes y servicios que más aumentaron de precio son la carne de pollo, tomate, suministro de energía eléctrica, huevos, quesos y detergentes para lavar ropa.

Molina observó que la inflación de mayo es elevada y lo sería aún más si el Gobierno no se esforzara en mantener el control de los precios a través de los subsidios a los combustibles y del menor valor al gasto en alimentos que se dio en la actualización de la base de cálculo de ese indicador.

Este medio solicitó al Viceministerio de Comercio y Logística Interno información sobre el consumo local, pero no recibió respuesta hasta el cierre de edición.

Por su lado, el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas informó que “la inflación se mantiene controlada”, lo que “protege los ingresos de la población”.

Las ventas y/o servicios facturados en restaurantes, hoteles y transporte aéreo son mayores a las del año pasado, “una muestra de que se mantiene el dinamismo de la demanda interna de la economía boliviana”, indicó el ministerio, con datos a abril.

Ante el aumento de precios que se dio principalmente en mayo, las familias optan por reducir su consumo o redoblar su trabajo para generar más ingresos, algo que desde ya es más difícil en un mercado dominado por la informalidad y el escaso empleo de calidad.

“Los que vivimos del día a día adquirimos menos, con el riesgo de que nuestras familias no se alimenten bien. Por ejemplo, si antes comprábamos un kilo de carne, hoy compramos hueso. La carne y el huevo se están convirtiendo en productos para personas privilegiadas, con poder económico”, mencionó Rivera.

“En otros casos, trabajamos el doble. Si salíamos a las 8, ahora tenemos que salir a las 5 de la mañana a buscar el sustento para el hogar”, agregó el dirigente.

Consultado sobre el aumento de precios y el menor consumo de las familias, Mario Mita, presidente de la Confederación Nacional de Juntas vecinales (Conaljuve) respondió que eso “está normal”.

“La información que tenemos es de que se sigue comprando y de que hay productos, a excepción del huevo, que está un poco escaso. Por el momento, no hay ninguna queja”, afirmó Mita, ex diputado del Movimiento al Socialismo.

No obstante, el dirigente de la Conaljuve, una de las dos que hay en el país y calificada por sus detractores como afín al partido de Gobierno, anticipó que este lunes las federaciones de juntas vecinales de todo el país sostendrán un encuentro en el que se abordará este tema. “Daríamos un detalle exacto” luego de este encuentro, “ahora no tenemos una evaluación a detalle en cada departamento”, afirmó.

“Si el precio sube, la demanda va a bajar”. En el caso de productos de primera necesidad, “cuando los precios suben y los ingresos no, las familias buscan sustitutos que no han subido de precios o consumen menos -que es básicamente lo que está sucediendo- o dejan de comprar”, explicó Jorge Akamine, presidente del Colegio de Economistas de Bolivia.

“Sube todo y una ya no sabe qué hacer. ¿A quién nos vamos a quejar?”, lamentó Daniela L. quien realiza sus compras en los mercados del Plan Tres Mil.

“Antes, con 200 pesos podíamos cubrir una semana entera para una familia, hoy necesitamos 400 pesos para medio comer”, acotó el presidente de la Fedjuve de Santa Cruz.

El estudio de Omnicom Media indica que al 60% de los hogares o les resulta difícil llegar a fin de mes, por lo que han tenido que reducir gastos (33%); o llegan con lo justo a fin de mes (27%).

El estudio muestra, asimismo, que entre 14 prioridades a la hora de comprar las tres principales para la gente son: precio (68%), calidad (43%) y 2x1 (43%), lo que muestra que el factor económico impera en su decisión de compra.

Akamine detalló que el aumento de precios es precedido por la desaceleración económica, que empezó en 2015; la crisis causada por la pandemia; y, en este último tiempo, los incrementos salariales, la especulación y la inestabilidad causada por la falta de la moneda estadounidense, que genera procesos inflacionarios.

“No hay dólares y si los conseguís en el mercado paralelo es a un tipo de cambio mayor. Aparte, tenés que pagar una comisión elevadísima (subió del 2 al10%) en el banco para enviar esos dólares fuera de Bolivia y eso repercute en un incremento de los precios de los insumos y de los costos de producción”, sostuvo Akamine.

Esto es crucial, porque “entre el 40 y 50% de los insumos para la producción en Bolivia son importados”, acotó el economista, quien considera que esta situación seguirá mientras se mantenga la poca oferta de dólares.

Este menor consumo no solo se percibe por el lado de los compradores, sino también por el lado de los productores.

“Vemos que han disminuido las compras este 2023 debido a una contracción de la economía”, sostuvo Silvia Quevedo, presidenta de la Cámara de Mujeres Empresarias de Bolivia (Camebol).

Quevedo mencionó que a este escenario se suma la falta de empleo, que no permite a las familias contar con poder adquisitivo para impulsar el consumo; la menor disponibilidad de dólares, que incide en el aumento de los costos de internación y, por ende, en el incremento del precio de los productos importados y producidos en el país; y la escasez de combustible, que puede influir también en una menor producción y en un incremento de precios.

Akamine sostuvo que la reducción del consumo de los hogares tiene un efecto aún no determinante en la demanda interna, el motor de la economía boliviana. De los otros dos componentes, uno está pasando por problemas.

“El gasto público aumenta, pero están pagando sueldos” a los funcionarios “y eso genera consumo (…). En inversión pública, no se incrementan los montos y eso va a comprometer el dinamismo interno del modelo económico del Gobierno”, proyectó.

“Al bajar el consumo, no solo de un boliviano sino de los 12 millones, la política que incentiva la demanda interna con subvenciones y precios bajos va a disminuir y reflejar una tasa de crecimiento por debajo de lo programado”, explicó a su vez Molina, al indicar que este fenómeno se observará todo este año, acentuándose más en el segundo semestre de la gestión.

Molina precisó que no solo el consumo, sino también otros indicadores económicos enfrentan dificultades, como la inversión pública, que no se podrá cumplir por falta de financiamiento; y las recaudaciones tributarias, cuyo crecimiento está en desaceleración, lo que deja menos ingresos para el gasto público y todo lo que estos recursos impulsan.

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