Bolivia y Perú repusieron el tratamiento de su agenda conjunta a través del gabinete binacional, un mecanismo de diálogo político y técnico que se instauró en 2015.

A diferencia de los encuentros anteriores, en esta ocasión ambos gobiernos expresaron una mayor sintonía, aunque en medio de tensiones internas. En Lima, por ejemplo, varios sectores rechazan las propuestas del expresidente Evo Morales, el líder del MAS que llevó al vecino país “su experiencia” sobre la legalización de plantaciones de coca, la Asamblea Constituyente y la nacionalización de los recursos naturales, como el gas natural. En Bolivia preocupa el incremento del narcotráfico que tiene su epicentro en el valle peruano del Vraem.

Castillo, un profesor del área rural y cercano ideológicamente al Movimiento Al Socialismo (MAS), sorteó varios escollos desde que llegó al poder en julio, tras vencer en una reñida segunda vuelta a Keiko Fujimori por apenas 40.000 votos, lo que representa menos del 1% del padrón electoral peruano que llega a 11,7 millones de ciudadanos habilitados.

“Estamos en un Perú bastante polarizado, con muchas controversias”, señaló a EL DEBER la periodista peruana Stefanie Medina, de América TV, quien realizó el seguimiento informativo a las recurrentes visitas de Morales a Perú, además de la agenda con Bolivia, en esta nueva etapa de relaciones políticas y diplomáticas.

En medio de estas tensiones, Castillo y 15 de sus ministros llegaron a La Paz. El Congreso de su país autorizó ese viaje, pero no fue una decisión unánime, porque la oposición peruana, que es mayoritaria en ese poder estatal, observó que el mandatario haya priorizado su visita a La Paz en lugar de participar de la jornada inaugural de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que se inicia este lunes en Glasgow, Escocia.

De hecho, un total de 84 congresistas apoyaron el viaje de Castillo a Bolivia, 26 se abstuvieron y siete denegaron el permiso. Uno de ellos, Edward Málaga, del centrista partido Morado, reveló que rechazó el viaje, precisamente, porque no se priorizó el COP26. “No asistir a esta cumbre es dar al mundo el mensaje equivocado”, afirmó en contacto con periodistas de su país. Aclaró que su voto no fue contra las relaciones con Bolivia, sino en protesta por las prioridades del Ejecutivo peruano. Señaló que el gabinete binacional pudo reprogramarse.

La cumbre de Glasgow se desarrollará en las siguientes dos semanas y, en el caso de Bolivia, el presidente Luis Arce no descartó el periplo, aunque en la Asamblea de la Organización de Naciones Unidas, que se desarrolló en septiembre, anticipó las propuestas del país que están vinculadas con la justicia climática, la asignación de recursos para las economías emergentes y la recuperación de los saberes ancestrales para el cuidado de la madre Tierra.

En la agenda binacional destaca el aspecto medioambiental, con énfasis en la recuperación del lago Titicaca, el espejo de agua compartido que está por encima de los 3.000 metros sobre el nivel del mar y que está siendo afectado por la contaminación minera, además del contrabando y el narcotráfico.

El canciller Rogelio Mayta anticipó que la agenda entre Bolivia y Perú se iba a desarrollar en el marco de la “sinceridad y transparencia” y sobre la base de una agenda de cooperación e integración con dimensión social” que ambas naciones prevén poner en marcha en el curso de los próximos meses.

Poco antes de la visita de Castillo a La Paz, Mayta destacó la posibilidad de exportar gas al sur de Perú, un proyecto que estuvo en las declaraciones de los últimos dos gabinetes binacionales, en el contexto de las demandas del vecino país de acceder a energía a un costo menor. De hecho, uno de los temas vigentes entre Bolivia y Perú es el contrabando de GLP.

En agosto, la periodista Stefanie Medina descubrió, durante el seguimiento periodístico que hizo a Evo Morales en Lima, que se produjeron varias reuniones con congresistas y un encuentro con quien fue ministro de Energía y Minas, Iván Merino. La cita, como se reflejó en el programa Cuarto Poder, generó varias tensiones políticas con los opositores.

“Hay evidencia de solicitudes a Evo de asesoría por parte de Pedro Castillo con relación al tema hidrocarburos, que es la masificación del suministro de gas, la nacionalización que generó una fuerte controversia”, señaló la reconocida comunicadora peruana.

Castillo, vinculado a un sindicato de maestros rurales, no tiene partido político y para poder participar en los comicios de su país y acceder a la presidencia se unió a Perú Libre, una tienda política de “izquierda conservadora” que es dirigida por Vladimir Cerrón. Analistas del vecino país le han atribuido una visión más radical que incorpora en su agenda la nacionalización de Camisea, el campo gasífero más importante de la nación vecina y la legalización de la coca para contrarrestar la estrategia antidroga que desarrolla Estados Unidos en la región.

En ese escenario, la nueva sintonía entre los dos gobiernos comenzó a forjarse desde hace mucho tiempo y en eso tuvo que ver Evo Morales, quien reconoció relaciones de larga data con dirigentes sindicales y campesinos del país vecino, justo cuando en julio pasó caminando la frontera de Desaguadero en el viaje que realizó para participar de la investidura de Pedro Castillo.

“La relación entre Pedro Castillo y Evo Morales se da desde mucho antes de las elecciones. Ellos han tenido muchas reuniones”, afirmó Medina, quien considera que el tema de la coca será un tema clave en esta nueva etapa de las relaciones bilaterales, aunque no esté incorporado de manera formal en la agenda bilateral sobre la que se trabajó este sábado.

Interpelado por medios peruanos, Morales negó que sea asesor de Castillo y destacó “la diplomacia de los pueblos” como mecanismo para forjar alianzas y la “integración”. En ese marco, el expresidente estuvo en Perú, además del día de la toma de juramento de julio, en otras dos ocasiones entre agosto y septiembre. En el primer caso, visitó Lima y la organización sindical de Castillo y luego se reunió con jóvenes de Arequipa en un foro en el que relató la experiencia de Bolivia cuando se redactó la nueva Carta Magna durante la Constituyente.

Pero Morales planteó una alianza cocalera a partir de un “consejo andino de la coca” que se comprometió a impulsar. La propuesta surgió durante la reunión que en julio sostuvo con dirigentes sociales y sindicales, muchos de ellos de la región cocalera de Perú. En ese contexto, anticipó que esa estrategia servirá “para hacer la revolución democrática en Perú”.

En el evento participó el congresista peruano Guillermo Bermejo, quien fue elegido por la agrupación que llevó a Pedro Castillo a la Presidencia. El legislador anunció, en ese evento, que impulsará en Perú una ley de la hoja de coca que buscará industrializar su producción y generar “un verdadero mercado interno” y destacó el modelo boliviano que se aplica contra el narcotráfico.

“Pedro Castillo es un hermano, un dirigente sindical. Tenemos enormes coincidencias políticas y programáticas. La semana pasada visitó a productores de coca de Quillabamba del valle de La Convención. Hay mucha agenda y pedido de reuniones”, afirmó Morales en esa ocasión.

En el marco de la lucha contra las drogas, las policías antidroga de Bolivia y Perú establecieron un plan para fortalecer el Centro Regional de Inteligencia Antinarcóticos (Cerian) para frenar el puente aéreo de la droga.

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