Han pasado poco más de 40 años cuando tras una torrencial lluvia en la cuenca alta del río, el 18 de marzo de 1983 se produjo ‘el gran turbión’ del Piraí. Sus embravecidas y descontroladas aguas destruyeron a su paso en una longitud de más de 100 kilómetros entre los valles y la llanura aluvial y al avanzar sobre terreno plano, el desborde alcanzó unos 10 kilómetros de ancho. La histórica riada causó cientos de muertos y dejó sin hogar a 3.000 familias. Arrasó el puente de Tarumá, una pequeña comunidad de El Torno, inundó el barrio Ambrosio Villaroel y toda la zona oeste de la urbe cruceña.


El Searpi acaba de detectar 39 puntos críticos en los defensivos del río. Una mesa técnica convocada por el Concejo Municipal mostró un ‘panorama preocupante’ por avasallamientos y deforestación en las llanuras de inundación como por la presencia irregular de dragueros, basurales, urbanizaciones y otros. Se concluyó que el problema de los defensivos es ‘muy serio’ porque la ciudad no resistiría un ‘ataque frontal’ por una crecida del afluente.


Urge una gestión integral del río, en coordinación con todos los municipios ribereños, además del nivel central, para prevenir un nuevo desastre natural. A contramano, una comisión del propio Concejo Municipal aprobó una ley que facilitaba asentamientos sobre el Cordón, aunque luego fue retirada. Incluyendo a la ciudadanía en general, hay responsabilidades compartidas y tareas de cumplimiento inexcusable para que el Piraí no vuelva a enfurecerse y a abandonar su cauce.