Edición ImpresaOPINIÓN
Cara a cara
.
4 de diciembre de 2024, 3:00 AM
En 2014, durante la Cumbre del G77+China celebrada en Santa Cruz de la Sierra, un jeque árabe hizo una oferta jugosa e irresistible de un millón de dólares por un modesto y pequeño Volkswagen Bettle color celeste. Su propietario la rechazó sin más. Este no era otro que José Alberto Mujica Cordero, mejor conocido como ‘Pepe’ Mujica, cuadragésimo presidente de Uruguay (2010-2015) y cuya ‘peta’ entonces utilizaba como automóvil presidencial para sus desplazamientos en Montevideo.
Mujica, de 89 años, era considerado como el primer mandatario más humilde del mundo por su estilo de vida austero y la donación que hizo del 90 por ciento de su salario mensual a organizaciones benéficas en favor de los pobres y de los pequeños empresarios de su país. Durante su mandato, Mujica siguió ocupando su modesta casa de campo en las afueras de la capital uruguaya, en vez de trasladarse a la residencia presidencial de Suárez y Reyes.
“En la vida hay un tiempo para llegar y otro para irse”, reflexionó Mujica en una reciente entrevista con la AFP cuando se refirió al afán obsesivo de su admirador Evo Morales por volver, de cualquier modo, a la presidencia de Bolivia incluso cuando un fallo constitucional le impide participar en las elecciones de 2025. “Lo de Morales es inconcebible,” remató el exmandatario uruguayo al que le “revientan” los regímenes autoritarios y quienes juegan a la democracia. Dominado por su angurria de poder, al soberbio caudillo cocalero los dichos de Mujica al menos le habrán causado escozor.