Ningún mortal sobre la faz de la tierra y en medio de la disrupción tecnológica, podría poner en duda que, entre otros adelantos de la modernidad, los dispositivos celulares revolucionaron las comunicaciones entre los seres humanos, sin distinción alguna de sexo y edad. Incluso el berrinche de los más chicos es calmado de inmediato cuando en vez del biberón o del chupete, reciben el mágico aparatito de múltiples aplicaciones que los deja como hipnotizados mientras sin pestañear siquiera, lo manipulan.

Entre la juventud y los mayores, casi todos quienes rodean una mesa de trabajo o comparten informalmente en una cafetería o en cualquier otro ambiente, apenas cruzan palabras porque están absortos enviando o recibiendo mensajes, fotos, videos y hasta chistes de tono subido. O conectados a redes sociales como Facebook,  WhatsApp, Youtube o Google. El diálogo y otras formas humanas de comunicación y/o expresión, están casi desplazadas o ‘enmudecidas’ por el teléfono celular  y su uso adictivo.

Brasil acaba de prohibir los celulares en las escuelas de primaria y secundaria, públicas y privadas, entre advertencias sobre la salud y el aprendizaje de los estudiantes. La norma fue aprobada por diputados y senadores del vecino país antes de su sanción por el presidente Lula da Silva. En todos los lugares donde se implementó la medida, se tuvo una mejora en el desempeño escolar, en la disciplina y en la reducción del acoso escolar o ‘bullying’. ¿Por qué no seguimos esta saludable iniciativa? Los bolivianos necesitamos comunicarnos más y mejor.