Hoy se cumplen cuatro años desde que Luis Arce Catacora asumió la Presidencia de Bolivia. Es un tiempo en el que hubo giros radicales que afectaron a la sociedad y a la estabilidad gubernamental. Llegó al poder con el 55% de los votos, mucho más que Evo Morales en su primer mandato. Ahora luce debilitado y con varias crisis que no ha podido gestionar y que tienen sumida a la población en la zozobra.

Fue considerado un súper ministro de Economía cuando en Bolivia había bonanza por la renta del gas. Él se define como el autor del Modelo Económico Productivo que se aplicó desde los primeros años de Evo Morales. Por eso, cuando el Covid-19 golpeaba la salud, los bolsillos y los estómagos de la gente, el electorado depositó en Arce su confianza porque él se presentaba como quien resolvería el hambre y la pobreza pospandemia.

Cuatro años después, Bolivia está peor que con la pandemia. La escasez de combustible está en su peor momento de los últimos meses; varios sectores productivos se declararon en emergencia por la falta de diesel y avizoran serios riesgos para la seguridad alimentaria en el país. La escasez de dólares afecta a la economía y está causando una parálisis productiva, porque las importaciones de bienes de capital e insumos son demasiado costosas. Todo esto hizo que se dispare la inflación, lo que significa que llegó el encarecimiento de productos básicos de los hogares.

En estos cuatro años hubo giros radicales en la conducción del país. El presidente pasó de no reunirse ni una sola vez en dos años con el sector privado a este momento en el que actores productivos no estatales rechazan un nuevo encuentro con él porque le piden acciones y no promesas. Uno de los principales problemas en la gestión de la economía fue la visión dogmática socialista que no se condecía con las necesidades del momento, por lo que pospuso decisiones trascendentales y no se atrevió a tomar otras, como la eliminación del subsidio a los carburantes, lo que deja a Bolivia con un engrosado déficit fiscal y con dificultades para la importación de gasolina y diésel.

En lo político, el presidente se sumergió en una pelea sin cuartel con Evo Morales, el presidente con el que había trabajado como ministro. La ruptura comenzó en 2021 y desde entonces las agresiones mutuas no pararon hasta llegar a un bloqueo nacional extremo que daña aún más la economía. El pugilato llegó a límites impensados y puso al país en medio de los golpes, causando un daño tremendo.

En competencia con todo lo anterior está el deterioro institucional que se ha dado en estos cuatro años. Un Tribunal Constitucional autoprorrogado y funcional que ha dado golpes certeros al proceso de elecciones judiciales y también al poder fiscalizador y representativo de la Asamblea Legislativa. Todo eso con la aprobación de la corriente arcista del MAS, lo que deja en grave peligro el sistema democrático del país.

En estos cuatro años también aparecieron grupos irregulares armados de avasalladores de tierras, que atentan contra la propiedad privada; de dirigentes evistas que no dudaron en disparar contra la Policía. Eso deja una sombra de incertidumbre y temor de que Bolivia se convierta en una Colombia o en Perú, donde tanto costó salir del terrorismo.

Comienza el último año de gestión de Luis Arce Catacora. Tiene el enorme desafío de reencauzar la economía, de dar garantías a la democracia y a la propiedad privada. Es de esperar que en este tiempo cuide su legado y escriba la historia pensando en el país, antes que en cálculos personales y partidarios.