Cecilia Kenning

Nada es más agradable que estar ante una obra bien hecha. Y este es el caso del Diccionario Enciclopédico del Habla Camba de David Soria, abogado de profesión, pero esmerado y riguroso lingüista en esta magna obra (Editorial Plural, La Paz, 2024) presentada el pasado mes de mayo  en Santa Cruz, y acogida con verdadero entusiasmo tanto por la crítica especializada como por el público en general, como queda claro en el hecho de que solo a siete meses de su publicación esté ya preparándose la tercera edición.

Un sólido equipo de profesionales acompañó al autor en el proceso de recopilación y redacción de este diccionario, y no podía ser de otra manera por el resultado tan pulido y consistente de esta obra. 

Y digo que está bien hecha porque es una exhaustiva recopilación del habla camba, desde el idioma que los primeros españoles y exploradores llegados a esta tierra trajeron consigo  y que después criollos e indígenas adaptarían y llevarían por todo el territorio de la Gobernación de Santa Cruz desde el siglo XVI, con las variantes de palabras transformadas y modismos que los locales fueron introduciendo en la lengua castellana.

La particularidad de nuestra habla camba se debe a la llegada de  individuos provenientes de diferentes regiones de la península Ibérica con sus variantes dialectales; a las influencias indígenas que provienen de diferentes etnias; así como del idioma portugués con el que, al ser vecino de frontera, hubo mucho intercambio lingüístico;  así como también a préstamos de otras lenguas europeas y del árabe, que fueron evolucionando posteriormente. 

Y esto fue así porque marineros y sacerdotes llegados en los barcos a América no solo fueron españoles, sino de toda Europa central principalmente; y sin olvidar moros y judíos. 

Por necesidad y expansión del territorio habitado se fueron renombrando objetos, lugares, árboles, frutos y animales con palabras procedentes de diferentes idiomas, además del latín y el griego.

Pero la pronunciación no siempre era fácil para el indígena y fueron modificando las palabras para facilitarse el uso de ellas. 

Toda esta riqueza lingüística la va describiendo el autor, buscando etimologías y contactos dialectales a lo largo y ancho del territorio colonial de la Gobernación de Santa Cruz y sus áreas de influencia. 

Como bien lo dice en el prólogo el autor: “En cada rincón, el lector encontrará lo camba en todas sus representaciones, desde la forma de comunicarse, la cultura, la idiosincrasia de alegría infinita, lo extrovertido, amable… un ser libre por naturaleza, orgullosísimo de su estirpe y amor a su terruño”.

Varios conocidos escritores, historiadores e investigadores cruceños o foráneos han investigado anteriormente acerca de las características del habla del hombre de las tierras bajas de Bolivia, y David Soria no los ignora, sino que de forma responsable y hasta agradecida basa parte de su investigación a partir de ellos. Y acepta el desafío de la comparación con gran solvencia. Y, por supuesto, amplía y enriquece el acervo lingüístico; y es más, él cree que aún queda mucho por aportar a la lengua camba, partiendo del dinamismo de las lenguas que están en constante transformación y en aportes que se le hubieran escapado. El diccionario en cuestión tiene un asentamiento de 726 palabras, frases y biografías debidamente respaldadas. 

Otro dato muy interesante es que identifica 32 culturas indígenas del oriente boliviano que han podido hacer aportes al lenguaje camba. El autor también enfatiza que nuestra forma de hablar es un dialecto del español desarrollado en cuatrocientos años de aislamiento, debido principalmente por estar esta región lejos de los centros de poder e interés económico colonial. 

Estructuralmente el diccionario tiene toda las guías para facilitar la búsqueda de asientos. Así también explica símbolos y abreviaturas, sinónimos, acepciones y hasta la transcripción fonológica para aprender o corroborar su pronunciación. 

En esta obra no solo encontraremos  palabras de uso común de nuestro habla camba sino también frases del habla coloquial y biografías de personajes notables de la historia del oriente boliviano. 

Un aporte que destaca mucho el autor y es de suma importancia comprenderlo, es que el habla camba es el único en la región que usa el  “voseo pleno” porque es un voseo tanto pronominal como verbal, mientras que el voseo rioplatense y paraguayo se limita a la forma pronominal. 

Sin duda la contribución mayor de esta obra es por su importancia cultural, ya que el habla de una región conlleva en su espíritu y estructura toda la riqueza de una sociedad. 

En ese mismo sentido, el autor ya lo dice con una reflexión muy importante: “Debemos pensar seriamente en el futuro del habla camba, pues la lengua es el patrimonio inmaterial de cualquier ser humano y la debemos cuidar por propia conveniencia. Nadie lo hará por nosotros, su preservación es vital dado que es parte integrante de nuestra cultura, de nuestra identidad y parte del legado a nuestros descendientes “.

Todas estas consideraciones lingüísticas e históricas están recogidas en el excelente “Proemio” que precede al libro, así como en el magnífico prólogo del ingeniero y escritor Mario Terceros, que invita a leerlo.

La lectura de un diccionario no es sencilla, pero es de un gran enriquecimiento personal que recomiendo a todos los que desean conocer mejor su historia y legado cultural.