Silvana Vincenti - EL DEBER

Como ser humano no dudo de las personas, pero desde mi naturaleza de policía sospecho de todos”, es un proverbio que se maneja a menudo en la institución verdeolivo. Y se acerca a la percepción de la población con respecto a los uniformados, a veces vistos como distantes e incluso hoscos.

Hay un antes y un después en la historia de ese relacionamiento. Los 21 días de paro cívico, que pusieron de cabeza al país, también agitaron la reflexión del cuerpo policial, que vio una oportunidad de renacer ante la sociedad.

Desde hace un tiempo, la entidad se ha modernizado con una activa presencia en las redes sociales, a través de plataformas como Twitter (Policía Boliviana) y Facebook (Comando Departamental Santa Cruz, Frecuencia Policial y otras cuentas), pero también en la onda radial, en FM 101.8 (Frecuencia Policial). Desde esos sitios informan a la ciudadanía de sus actividades, operativos, aniversarios y logros.

La llegada de los uniformados al mundo digital es anterior al paro cívico, pero la interacción positiva -coinciden- y la mayor cantidad de seguidores, llegó con el histórico momento.



Nueva era. Los ciudadanos y los policías se fusionaron en abrazos y cambiaron el modo de mirarse. 

Que el mundo lo sepa

Reunido con su equipo de confianza en el Comando cruceño, el coronel Enrique Terán (comandante departamental), compartió con EL DEBER los detalles de esta nueva era de compromisos. Están entusiasmados y motivados, abiertos a conversar sobre el lado sensible del cuerpo policial, a responder sobre las creencias populares, erradas o no. La consigna es “lo pasado pisado”.

“A partir de este proceso histórico en el que se recupera la democracia y la libertad, la institución tiene otro papel. Es un desafío mantener esa relación que ha nacido con la sociedad, hay un enamoramiento. Nunca antes habíamos vivido algo así, incluso entre los jefes, oficiales, suboficiales y clases”, celebra Terán.

“En esta gestión se busca mostrar otra imagen de lo que es la Policía, queremos dar la sensación de ser más sociables y amigable; mucha gente ve a la institución como represiva. Nosotros hacemos grandes sacrificios con todas las unidades operativas de acercamiento a la sociedad, la gente se está dando cuenta de que la Policía es fundamental y los policías se sienten más comprometidos en esta nueva etapa”, explica el Teniente Coronel Milben Lara, jefe de Relaciones Públicas.

En Santa Cruz, el responsable de administrar las redes sociales es un efectivo, José Luis Prado Ledezma, que también está a punto de egresar como ingeniero de sistemas. Recibe los reportes de todo el país y coordina las publicaciones con el comandante departamental. Prado está sin uniforme, acostumbra hacerlo cuando cumple el rol comunicacional para pasar desapercibido y registrar todo tipo de situaciones, además de encargarse del dron policial.






Motín. Marcó un hito en la historia de la institución.

‘Estigmas’, carne y hueso

No tienen problema con que les llamen ‘pacos’, aunque hay excepciones. “La gente nos conoce así, pero creo que no lo decían con mucho aprecio, ahora sí lo harán de corazón; sin embargo, nosotros nos sentimos más policías que pacos”, aclara el comandante.

El encargado de toda la parte administrativa, Julio César Cossío, reconoce que el término ‘paco’ es parte del acervo popular y cultural, igual que poner apodos, dice que la ofensa se da cuando la palabra llega con carga despectiva.

Con respecto a la creencia de que los policías tienen muchas deficiencias en la formación, dieron a conocer datos que probablemente afuera no se sepan. “Tenemos cabos, sargentos que son abogados, administradores de empresas, economistas; tenemos tenientes y capitanes, mayores, coroneles y generales que también, en su mayoría, podría decir yo que un 50% de la Policía Boliviana, tiene dos profesiones de licenciatura, licenciados en Ciencias Policiales y en otras ramas, y también técnicos superiores”, aclara Cossío.

“La Policía Boliviana tiene la Universidad Policial (Unipol), que se encarga de la formación de pre grado y posgrado, los oficiales se forman a nivel licenciatura (aparte de la formación básica). Se hacen diplomados en diferentes áreas, especializaciones, convenios para salir al extranjero. Hay convocatorias, ya sea en investigación criminal, robo de vehículos; también otros cursos, hay para Comando y Estado Mayor, etc.”, explica Terán.



Devotos. La entidad tiene como generala y patrona a la Virgen de Copacabana.  
Los pies tienen una ofrenda que en ciertos casos se destina a efectivos en dificultad. En la foto, la capitán Pamela Ascarrunz y el Tte. Cnel. Milben Lara. 

A menudo, los colectivos feministas cuestionan a la institución por su forma de tratar los casos de violencia de género. “Esta es una lucha integral, no solo de la Policía, lastimosamente todo el tema investigativo y de prevención lo asume en su generalidad la Policía porque somos los más visibles, pero demanda un compromiso de todas las instituciones, juntas vecinales y colegios. Estamos en contra de cualquier tipo de violencia hacia las mujeres. ”, responde Terán.

Sobre si la entidad es machista, el comandante reconoce que algunos uniformados han sido protagonistas de maltrato, pero aseguró que están luchando contra esa “lacra” que daña la imagen que buscan proyectar. “Hoy más que nunca la mujer está en un rol protagónico”, agrega.

“Existen planes y disposiciones superiores para trabajar en esa situación con la sociedad en su conjunto”, asegura Cossío.

Uno de los mayores estigmas que carga la Policía es el de la corrupción. Terán dice que la entidad está comprometida “a transparentar” su actuación, “sentimos la obligación de mostrar a nuestro pueblo que debemos cambiar, prepararnos más en todos los temas, en relaciones públicas sobre todo”, dice Terán. Incluso el tema físico está en evaluación, especialmente a los ‘petacuditos’ los someten a miradas y entrenamientos quincenales y mensuales.

Sobre la calidad de vida, el uniformado está exento del régimen laboral que todos conocen. Puede afrontar, en situaciones extraordinarias, turnos de 24 horas y hasta 48. Casos como el de las quemas en la Chiquitania superaron a la regla, fácilmente los policías se perdían en las provincias por un mes, comiendo lo que encontraban y durmiendo donde podían. El salario mínimo para ellos, Bs 3.000, con descuentos queda en 2.800.

Hay quienes ven a la Policía como represiva. “No es que vamos en contra de nuestra conciencia, sino en cumplimiento de la ley, y la Constitución Política del Estado, en su artículo 251, dice que la Policía Boliviana tiene entre sus responsabilidades el restablecimiento del orden público”, defiende Cossío.

Las esposas de los policías merecen medalla al mérito y al valor, coinciden. Sin ellas, es muy probable que no pudieran sobrellevar el ritmo del oficio. “Por ellas asumimos el compromiso contra la violencia, ellas llevan las riendas de nuestro hogar. Los que cumplimos 30 años en la institución nos damos cuenta de la importancia de su rol”, dice Terán y reconoce que existe un índice de divorcios que merece atención. “Muchos casos tienen que ver con el trabajo, especialmente cuando hay cambios de destino a los que no podemos negarnos”, dice Cossío. Por ahora, las esposas sacrifican su desarrollo profesional por seguir a su compañero, aunque aseguran que eso está en negociación con la instancia nacional.

En las desgracias lucen inexpresivos. Y se defienden.

“Hemos estudiado para ser policías, eso no nos hace superhombres o supermujeres, ni nos aísla de la sociedad. Somos padres de familia, hermanos e hijos, de carne y hueso, tenemos sentimientos ante una situación grave, pero tenemos que sobreponernos por nuestra profesión”, argumenta Cossío.

La muerte de un camarada los hiere. “Pese a que tenemos el principio básico de entregar la vida a nuestra patria, por sobre todo no queremos perder una vida, entendemos que detrás de cada uniformado hay una familia”, dice Terán. Para eso cuentan con un seguro de vida de $us 10 mil y una compensación de las AFP’s. De igual manera, ven modos de ayudar con aportes propios.






Pendientes. Reconocen que necesitan más apoyo en tecnología y capacitación
en temas como terrorismo y medio ambiente, lo demostró la Chiquitania.

Canas verdes policiales

Así como la institución aborda sus debilidades, también expresa sus frustraciones con los hábitos populares, y traslada la reflexión a la otra parte.

“Hay aspectos culturales que la sociedad vive como normales; con nuestras limitaciones, ese es uno de los temas del acercamiento. Existen muchas infracciones a las normas de Tránsito, si decimos ‘no deben tomar alcohol o exceder la velocidad’, es lo primero que hacen. Eso dificulta nuestro trabajo”, lamenta Terán.

También reconocen que se dieron situaciones en las que arriesgaron sus vidas para capturar a delincuentes que luego fueron liberados por el sistema judicial. Sin embargo, aseguran que eso ha mejorado un poco, “ahora tenemos contactos más directos para reclamar y como Policía no lo vamos a permitir. Tenemos niveles de coordinación con el Ministerio Público, Tribunal Departamental de Justicia, con la finalidad de evitar anormalidades que afectan a la sociedad y a todo el entorno investigativo”, sostiene Terán.

Ahora la Policía ha puesto los ojos en la niñez y adolescencia como promesa de una sociedad mejor. El coronel Pompeyo Sánchez, jefe de Recursos Humanos, dice que se trabaja muchos en temas con ellos, como el bullying, las adicciones, violencia, etc.

Quieren ser amigables con la sociedad, pero no pierden de vista su brújula, “para ser libres hay que ser esclavos de las leyes”, deja muy en claro Cossío.


 
Paro cívico. La Policía cumplió un papel detonante tras la medida que se prolongó por 21 días.

Equipo radial. Conduce los programas que salen al aire a través de FM 101.8, Frecuencia Policial.