Bolivia agoniza bajo el peso de una crisis sin precedentes, producto de la más profunda incompetencia y el cinismo descarado de una clase política que ha convertido la gestión pública en un festín de privilegios, impunidad y una cuasi novela tragicómica que tiene a nuestro País, desangrándose, mientras ellos  se hacen llamados al “dialogo”, unos y otros se “victimizan” y de la forma más vergonzosa, rastrera y miserable quieren negociar por el Poder Público e impunidad. Mientras Bolivia sufre gracias a sus gobernantes, que de forma obscena hacen gala de su desconexión con la realidad.

La escasez de dólares ha alcanzado niveles catastróficos. Las reservas internacionales, que en 2014 superaban los 15.000 millones de dólares, hoy apenas alcanzan los 1.700 millones, cifra insuficiente para sostener dos meses de importaciones ¿Quién se llevó la plata y para qué? Este colapso no es producto del azar, sino de  MAS de una década de despilfarro, corrupción e inversiones faraónicas en empresas estatales deficitarias y la retorcida visión socialista que es ya sabido, tanto empírica, como  históricamente que constituye la receta ideal para el empobrecimiento de los Países, el totalitarismo y el enriquecimiento de los gobernantes.

En Bolivia, los bloqueos se han convertido en el pan de cada día, asfixiando la economía nacional, mientras el Gobierno, en su cobardía política, se niega a hacer cumplir la ley, que para unos es Draconiana y hasta con abuso de poder y para otros es un verdadero chiste de mal gusto.

Santa Cruz, motor económico del País, sufre pérdidas millonarias diarias y el País entero sufre, ante la mirada complaciente de autoridades que privilegian el cálculo político sobre el bienestar ciudadano.

La desfachatez, alcanza los niveles inéditos cuando, en medio de la peor crisis económica en décadas, el Gobierno pretende imponer nuevos impuestos con su “impuestazo” ya anunciado para enero de 2025. Es como seguir sacando sangre de un moribundo, sin ninguna contemplación. Mientras que los ministerios multiplican sus gastos  y los funcionarios públicos viven como si fueran “Raleza” en este tan sufrido País y así, quieren seguir desangrando más a Bolivia

Las soluciones existen, pero requieren voluntad política y coraje que obviamente no lo tiene este Gobierno, porque ellos están únicamente pensando en seguir sangrando al Pueblo y cubanizar Bolivia (pero no para ellos, ya que también pretenden terminar multimillonarios como se sabe que paso con Fidel Castro, su círculo y familia). Eso quieren.

El plan y debería ser seriamente considerado, consiste en lo siguiente:

1. Dolarización inmediata de la economía para frenar la hemorragia de divisas y restaurar la confianza. El boliviano se está convirtiendo en papel pintado, y necesitamos estabilidad monetaria urgente.

2. Reducción draconiana del gasto público: cierre de empresas deficitarias estatales, eliminación de ministerios redundantes y del recorte del 50% en el personal de libre nombramiento. Los políticos deben apretarse los cinturones antes, dejen de aprovecharse del Pueblo, sirva a Bolivia y que no sea el Pueblo el que les sirva a ustedes.

3. Reforma judicial: destitución de jueces y fiscales que actúan como sicarios políticos. La justicia debe dejar de ser un ejecutor del partido de gobierno.

4. Apertura total a la inversión privada en sectores estratégicos. El Estado ha demostrado su total incompetencia para manejar empresas; es hora de atraer capital y conocimiento técnico.

5.Eliminación de toda restricción a la exportación de productos agropecuarios. El productor boliviano necesita libertad para comercializar sus productos al mejor precio posible.

La realidad es brutal: mientras las familias bolivianas hacen malabares para llenar la canasta familiar, los funcionarios públicos, construyen mansiones.  Empresarios cierran sus negocios por falta de insumos, los hijos de la nomenclatura oficialista estudian en universidades extranjeras con dinero público y hay varios casos conocidos que ahora ya son “exitosos empresarios acaudalados”.

La crisis económica está desgarrando el tejido social del País: profesionales calificados deben emigrar en busca de mejores oportunidades, el desempleo urbano alcanza cifras alarmantes, y la informalidad se dispara ante la desesperación. Los hospitales públicos carecen de insumos básicos mientras las clínicas privadas se vuelven inaccesibles para la clase medias.

El tiempo de la retórica vacía se acabó. Bolivia necesita un shock de realidad y medidas drásticas para no convertirse en otra Venezuela. La historia juzgará duramente a los actuales gobernantes y los de hace más de una década que son los mismos, por hundirnos en la miseria por la codicia, avaricia y la estupidez con la que se está manejando este País, que ya está en profunda crisis y de la cual costará mucho salir .