En el marco de nuestras efemérides departamentales, es crucial reflexionar sobre la Santa Cruz que hemos construido y la que queremos seguir edificando. Esta tierra ha demostrado ser un motor económico del país, un epicentro de emprendimiento y desarrollo que ha atraído inversiones y oportunidades para todos. Sin embargo, este avance no puede deslumbrarnos al punto de ignorar las áreas donde aún estamos en deuda como sociedad.​

La Santa Cruz que quisiera es más justa y equitativa, pero para lograrlo debemos reconocer que el Estado central ha tenido deudas históricas con nuestra región en áreas críticas como la salud y la educación. La realidad de estos sectores es sumamente crítica y deben ser prioridades en la gestión pública, en pro de brindar mejor calidad de vida a todos, las exigencias de estos sectores deben ser de apoyo general de toda la sociedad.

El pacto fiscal es el camino necesario para corregir estas desigualdades. A través de una distribución más justa de los recursos, podemos garantizar que estas necesidades sean atendidas de manera más eficiente y directa. Sin embargo, este proceso debe ir de la mano con la profundización de nuestras autonomías. La descentralización es clave para que las soluciones se adapten a nuestras realidades y no sean impuestas desde el centro del país. Esas decisiones, son y deben ser de competencia propia.

Nuestra sociedad cruceña, tan reconocida por su hospitalidad, debe luchar frente a los discursos de odio que algunos líderes quieren implantar, nuestra fortaleza reside en la unidad de todo aquel amante y defensor de nuestro departamento. Somos una región abierta, pero ahora más que nunca, buscan dividirnos y no podemos permitir que la institucionalidad cruceña en su conjunto pueda llegar a verse afectada, las personas pasan, las instituciones quedan y son estas que, a lo largo de la historia han logrado grandes éxitos y beneficios para los cruceños.  La Santa Cruz que sueño es una donde el respeto mutuo sea norma y no excepción, donde cada habitante nacido o no nacido, sin importar su contexto, se sienta parte de la sociedad.

En el ámbito cultural, no podemos ignorar que la diversidad es una de nuestras mayores riquezas, pero muchas veces nos resistimos a reconocerla. La Santa Cruz que quisiera es aquella que celebre lo tradicional, pero que abrace lo nuevo con el mismo entusiasmo. El mestizaje cultural debe verse como una fortaleza, no como una amenaza a nuestra identidad. Para ello, necesitamos fomentar más espacios de diálogo y cultura que incluyan a todos los sectores de la sociedad. El factor económico, es el primer espacio de encuentro, pero no es suficiente y deben plantearse nuevos escenarios para salir en conjunto adelante.

Políticamente, es esencial reconocer que estamos en un momento donde los líderes deben dar un paso más allá de la gestión administrativa (en la mayoría de los casos deficiente). El bienestar colectivo no puede seguir siendo una promesa electoral; debe traducirse en hechos concretos. La Santa Cruz que quisiera tiene líderes capaces de ver más allá del corto plazo, que no solo respondan a las demandas inmediatas, sino que construyan soluciones sostenibles para los problemas que ya están aquí: el déficit de infraestructura, la inseguridad y la falta de servicios básicos son problemas de larga historia.

Por último, pero no menos importante, está el aspecto ambiental. Hemos sido testigos de la devastación de nuestros recursos naturales. Los incendios, la deforestación y la falta de conciencia ecológica están poniendo en peligro no solo nuestra biodiversidad, sino nuestra calidad de vida. La Santa Cruz que anhelo es una que entienda la importancia de proteger sus áreas verdes, que respete y cuide su flora y fauna. El desarrollo no debe estar reñido con la sostenibilidad. Necesitamos una planificación urbana que priorice el medioambiente y que asegure que nuestras futuras generaciones puedan disfrutar de un entorno sano.

Esta Santa Cruz que quisiera no es una utopía, pero tampoco es una realidad que se pueda alcanzar sin esfuerzo y compromiso. Esta ciudad y su gente tiene todo el potencial para ser un referente nacional e internacional de progreso, pero debemos trabajar juntos, con visión y empatía, para asegurar que ese progreso se refleje en el bienestar de todos sus habitantes. Construyamos una Santa Cruz, de y para todos los cruceños.