Por: Silvana Vincenti

En España, donde radica, es normal que los ancianos dejen este mundo con la total conciencia de que tenía que ocurrir tarde o temprano.

Le preocupa que en Bolivia esto no sea tan común, y que la gente pase por la vida sin la preparación adecuada para partir de ella.

Jackeline Suárez Zabala es boliviana de nacimiento, pero doctorada en Sicología en España, con especialidad en Geriatría, Gerontología y en ayudar a morir, ese verbo al que muchos temen y del que poco se habla.

Desde hace seis años cambió la consulta de parejas por lo que se conoce como terapia de duelo y en los últimos tres años y medio acompañó a morir a 70 pacientes de la tercera edad.

Aprendió todo con un renombrado psiquiatra español, Diomenge Carreras, que había sufrido un ictus y que finalmente falleció.

La técnica

Jackeline ha creado su propia técnica, que fusiona los conocimientos de la Sicología con la fe, ya que ella es creyente.

“Preparo al enfermo terminal, solo a los que tienen más de 65 años. Los seres humanos no sabemos morir bien, sobre todo los que no tenemos la cultura de la muerte asumida. Descubrí que los ancianos eran la última generación con fe en España, los de la edad de nuestros padres menos creyentes, pero los mas jóvenes ya no creen. Soy católica, aproveché esto y lo uso como herramienta, hice un mix con mis técnicas y mis teorías aprendidas en la universidad para tratar el duelo”, explica.

Su método está basado en agradecer a la vida y a la fe, dice que le resulta más fácil porque no es lo mismo hablar a una persona que no cree en nada sobre la aceptación, ya que no espera nada al otro lado. “El ser humano siempre necesita más. Las personas creyentes creen que se van a encontrar con sus padres cuando mueran, o con sus hijos muertos, con Dios, la Virgen, etc.”, explica.

Al principio le costó que su propuesta fuera aceptada, “no solo por mis pacientes, sino por el entorno, mis compañeros de trabajo se reían, me decían ‘estás mal, esto ya no es Sicología, te estás saliendo de la ciencia e infringiendo la normativa’”, recuerda.

Hoy en día ese es su sello personal al realizar la terapia del duelo. “Partiendo de que cumplo la normativa, hago lo que quiero, cada quien tiene su método y este es el mío”, defiende.

Suárez explica la dinámica en España, donde aunque no es legal, es común que la gente decida que es tiempo de partir con ayuda de la morfina. Y es cuando ella entra en escena, para ayudar a que los pacientes se vayan en paz, reconciliados con la vida.

“Cuando les aplican la morfina se mantienen con vida máximo una semana, mientras están conscientes hago mi trabajo. Se puede hacer rápido o no, según el estado del paciente. Si la persona tiene una deuda familiar, es impresionante cómo se aferra a la vida. En ellos el denominador común es la soledad, aunque tengan muchos hijos. No todos toman bien la dependencia física, hay los que se deprimen y los que se ponen agresivos. Doy soporte emocional a ellos y también al entorno, incluso hay el momento de las confesiones y si es necesario llamar a personas para que pidan perdón, se hace, o se lleva a un cura para que el paciente se marche en paz”, describe.

Suárez sugiere tenerlos en casa, “siempre es mejor el cariño de la familia que de desconocidos y dejar de contarles los problemas, situarse en la época de ellos y no jugar con sus partes íntimas al cambiarlos”.

El cuidador también merece especial atención. “Debe estar bien emocionalmente y también tiene que prepararse para el duelo, porque cuando muere la persona, quien lo cuidaba no sabe qué hacer con su propia vida”, dice.

Jackeline Suárez es doctora en Sicología, formada en España. Actualmente se
especializa en asistir a personas desahuciadas, sobre todo en la tercera edad