Santa Cruz de la Sierra se alista para celebrar la efeméride departamental este 24 de septiembre, una fecha que siempre ha sido sinónimo de alegría y optimismo. Sin embargo, en medio de las dificultades que enfrenta la ciudad, cada vez resulta más difícil hablar de que la urbe se viste de gala para la ocasión. Los crecientes problemas urbanos están erosionando la calidad de vida de sus habitantes, y esta realidad debe ser abordada.

Al recorrer la urbe cruceña, es evidente el deterioro. Las calles están llenas de basura y el desorden reina en muchas áreas, particularmente en los mercados. El servicio de limpieza no es suficiente para manejar la cantidad de residuos generados diariamente, y la falta de un sistema adecuado de tratamiento de residuos sólidos empeora la situación. Sin un programa eficiente de separación y reciclaje de residuos, será imposible mantener limpia y ordenada a la ciudad.

A esto se suma la falta de conciencia cívica de los ciudadanos, quienes arrojan basura en la vía pública sin reparo. La quema de desechos en los hogares es otra costumbre dañina que no solo contamina el aire, sino que también pone en riesgo la salud pública. Este comportamiento irresponsable refleja una desconexión con la responsabilidad ambiental, un problema cultural profundo que se debe enfrentar. Recuperar el espíritu de pertenencia de todos los cruceños es una tarea urgente.

El rápido crecimiento de la capital ha sido caótico y desorganizado. Las áreas periurbanas se expanden sin una planificación adecuada, lo que ha llevado a la proliferación de barrios informales con serias carencias de infraestructura. Este crecimiento descontrolado ha aumentado la presión sobre los servicios públicos y los recursos naturales, creando una ciudad que parece crecer más rápido de lo que puede manejar.

Santa Cruz necesita un cambio de enfoque urgente hacia la sostenibilidad. La gestión de residuos, el manejo del agua y la creación de más espacios verdes deben ser prioridades. El sistema de transporte público, actualmente ineficiente, también necesita reformas profundas para reducir la dependencia de vehículos privados, lo que contribuiría a disminuir la congestión y la contaminación.

La ciudad capital se ha convertido en el núcleo de un área metropolitana que incluye a municipios como Warnes, Cotoca, La Guardia y Porongo. Este crecimiento plantea nuevos desafíos que requieren una visión estratégica a largo plazo. La expansión urbana también está ejerciendo una presión considerable sobre los recursos naturales, como los acuíferos y las áreas ecológicas existentes. Un plan metropolitano debe incluir estrategias conjuntas para gestionar estos recursos y asegurar un desarrollo equilibrado que no comprometa el medio ambiente.

Para enfrentar estos desafíos, los municipios que conforman el área metropolitana deben trabajar bajo un marco regulatorio común. Actualmente, no existe una gobernanza metropolitana efectiva que coordine los intereses de todos los actores involucrados. La creación de una entidad metropolitana que supervise y planifique el desarrollo de esta gran región es esencial para garantizar un crecimiento armónico y sostenible.

Este 24 de septiembre, mientras celebramos los logros y la historia de Santa Cruz, también es un momento para reflexionar sobre el futuro de la ciudad. Los desafíos son enormes, pero no insuperables. Con un liderazgo visionario, una ciudadanía comprometida y una planificación metropolitana efectiva, la urbe cruceña puede recuperar su brillo y convertirse en una ciudad más limpia, ordenada y sostenible para las generaciones venideras.