La aplicación de experiencias de aprendizaje en las aulas permite a los estudiantes desarrollar habilidades prácticas, a su propio ritmo y respetando sus diferencias, equipándolos de habilidades específicas que les permitan enfrentar problemas y situaciones de la vida diaria y del ámbito laboral con mayor eficacia.

Las experiencias de aprendizaje son actividades educativas diseñadas para que los estudiantes adquieran conocimientos y habilidades de manera significativa y práctica. Estas experiencias suelen ser interactivas y están orientadas a resolver problemas reales o simulados, fomentando el pensamiento crítico, la colaboración y la creatividad.

“El diseño de experiencias de aprendizaje se centra en la adquisición de conocimientos a través de la práctica y la aplicación. En lugar de simplemente memorizar información teórica, los estudiantes desarrollan competencias prácticas y aplicables que pueden utilizar en situaciones del mundo real”, explica Leslie Vidaurre, de la Jefatura de Enseñanza Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Aprendizaje

De acuerdo con la consultora internacional Edu-Labs, las experiencias de aprendizaje deben seguir al menos siete principios para ser efectivas:

1.            Principio de la integralidad: la educación debe abordar no solo aspectos cognitivos, sino también emocionales, sociales y físicos, para formar estudiantes completos.

2.            Principio de la actividad: los estudiantes aprenden mejor cuando participan activamente en su proceso de aprendizaje, a través de la práctica, la experimentación y la reflexión.

3.            Principio de la individualización: cada estudiante es único y tiene su propio ritmo de aprendizaje. La enseñanza debe adaptarse a las diferencias individuales para maximizar el potencial de cada alumno.

4.            Principio de la socialización: el aprendizaje también ocurre en contextos sociales. Interactuar con otros estudiantes y el docente favorece la colaboración, la comunicación y el desarrollo de habilidades interpersonales.

5.            Principio de la motivación: un estudiante motivado aprende mejor. Es importante generar interés, curiosidad y compromiso en los alumnos para fomentar el deseo de aprender.

6.            Principio de la significatividad: los contenidos deben tener relevancia y conexión con la vida cotidiana de los estudiantes, lo que les permite entender mejor y aplicar lo que aprenden en su entorno real.

7.            Principio de la autonomía: fomentar la capacidad de los estudiantes para aprender de manera autónoma y tomar decisiones informadas es clave para su desarrollo integral.

Esta metodología es especialmente eficaz para preparar a los estudiantes para el éxito en sus carreras y en la vida diaria, ya que fomenta un entendimiento más profundo y duradero de los conceptos.

“La creación y aplicación de experiencias de aprendizaje fomenta la retención a largo plazo. Los estudiantes retienen mejor la información cuando la aplican activamente; también, desarrolla competencias prácticas ya que los estudiantes adquieren habilidades que son directamente relevantes y útiles en su campo de estudio y futura carrera y, finalmente, promueve la autonomía y la confianza”, apunta Vidaurre.

Sin embargo, a pesar de sus ventajas, el diseño de experiencias de aprendizaje enfrenta algunos desafíos.

La formación de profesores en estas nuevas metodologías, la evaluación de competencias prácticas y la integración de la tecnología en el aula son algunos de los obstáculos que deben superarse. Sin embargo, las oportunidades que brinda este enfoque educativo superan con creces las dificultades, preparando a los estudiantes para un futuro lleno de posibilidades.

Ante esta situación, la consultora educativa KnowledgeWorks, sugiere tomar en cuenta seis pasos al momento de diseñar y aplicar las experiencias educativas.

             Identificar el contexto: se debe comenzar por entender el entorno y las necesidades de los estudiantes. Esto ayudará a diseñar experiencias relevantes y significativas.

             Definir objetivos claros: establecer qué queremos que los estudiantes aprendan y cómo se medirá su progreso.

             Crear situaciones desafiantes: diseñar actividades que presenten problemas o desafíos que los estudiantes deben resolver. Esto motiva a los estudiantes a involucrarse activamente en su aprendizaje.

             Fomentar la participación activa: animar a los estudiantes a participar de manera activa, ya sea a través de la exploración, la experimentación o la resolución de problemas.

             Aplicar conocimientos en contextos reales: es importante asegurarse de que los estudiantes puedan aplicar lo que han aprendido en situaciones prácticas o reales.

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