Cuántas veces pensamos algo y actuamos en sentido contrario, generando una sensación de malestar interno, difícil de superar.

En psicología, la disonancia cognitiva se conoce como la tensión o incomodidad que percibimos cuando mantenemos dos ideas contradictorias o incompatibles, o cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos.

Este fenómeno psicológico se da con mucha frecuencia en nuestro comportamiento. A veces, nuestras ideas se contradicen con nuestras conductas. Se da cuando vemos, por ejemplo, que tratamos de convencernos de salir con unos amigos sin tener ganas. Después, fuera de casa, nos sentimos mal porque nos hemos obligado a hacer algo que no queríamos.

“La disonancia cognitiva crea malestar psicológico y una tensión que puede llevarnos a tratar de justificar nuestras acciones en base a nuestras creencias o modificarlas para que se acomoden mejor a lo que hacemos, entre otros mecanismos”, explica el psicólogo Jorge Callisaya, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Por ejemplo, según el experto, las personas que experimentan esta tensión pueden afrontarla mediante el cambio de sus actitudes que modifican sus creencias y valores, y la adopción de otras actitudes que estén adecuadas a esta disonancia.

Por otra parte, pueden tratar de justificar la decisión que tomaron a pesar de entender que su proceder no fue el correcto o el cambio de comportamiento observable, para que éste se ajuste a sus creencias.

“Como ejemplo está el consumo de tabaco, se sabe que es dañino a la salud, pero se quiere creer y hasta se justifica de mil formas para pensar que no es un problema. Ocurre con otros aspectos en la vida cotidiana donde se toma decisiones a sabiendas que no son las correctas y se procede a justificarlas a sabiendas que se tendrá más problemas”, acota.

Cómo se relaciona con el autoengaño

Muchas veces la disonancia cognitiva se puede confundir con el autoengaño, señala el experto.

“Al tratar la disonancia cognitiva como un conflicto interno previo a la ejecución de la conducta, se llevan a cabo justificaciones tratando de autoconvencernos sin afectar a nuestra escala de valores y creencias, de que nuestros actos están bien y no hay más reparo. Esta situación es interna y previa a la conducta, no la modifica, sólo la justifica y es aquí que se elabora una mentira”, explica.

Una vez realizada la conducta, la persona que siente esta disonancia busca exteriorizar a su contexto, a la gente que lo rodea, la justificación previa, minimizando su importancia y busca convencer al mayor número de personas, es aquí que se configura otro nivel de mentira afectando los valores morales y éticos.

“Si se presenta la mentira como autoconvencimiento persistente, se puede llevar a configurar la idea de la inevitabilidad de sus comportamientos, atribuyéndole una importancia irreal persistente en un tiempo importante, esto para poner la idea de protección a uno mismo y posiblemente a otros como justificante”, agrega.

De esta manera, la disonancia cognitiva explica nuestra tendencia a la autojustificación. La ansiedad o tensión que conlleva la posibilidad de que hemos tomado una decisión equivocada o de que hayamos hecho algo incorrecto, nos puede llevar a inventar nuevas razones o justificaciones para apoyar nuestra decisión o acto.

Por otra parte, es importante señalar que la disonancia cognitiva sólo se produce cuando los sujetos tienen libertad de elección al realizar la conducta. Si es obligado a hacer algo en contra de su voluntad, no se produce esta tensión (aunque convencernos de que nos obligaron también puede servir como autojustificación para reducir el malestar).

La reflexión nos puede llevar a comprender mejor el conflicto interno

Reflexionar y reconocer el conflicto

Callisaya explica que la disonancia cognitiva es un proceso normal, pero si se presenta muy a menudo puede afectar la estabilidad interna de las personas que la experimentan. Por lo tanto, es importante llevar una gestión saludable de reconocimiento de cuáles son las conductas que nos llevan a sentirla.

“Para ello es necesario reconocer cuando se está en situación de conflicto interno y tomarse el tiempo para poder emitir una solución de acuerdo a nuestra escala de valores y creencias”, manifiesta.

En caso de que se presente de todas maneras, las personas deben tomar la decisión de aceptarla o enfrentarla de manera positiva.

“A pesar del sufrimiento debemos reconocer el equívoco y, si es necesario, expresarlo como medida correctiva (si ésta involucra a otras personas). La reflexión nos puede llevar a comprender mejor el conflicto interno y, a futuro, resolver situaciones similares de manera constructiva”, explica.

Por otro lado, si existe carencia de habilidades sociales para reconocer nuestro equívoco, lo cual nos lleva a un sufrimiento interno constante, es mejor buscar apoyo en profesionales de salud mental, concluye el experto.

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