Los docentes pueden ahorrar hasta un 60% de tiempo destinado a tareas administrativas gracias al uso de la inteligencia artificial (IA) y la automatización; el tiempo ahorrado puede, a su vez, ser usado para preparar mejores lecciones, personalizar el aprendizaje de sus estudiantes o investigar, indica un informe realizado por la consultora internacional McKinsey.

De acuerdo a información de la consultora, los docentes emplean alrededor de 50 horas semanales en la enseñanza, pero tan solo el 49% de ese tiempo lo dedican al contacto directo con los estudiantes. Por consiguiente, más de la mitad de la jornada laboral de los educadores se destina a la planificación educativa, un lapso que podría disminuir de manera significativa con la adopción de herramientas de IA.

“Si nos fijamos en todas las actividades en las que están trabajando los profesores, hay una serie de cosas que hacen que no están orientadas a los estudiantes, sino que son simplemente administrativas. El enorme potencial de esta tecnología es: ¿cómo podemos ayudar a mejorar las profesiones y liberar tiempo para que luego pueda reutilizarse? En el caso de un maestro, le permitiría dedicar más tiempo directamente a los alumnos para ayudar a mejorar sus resultados. Es solo un ejemplo, pero hay muchas analogías con otras profesiones”, señala el reporte de la firma internacional.

Reducir un 60% del tiempo necesario para estas labores es posible gracias a la inteligencia artificial y otras tecnologías. Esto permite que los profesores se centren más en la enseñanza directa y el respaldo emocional a los alumnos. La investigación indica que las labores en la elaboración de recursos didácticos, por ejemplo, suponen para los maestros, aproximadamente, cinco horas por semana.

Entre estas tareas se incluye la búsqueda de materiales ya existentes, la creación de recursos propios y la integración de tecnología educativa. Al emplear herramientas de IA, en vez de cinco horas únicamente se precisarían 90 minutos. La calificación y adaptación del contenido educativo demanda unas ocho horas semanales, pero con la utilización de IA se reduciría a solo cuatro horas y media. En resumen, el ahorro semanal podría oscilar entre 6 y 15 horas.

Por su parte, Clara Solórzano, magíster en educación superior y responsable de la Jefatura de Enseñanza Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, explica que, gracias a la IA, los profesores pueden buscar ejercicios, contenidos y recursos específicos que atienden a diferentes estilos y ritmos de aprendizaje. 

“El docente puede utilizar la inteligencia artificial con una visión más amplia, por ejemplo, personalizando el aprendizaje para cubrir las necesidades de educación de los estudiantes que están teniendo dificultades”, señala.

Esto no sólo facilita la adaptación de las lecciones para aquellos estudiantes que enfrentan dificultades, sino que también asegura que cada alumno tenga acceso a un conocimiento más personalizado y efectivo. 

Al automatizar tareas administrativas y repetitivas, los docentes ganan tiempo valioso para dedicarse a la creación de lecciones más innovadoras y recursos de aprendizaje más eficaces.

Otra ventaja significativa, según Solórzano, es la posibilidad de mantenerse al día con los contenidos más actuales y las tendencias de su disciplina, a fin de acceder a “investigaciones de punta y trabajos que realizan sus pares de universidades top del mundo para adaptarlos a su realidad educativa y a la de sus estudiantes”.

Además, la IA permite una retroalimentación inmediata a los estudiantes a través de plataformas virtuales, mejorando así el proceso de aprendizaje continuo.

Otras ventajas de la aplicación de la IA

Además, la aplicación de la IA en la labor docente tiene ventajas adicionales al ahorro de tiempo, como son:

1 Personalización del aprendizaje

Un primer impacto es la personalización del aprendizaje. La IA facilita a los docentes comprender mejor a sus estudiantes al proporcionar acceso a más datos y métricas sobre el proceso académico de cada alumno. 

Los algoritmos avanzados permiten adaptar los contenidos educativos a las necesidades específicas de cada estudiante, teniendo en cuenta su ritmo de aprendizaje, estilo de aprendizaje y áreas de fortaleza y debilidad. Esta personalización no solo optimiza el tiempo dedicado al estudio, sino que también mejora la comprensión y retención de la información.

 2 Nuevos recursos educativos

El segundo impacto es la capacidad de enriquecer las clases. Con herramientas de IA, los profesores pueden implementar diversos elementos que motiven a los estudiantes a participar más activamente en el aula.

Un ejemplo es la posibilidad de crear “prompts” con características específicas para diseñar perfiles de docentes mejorados y adaptados a diferentes asignaturas.

Los tutores virtuales y asistentes virtuales impulsados por IA están proporcionando un apoyo adicional a los estudiantes. Estos sistemas son capaces de responder preguntas, explicar conceptos y ofrecer recursos educativos adicionales, brindando un enfoque más personalizado y accesible para el aprendizaje autodirigido.

3 Procesos de evaluación

Por último, la inteligencia artificial contribuye a la creación de mejores evaluaciones. Los profesores pueden aprovechar esta herramienta para desarrollar actividades que ayuden a los alumnos a alcanzar habilidades específicas, generando un sinfín de ideas que, combinadas con el conocimiento del docente, resultan en exámenes y pruebas técnicas más efectivas.

“Hay que aprovecharla, porque es tanta la información que tiene que, nosotros como docentes, deberíamos ayudar a los estudiantes a filtrar la información correcta y ser críticos en la selección de la información, pero limitarlos no tiene sentido”, puntualiza, por su parte, Génesis Dánae Selaya Ticona, docente de la carrera de Ingeniería de Sistemas de Unifranz.

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