Más allá de las formas tradicionales de formación de riqueza, mediante la explotación de los recursos naturales, de la transformación de los materiales y el cultivo de alimentos, existe otro yacimiento, uno que depende de la mente humana, de la inventiva, la innovación y el talento para prosperar: la economía creativa.
“La economía naranja se basa en dos pilares: la creatividad del ser humano y la cultura de las civilizaciones. Hoy que tenemos problemas en la agroindustria, recursos naturales y la economía extractiva, el mundo está apuntando, no solamente a aquello que sea tecnología pura para tener éxito, sino a aquello que es más intangible, más social, como es el buen vivir, la gastronomía, la música, el diseño, las editoriales o el propio talento humano, todas ellas facetas de la economía naranja”, expresa Rolando López, vicerrector de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Del 21% de la Población Económicamente Activa (PEA), alrededor de 1.428.000 personas, forman parte de la economía creativa, según datos del del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES), en base a datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) . Las ciudades con mayor porcentaje de trabajadores en actividades creativas son La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y Chuquisaca.
López remarca que este tipo de economía está muy ligada a la habilidad humana de generar algo nuevo, a la economía del conocimiento y de las ‘mentefacturas’. Es una economía donde los actores principales no se habían percibido como importantes económicamente porque no tenían la conciencia plena de que se los podía considerar como factor fundamental del diseño de nuevos bienes y servicios tan necesarios para el desarrollo empresarial.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), estima que en América Latina la economía creativa o también conocida como “naranja” representa cerca del 4% del PIB regional.
¿Por qué naranja?
El expresidente colombiano Iván Duque y Felipe Buitrago en su libro "La economía naranja, una oportunidad infinita", aseguran que este color "suele estar asociado con la cultura, la creatividad y la identidad".
Una de las banderas del gobierno de Duque en Colombia (2018-2022) fue el apoyo y desarrollo de la economía naranja, que contó con una inversión de $us 1,4 billones para su fortalecimiento y que hace referencia a un modelo en el que la diversidad cultural y la creatividad son pilares de transformación social y económica del país, desde las regiones.
Verónica Ágreda, rectora nacional de Unifranz y secretaria académica de la Asociación de Universidades Privadas de Bolivia (ANUP), sostiene que “existe un enorme potencial en la economía creativa porque es una alternativa interesante a aquella que nos expone a seguir utilizando nuestros recursos naturales”.
El potencial del país en el ámbito de la economía naranja es vasto y diverso. Sectores como la artesanía, la moda, la gastronomía, la creación de software o, incluso, la educación, representan un campo fértil para el desarrollo económico. Por ejemplo, la presencia de diseñadores de moda en diversas regiones del país subraya el talento local que, con el apoyo adecuado, podría trascender fronteras y convertirse en una fuente significativa de ingresos y empleo.
Santiago Laserna, director de proyectos de economía creativa en el CERES, destaca la importancia de la economía creativa como una alternativa al modelo económico tradicional basado en la explotación de recursos naturales.
“Es fundamental para países como Bolivia, donde aún no se ha alcanzado un nivel óptimo de desarrollo. Promover la economía creativa no solo apoya a los sectores culturales y artísticos, sino que también fomenta el emprendimiento y los negocios privados, permitiendo que las personas sean sus propias fuentes de empleo y generen oportunidades laborales para otros”, señala.
Salir del extractivismo
Laserna enfatiza la necesidad de romper con la trampa del extractivismo que ha mantenido a Bolivia centrada en la explotación de recursos naturales. “La economía creativa representa una salida más sostenible y diversificada, basada en la innovación y la creatividad, menos dependiente de grandes inversiones de capital”.
Tomando en cuenta esta nueva mirada, el Instituto de Progreso Económico Empresarial (IPEE) de Unifranz, entre 2022 y 2023, realizó el Censo de Economía Naranja en Cochabamba. El estudio muestra que la región pasó de ser el granero de Bolivia a albergar nuevos ecosistemas de turismo, salud y educación “for export”.
“Cochabamba pasó de ser el granero de Bolivia a ser consciente de sus inmensos yacimientos de talento creativo”, destaca López.
El censo dio cuenta que el 68% de esta economía naranja es informal, es decir que no tiene el Número de Identificación Tributaria (NIT); un 23% es considerado un emprendimiento formal porque sólo tiene el NIT y no su registro en el Servicio Plurinacional de Registro de Comercio (Seprec); y el 9% tiene todo en orden. De este universo naranja, el 54% está dedicado a la gastronomía; un 9% a la moda, un 8% a la industria de productos; un 5% a las artesanías; y otros.
Datos de la Federación de Entidades Empresariales Privadas de Cochabamba (FEPC) reportan que en 2023 la economía creativa generó Bs 870 millones de ingresos en 11 rubros enfocados en innovación y creatividad: artes escénicas y espectáculos, artes visuales, audiovisual, diseño, editoriales, educación creativa, fonografía, industria de alimentos y bebidas, publicidad, software de contenido, turismo y patrimonio cultural.
Este próximo 13 y 14 de noviembre en Cochabamba, Unifranz con el apoyo de CERES, organiza el Foro de Economía Creativa, un evento que busca fomentar el desarrollo sostenible de la ciudad a través de la promoción, fortalecimiento y visibilización del ecosistema creativo local. Este encuentro contará con la participación de Ágreda, López y Laserna, además de grandes exponentes del tema, como el colombiano Felipe Buitrago, experto en industrias culturales y creativas y el chileno Ricardo Román, director del colegio Alberto Blest Gana, reconocido como uno de los 100 mejores colegios del mundo.
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