A través del talento y la creatividad de los emprendedores, la economía naranja busca dejar de depender del extractivismo y diversificar el desarrollo del país, mediante propuestas innovadoras, cultura y tecnología.
“La economía creativa se basa en dos pilares: la creatividad del ser humano y la cultura de las civilizaciones. Hoy que tenemos problemas en el agro, tenemos problemas con los recursos naturales, con la economía extractiva, pues el mundo está apuntando, no solamente a aquello que sea tecnología pura para tener éxito, sino a aquello que es más tangible, más social, a temas del buen vivir, como la gastronomía, la música, el diseño, las editoriales o el talento humano, facetas de la economía naranja”, expresa Rolando López, vicerrector de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Según la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), la economía naranja o economía creativa es uno de los sectores de más rápido crecimiento en el mundo, contribuyendo con el 3% del PIB mundial, ya que, hoy en día, cada vez más personas convierten sus ideas e imaginación en medios de vida.
En tanto, la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) sostiene que los sectores cultural y creativo generan el 6,2 % de todo el empleo; es decir, casi 50 millones de puestos de trabajo en todo el mundo y emplean a más jóvenes (de entre 15 y 29 años) que otros sectores.
“La economía creativa promueve la inclusión social, la diversidad cultural y el desarrollo humano, factores que hacen que los sectores creativos resulten cruciales para la implementación de la Agenda 2030”, puntualiza el organismo internacional.
El potencial del país en el ámbito de la economía naranja es vasto y diverso. Sectores como las artesanías, la moda, la gastronomía, la creación de software o, incluso, la educación, representan un campo fértil para el desarrollo económico. Por ejemplo, la presencia de diseñadores de moda en diversas regiones del país subraya el talento local que, con el apoyo adecuado, podría trascender fronteras y convertirse en una fuente significativa de ingresos y empleo.
En el caso boliviano, la industria creativa, apoyada en la innovación y la tecnología, se ha convertido en uno de los principales impulsores del progreso económico.
En septiembre de 2023, se presentaron los resultados del Censo de Economía Naranja realizado por el Instituto de Progreso Económico y Empresarial (IPEE) de Unifranz, con el respaldo de la Federación de Entidades Empresariales de Cochabamba (FEPC) que devela que este sector generó 94.200 empleos en total; de los cuales 23.550 son directos y el restante son indirectos. De este universo naranja, el 54% está dedicado a la gastronomía; un 9% la moda, un 8% la industria de productos; un 5% las artesanías; y otros.
López apunta que la economía naranja está compuesta por emprendimientos pequeños y medianos que generan riqueza y desarrollo organizándose en clusters y segmentos, a diferencia de la economía extractiva que concentra recursos en pocas manos.
Por esta razón, es importante impulsar el desarrollo de estos clusters como un conjunto.
“Hay que ver distintos estamentos y segmentos. La gente que tiene el paradigma de que todo tiene que ser grande, todo tiene que ser a través de capitalizaciones y en negocios de grandes volúmenes ve como una insignificancia a la economía naranja, pero la gente que tiene una mentalidad más abierta y actualizada sabe que la economía basada en la innovación, que la economía segmentada, que las asociaciones y conglomerados como las MyPES y las PyMES son la base de la economía real y de la sostenibilidad de las regiones y países. Tenemos que salvar el planeta, en primer lugar, tenemos que cambiar de paradigmas y tenemos que, además, incrementar la autoestima y autoconcepto de nuestra gente”, explica.
La autoridad universitaria, que forma parte del Consejo de Economía Creativa Municipal de Cochabamba, indica que la economía naranja no sólo se circunscribe en la gastronomía o en las editoriales, sino en promover cada vez transformaciones para incorporar la tecnología a cada elemento de la cadena de valor sea este tangible o intangible.
“Si tenemos ese talento para desarrollar, no solamente soluciones tecnológicas, sino soluciones creativas y entendemos que este es el momento y el lugar, estoy seguro que a partir del talento de la gente y la aplicación de la tecnología, vamos a salir de cualquier crisis, no producto de milagros, ni de inversiones de afuera, sino de confianza interna y por eso necesitamos una Ley de Economía Creativa, que fomente la creatividad, la innovación, el crecimiento económico y el empleo y la identidad cultural y las alianzas públicas privadas sin ánimo de lucro”, manifiesta.
Por su parte, Santiago Laserna, director de proyectos de economía creativa en el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) indica que promover la economía creativa no solo implica apoyar a los sectores culturales y artísticos, sino también fomentar el emprendimiento y los negocios privados que puedan empoderar a los ciudadanos.
“Se debe fomentar la economía en general por medio de emprendimientos que independicen y empoderen a los ciudadanos para que ellos mismos sean sus propias fuentes de empleo y den fuentes de empleo a otras personas y dejen esta dependencia del Estado y de los recursos naturales”, afirma.
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