Lucas estudia Kinesiología y Fisioterapia en la universidad y pese a que está inmerso en los textos y temas propios de su carrera, acaba de tomar con mucho cuidado un libro de literatura infantil al que se entregó con una indescriptible alegría, como si de pronto tuviera nuevamente cuatro o cinco años de edad. Sus dedos recorrieron las líneas de puntos en relieve que le revelaban las vicisitudes de los niños con cabezas cuadradas y los problemas de aquellos otros que pierden sus lenguas por tenerlas muy sueltas. El lector estaba atónito, ¡al fin había encontrado un texto que lo sorprendía y lo ponía feliz, aunque no lo podía ver!

Se trata de Cuentos Antiberrinche, del escritor Alfredo Rodríguez Peña, obra que ha sido impresa en Braille por la Asociación Apréciame, una institución integrada por madres, padres y tutores de niños con discapacidad visual y múltiple que trabajan para brindar a sus hijos el soporte profesional, integral e innovador que necesitan para gozar de inclusión social y calidad de vida. Lucas es uno de esos jóvenes.

La reacción del universitario no es de sorprender. En Bolivia, las personas con discapacidad visual no cuentan con material adecuado para sus necesidades de lectoescritura. La Biblia, la Constitución Política del Estado y alguna que otra producción de la literatura clásica universal, a las que solo pueden acceder yendo a las bibliotecas de algunas instituciones especializadas, son los únicos textos que han logrado decodificar con aquel método que les permite relacionarse con el mundo. En literatura infantil, la carencia de libros en Braille es todavía más alarmante.

Si bien muchos de ellos conocen las aventuras de los chanchitos y el lobo o de Caperucita Roja porque alguien se las leyó en algún momento, la situación se complica cuando deben ingresar al colegio porque el sistema educativo boliviano no tiene libros de lenguaje, de historia o de ciencias naturales acordes a sus necesidades. El aprendizaje con recursos como el Braille no solo facilita la formación o instrucción académica de las personas con discapacidad visual; también les permite incluirse y participar en todos los demás aspectos de la vida, pero eso no sucede en Bolivia.

Ante esta situación, la Asociación Apréciame adquirió con mucho esfuerzo los equipos necesarios para el funcionamiento de su Unidad de Recursos con los que produce diferentes tipos de materiales que le permitan a uno de los sectores más vulnerables de la población el acceso a la lectura a través de textos en Braille, con macrotipo, con pictogramas, sensoriales y audiolibros. Sandra Heredia, presidente de la organización, señala que la idea es facilitar a los niños, jóvenes y adultos el material que precisan para que puedan leer, escuchar, explorar, y experimentar los libros de muchas formas y estimular con ello su desarrollo sensorial, la psicomotricidad fina, la coordinación de las manos y la creatividad.

Para concretar el proyecto, la asociación también buscó de manera prioritaria la propuesta literaria de autores nacionales. Fue en esas circunstancias que se produjo el encuentro con Rodríguez, quien, a su vez, impulsa una cruzada personal a nivel nacional en favor de la lectura y la protección de los niños contra toda forma de violencia, como el acoso escolar. El escritor cedió sus derechos de propiedad intelectual a Apréciame para que esta institución pueda distribuir el libro en el nuevo formato sin mayores inconvenientes.

Publicado en 2016, Cuentos Antiberrinche, el tercero de los libros de literatura infantil del autor cruceño, narra a los niños las consecuencias de portarse mal. Si bien es cierto que el berrinche es un mecanismo natural de comunicación al que los chicos apelan a cierta edad, cuando aún no han desarrollado todas sus destrezas orales para hacerse entender y atender, hay quienes abusan de dicho recurso y ponen en conflicto a su entorno familiar con sus rabietas y escandaletes que luego derivan en conflictos y situaciones de estrés para todos. Rodríguez ha convertido todos esos momentos críticos en lecciones para sus lectores, de manera que incorporen normas de convivencia y encuentren, de paso, que la lectura puede ser una experiencia grata y divertida desde el inicio.

Era 1812, cuando un accidente marcó para siempre la vida de Louis Braille, un niño francés de tres años de edad que perdió la vista al perforarse el ojo con una herramienta para coser. Más de 10 años después, aquel muchacho usó ese mismo instrumento para crear un sistema de lectura que hasta el día de hoy es empleado en todo el mundo por personas con discapacidad visual, como lo hace Lucas, el estudiante de Kinesiología y Fisioterapia. Poco más de dos siglos después, un nuevo título se suma a dicho sistema, con la novedad de que Cuentos Antiberrinche es de autor boliviano, tendrá un tiraje más amplio y estará a la venta de manera masiva.

El lanzamiento de este título se llevará cabo el próximo 4 de junio, a las 20:00 en el marco de la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz.

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