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Por culpa de tu amor vivo llorando, por culpa de tu amor desesperando, en un viaje triste se va mi vida y llevo en mi equipaje derrotas y alegrías... Por culpa de tu amor vivo muriendo, por culpa de tu amor, vivo sufriendo, por culpa de tu amor va naufragando el pobre corazón, está expirando... Mátame si quieres pero no me olvides, pero no me olvides, cariñito mío...”, dice la canción Nunca más podré olvidarte, de los Ángeles Negros, que puede aplicarse perfectamente a la obsesión que una persona siente por la otra. Esto, de lejos, aseguran los especialistas, no puede ser amor.

Isabel se puso de novia muy joven, a los 17 años, con un chico unos años mayor que ella. El primer año de relación fue normal. Ella sentía que tenía futuro y que parecía tener a su lado a una persona muy cuerda y centrada. Pasado un año y dos meses algo cambió. Su pareja comenzó con exigencias. Al principio fueron cosas leves como por ejemplo: “No llegues tan tarde de tu reunión”. 

Esto pasó desapercibido para ella, pero poco a poco las exigencias se volvieron más fuertes. Su pareja ya no solo quería que vuelva temprano sino que también la iba buscar y después la joven ya no tenía permiso para salir. Cada vez que tenía algún compromiso con sus amigas su novio le hacía un escándalo, poniendo de excusa que si salía le sería infiel y que él no aguantaría eso. 

Gradualmente la relación de ser algo sano se tornó en un infierno, en una cárcel. De ser alguien que demostraba muy poco sus celos, pasó a ser algo enfermizo. ¿Por qué cambio tanto? ¿Qué fue lo que pasó? Se preguntaba Isabel. 

Lo que pasó, dicen los especialistas en sicología cognitiva, fue que a este sujeto se le despertó la obsesión, algo que ni él mismo sabía que tenía. La expareja de Isabel llegó al punto de pegarle. Por suerte esa relación llegó a su fin. Lamentablemente a raíz de ese tipo de amor obsesivo es que a veces las personas llegan a dañar y hasta a matar a su pareja. 

¿Más amor que el amor?
En criterio de la sicóloga Claudia Tórrez el amor es un sentimiento tan intenso que puede resulta complicado reconocer dónde están sus límites y las diferencias con la obsesión.  Ambas experiencias tienen muchos elementos, en común pero llegar a confundirlas puede ser perjudicial para la vida social y para la salud emocional de la persona.

Expresa que confundir amor con obsesión, es habitual, y en muchas ocasiones hasta se llega a creer que el amor verdadero tiene ciertas características maníacas, como si la obsesión fuese más amor que el mismo amor.

Añade que una visión idealizada y altamente tóxica del amor romántico puede llegar a deformar este concepto que el dolor y la angustia que producen este tipo de relaciones son percibidas como algo positivo, parte del sacrificio que se supone que es amar. Pero este problema desaparece al comprender bien las diferencias. 

En la obsesión, detalla, hay celos enfermizos en el amor prima el respeto del espacio ajeno; el obsesivo cosifica al otro, el que ama da un trato más humano. El
primero tiene una exclusividad enfermiza y el segundo es realista.

“El que está obsesionado se basa en la baja autoestima, mientras que el que está enamorado en su relación. El obsesivo búsca sustituciones el que ama acepta al otro como es, este último asume responsabilidades, en tanto que el que tiene este trastorno echa la culpa al otro”.

Para reconocer si es amor o simplemente es una obsesión, los especialistas recomiendan plantearse las siguientes interrogantes: ¿Te sientes querido, amado y respetado? ¿Te comprende y te apoya tu pareja? ¿Sientes más energía para vivir o más bien te la quita?

“Hay relaciones sin salida, llenas de conflictos, en las que la persona siente la necesidad de seguir en ella. Si no hay respeto, buen trato, cariño y comprensión, no se engañen, no es amor, solo es baja autoestima”, indica la sicóloga Zulema Pérez.

Agrega que si tus pensamientos son negativos y de baja autoestima no hay que extrañarse de atraer a personas con esas mismas carencias. Cuando la persona no se valora, encuentra sentido a su vida en los problemas. Como no consigue la atención, la persona ve que a través de las peleas puede hacer sentir culpable al otro y de esa forma recibir cariño.

Este es el motivo de que la persona se vuelve adicta a las relaciones destructivas. Lamentablemente, esto no es amor y es dañino para la pareja. Lo ideal, agrega la sicoterapeuta, es mejorar la autoestima y enamorarse de uno mismo, solo así es posible ver que se encuentra dentro de una relación sin salida. 

Nada que ver con el amor

Para la sicóloga Liliana Zabala el amor no tiene ni punto de comparación con la obsesión, aunque nos han enseñado que el sufrimiento es amor. “El amor es un sentimiento sublime entre dos personas que se aman sin ataduras ni obligación. Ambos se complementan. Para llegar a amarse la pareja tiene que pasar mucho tiempo y momentos junta, conocerse a cabalidad y estar comprometidos e involucrados en la lealtad, el respeto, la fidelidad mutua; mientras que la obsesión es una enfermedad mental, una grave perturbación anímica, en la que los pensamientos, las ideas, y los sentimientos de preocupación acaparan el diario vivir de la persona”, explica la sicoterapeuta.

Agrega que cuando uno de los dos cónyuges está persiguiendo, insistiendo, suplicando o implorando algo de cariño, no es amor. “‘Yo soy tu complemento’, eso es amor. ‘Tú me perteneces’, eso es obsesión”, remarca.

El obsesivo asedia constantemente a la pareja, tiene alucinaciones y paranoia de ser engañado y creer firmemente en su propia idea errada, porque tiene su idea fija en el objeto de  amor y lo quiere para sí mismo.

Una persona obsesiva se caracteriza por ser manipuladora y chantajista, controladora y, a veces, hasta extorsionadora, husmea todo el tiempo, busca y rebusca tratando de encontrar algo que incrimine a su pareja. 

En caso del hombre, prosigue, es celoso en extremo, tiene la idea delirante y está convencido de que su pareja le es infiel. Incluso el placer solo es para el obsesivo, llegando a lastimar sexualmente a su pareja. El sexo puede llegar a ser violento porque él es ansioso. La obsesión tiene un carácter compulsivo y repetitivo, pues sabe que su sufrimiento, da resultados con la persona ‘amada’. 

¿Sabes si es un amor verdadero?

La sicóloga Zulema Pérez da pautas para distinguir el amor verdadero:

Es bueno examinar cómo tratas al objeto de tu interés: ¿como una persona o como un objeto? ¿Lo quieres a pesar de sus defectos? ¿Te comprometes a estar juntos  pese a los obstáculos? ¿Le has dicho todo de tí, aunque no sea bueno y sabes que así te aceptará? 

Hay que tener presente que no existe manera alguna de hacer que alguien se enamore del otro, no obstante, las acciones hablan más que las palabras. Analiza lo que das y lo recibes a cambio, ¿es igual, más o menos? Pregunta a un familiar o amigo de confianza su percepción, porque es probable que los que están fuera vean mejor las cosas que no ves, porque el amor es ciego.

Evalua qué tan seguro te sientes. ¿Tu pareja te apoyará a pesar de todo? ¿Estás preparado para comprometerte por el resto de tu vida?
Debes pensar cuánto tiempo llevan de relación. ¿Imaginas la vida sin tu pareja?

Tienes que analizar cómo piensas de la persona amada. ¿Tuviste un buen día o una mala experiencia y quieres hablarlo con tu pareja? 

Cuando discuten, ¿tratas de encontrar un terreno en común? ¿Ninguna discusión puede borrar el compromiso? ¿Valoras que tu pareja hable con la verdad, por más dolorosa que sea?

Toma en cuenta tus sentimientos para avanzar en la relación. ¿Estás cómodo con tu pareja y hay confianza? ¿Casarse es algo natural y lógico? Si todas las respuestas son afirmativas, entonces es posible que estés frente a un amor verdadero.