Por Ana María Copa Vásquez | Ilustración Will Quisbert | Fotos Internet

Cada mañana, despertar temprano es todo un martirio para algunas personas. Siempre nos falta unos minutitos más para dormir. Y entre la pugna constante con el despertador o con quien se atreva a 'desprendernos' de las sábanas y de esa suave y confortable almohada, pasa un tiempo valioso que puede ser mejor utilizado iniciando un día más productivo. 
 

Dantón Melgar, especialista en Neurofisiología Clínica y Juan Domingo Fabbri, sicólogo organizacional, coinciden en afirmar lo importante que es tener una motivación para levantarse de la cama cada día y empezar a realizar las actividades que más disfruta ya sea en el ámbito personal o laboral.
Solo así se cultiva el hábito de despertar con calma, renovados y listos para empezar  cada jornada con el pie derecho. Estos siete consejos pueden ayudarnos a avanzar firmes hacia ese objetivo. 

1.Identificar los tiempos de mayor  rendimiento. El sicólogo organizacional Juan Domingo Fabbri recomienda primero hacerse una autoevaluación para descubrir si uno tiene un mayor y mejor rendimiento durante el día o la noche. Una persona diurna es más activa por las mañanas y por lo tanto le cuesta menos despertar y  levantarse de un salto de la cama. 
En cambio, una persona nocturna, siente que aprovecha mejor las horas de la noche. A ese tipo de individuos les cuesta más levantarse, es como si tuvieran un motor interno que tiene que calentarse poco a poco para poder comenzar a funcionar. En opinión de este experto, es importante conocer ese comportamiento para identificar las horas en que uno es más productivo y organizar su jornada con mayor eficiencia.  

2.Verificar cuántas horas necesita uno para dormir. Dentro del proceso de autoconocimiento también es necesario cerciorarse cuántas horas realmente uno necesita dormir. Cada organismo es distinto. “Si uno no duerme las horas que necesita su cuerpo, siempre va a estar somnoliento", puntualiza Fabbri. 
En su opinión es posible preparar un día productivo desde la noche anterior, antes de irse a acostar.

Todo es cuestión de organizarse y alistar con anticipación lo que necesita para un buen despertar. En
ese sentido, no ayuda en nada si uno se trasnocha con frecuencia sabiendo que al día siguiente debe madrugar. Hay que aprender a priorizar obligaciones.

El especialista en Neurofisiología Clínica, por su parte, considera que hay que acostumbrarse a despertar a la misma hora. Para ello se debe tener una hora habitual para ir a la cama a dormir, a fin de que le dé tiempo para cumplir las horas necesarias de sueño. Así, el cuerpo se irá acostumbrando y no será difícil madrugar. 

3.¿Qué es lo que más te emociona hacer cada día?.  Si bien el despertador es útil para aprender a despertarse a una hora fija, el mejor aliado es tener una  motivación diaria, algo que entusiasme realizar, coinciden los dos expertos.

Si a la persona no le gusta su trabajo o cualquier otra actividad que tenga que realizar al día siguiente, entonces buscará retrasar su despertar lo más que pueda. 
“Si le permiten ingresar 10 minutos tarde al trabajo, entonces se tomará ese tiempo. Por el contrario, si disfruta lo que hace, incluso intentará llegar mucho antes”, explica Fabbri. Eso se ve por ejemplo, en personas que tienen programado un viaje o un evento especial.  Es tanta su ansiedad de ir que logran madrugar de un salto. 

4.Empezar a moverse desde el inicio.  La habitación es un lugar tranquilo de rélax, así que al despertar la persona tiene que salir de ahí lo antes posible, aunque solo sea para ir al baño o la cocina, aconsejan expertos de Entrepreneur.com. 
Cuando uno se queda en cama es fácil caer nuevamente en las ‘garras’ del letargo. Empezará a bostezar o a dar vueltas dando paso a la pereza. Levantarse e ir a lavarse la cara y los dientes pueden dar al cuerpo tiempo para reaccionar mejor.  Se aconseja beber un vaso de agua. Después de seis u ocho horas dormido, tal vez uno se sienta algo deshidratado, lo cual puede provocarle esa molestosa fatiga. 

5.Los primeros pensamientos cuentan.  Hay que tener cuidado porque el primer pensamiento en la mañana puede ser el mismo que el último que uno tuvo al acostarse. 
Si la última idea antes de dormirte fue algo como “no puedo creer que me tenga que levantar en seis horas, voy a estar muy cansado”, entonces el primer pensamiento cuando la alarma suene será “¿ya pasaron seis horas?, ¡quiero seguir durmiendo!”.
Así que la clave que sugiere el portal Entrepreneur.com es decidir conscientemente las intenciones del día siguiente cada noche para que mental y activamente pueda crear una expectativa positiva para el día de mañana.

6.Mover el despertador al otro lado del cuarto.  El despertador se ha ganado la antipatía de muchas personas. Y hay quienes optan por ‘hacerse los sordos’ y no darles atención aunque su alarma esté ‘gritando’ a viva voz: ¡Ya es hora de levantarse!  

Si uno es de aquellas personas que apaga el despertador tras que empieza a sonar y se vuelve a dormir, una alternativa puede ser moverlo tan lejos de la cama como se pueda. Eso forzará a la persona a levantarse y moverse, entrando en actividad y retomando energía

7.Evitar dar el ‘snooze’ a la alarma.  El ‘snooze’ es esa opción del reloj despertador que permite retrasar la alarma por unos minutos más. Melgar cree que no es una buena idea porque es la peor forma de empezar el día. En esos minutos extras el cuerpo no vuelve a descansar.  Más bien se lo está engañando haciéndole creer que tendrá tiempo para empezar otra fase de sueño. 
A los 10 minutos, cuando vuelva a sonar la alarma uno se levantará aturdido, con sensación de cansancio y de mal humor.

Por el contrario, Fabbri considera que el 'snooze' es favorable para aquellas personas que son nocturnas, porque les permite despertar gradualmente, como si fueran calentando motores. De ese modo se levantarán sin tensión ni aturdimientos   

Factores que influyen

Los ejercicios. Realizar actividad física en la mañana ayuda a levantar el ánimo y carga el cuerpo de nuevas energías. Investigaciones señalan que el ejercicio matutino disminuye la presión sanguínea, reduce el estrés y ansiedad y ayuda a dormir mejor en la noche.

La iluminación. La luz es importante porque le dice al cerebro que el día ha comenzado y envía señales al cuerpo para que deje de producir melatonina, la hormona que ayuda a regular el sueño. La luz artificial por las noches retrasa la activación de las glándulas pineales que producen melatonina y con el tiempo hace más difícil que se produzcan  lo cual (al contrario del ejercicio) hace más difícil que uno duerma.

Proteínas en el día y leche por la noche.  La proteína es difícil de digerir, por eso es buena durante el día. Si se la come en la noche esa misma digestión puede arruinar el ciclo de sueño. La leche por otra parte tiene mucho triptófano, una sustancia que induce el sueño, por eso es muy buena para finalizar el día.

Dejar la habitación solo para dormir. Es mejor no trabajar ahí, de esa forma el cerebro reconocerá la cama como un estímulo para dormir

El problema de las siestas. Las siestas de más de 25 minutos pueden dificultar que uno duerma por las noches.
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