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El hogar de Pulgarcito, que tiene las cuatro patitas quemadas, arde hace 78 días. ¿Podrá volver?
Salir a buscar a las especies vulnerables ante el fuego es un trabajo de horas bajo el sol y la noche, portando equipo y vestimenta pesada. En los dos rastrillajes realizados hasta el momento, por los incendios forestales, se ha rescatado 86 individuos en Roboré y San Matías, principalmente
7 de septiembre de 2024, 7:00 AM
Más pequeño que un gato doméstico, Pulgarcito camina demasiado lento, casi se arrastra. Es un tamanduá, un oso hormiguero melero, todavía es juvenil, solo verlo parte el corazón: tiene las cuatro patitas quemadas y muy bajo peso (2,7 kg), menos de lo que en realidad debería tener (3,5 kg).
Su nombre bien podría ser por su pequeño tamaño, pero también porque
le hizo una herida en el pulgar a su rescatista, ya que estaba malherido y a la defensiva. Al segundo día dejó de portarse agresivo y al tercero permitió que lo curen sin necesidad de anestesiarlo, "fue como que ya había entendido que no le íbamos a hacer daño y se dispuso a dejarnos hacerle todo", cuenta Cecilia Dorado, su rescatista y veterinaria, asegura que ya las identifica y que su recuperación está siendo favorable.
Eso sí, está incómodo por los vendajes, pero en palabras de sus cuidadoras "está bien lindo, esperamos que resista y aguante este proceso largo, cuando sane, será devuelto a su hábitat".
Llegó al Centro de Atención y Derivación de Fauna Silvestre (CAD) de la Gobernación, la brigada de veterinarios y biólogos lo rescató de los incendios forestales en Candelaria, zona del Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) San Matías. Esta zona está bajo el asedio del fuego hace 78 días sin que se pueda dar una tregua a sus habitantes, humanos y animales.
Tiene un pelaje corto y denso, de color amarillo pálido, con una característica "v" negra que cubre su espalda y hombros. Sus patas delanteras poseen fuertes garras, que usan para abrir termiteros y defenderse. Pero Pulgarcito no las puede emplear, tiene las cuatro extremidades vendadas, por sus quemaduras de tercer grado (son las más graves) que le llegan casi a las garras. La veterinaria Dorado advierte que su recuperación será lenta, pero el martes se sintió más optimista al ver que se levantó por primera vez y hasta se atrevió a caminar y buscar sus propias termitas.
En medio de la polémica sobre cuántas hectáreas se van quemando en nuestro territorio nacional, el osito hormiguero pelea por su restablecimiento para volver a estar entre los suyos. El Gobierno nacional dijo esta semana que la superficie quemada ascendía a 2,9 millones de hectáreas, y otras instituciones como Fundación Tierra (entidad privada especializada en la investigación del desarrollo rural sostenible), ha denunciado que en lo que va de este año, más de 4 millones de hectáreas han sido devastadas por los incendios forestales.
En lo que sí coinciden es en que San Matías es el municipio que se lleva la peor parte (1.152.440 Ha. quemadas, según la Gobernación cruceña), justo el hogar de Pulgarcito, hasta donde sus rescatistas esperan que pueda ser reinsertado, pero eso solo será posible si ya no está bajo la amenaza del fuego y si quedan zonas con vegetación para que tenga garantizado el alimento y por lo tanto, la vida.
"San Matías lidera la afectación en animales. Se tiene que priorizar para volver a salir hacia allá", urge la veterinaria Dorado, quien acompaña estas brigadas móviles y es parte del esfuerzo sobrehumano de las mismas, que han logrado rescatar y auxiliar a unos 86 individuos vulnerables. Hasta la fecha han partido dos, una a Roboré y otra a San Matías.
¿Qué se ha rescatado, mayormente?
Tamandúas, corechis (tatu bolita), lagartijas, zorros, lagartos -que son trasladados de una poza a otra porque donde estaban se estaba secando-, y ciervos.
Revelan que los decesos en animales se dan en gran medida entre los que tienen locomoción limitada, como tortugas y lagartos, pero también en aves. Cuando se les pregunta cuántos han muerto, aseguran que no pueden cuantificar, porque hay muchas especies de insectos que se pierden y anfibios que no llegan a salvar, "son cifras incalculables", afirma Eliamne Gutiérrez, responsable de monitoreo, control, rescate y fiscalización de fauna silvestre, de la Gobernación.
De la segunda brigada se trajeron una hurina bebé, que se llama Aria; también un cuyabo (ave noctura), un tapití (conejito) malherido porque se escapó de un depredador más grande; dos tamaduás (Pulgarcito y Churú) y un par de suchas. Una vez superen la etapa crítica, tienen que volver a su zona.
Gutiérrez hace notar que todos son animales de la Chiquitania. Muchas veces son los bomberos los que reportan los avistamientos de fauna en peligro, cuando entran a combatir los incendios. Lamentablemente, se trata de animales calcinados o muertos por la intoxicación por humo. "Son pérdidas que no se pueden recuperar más", lamenta.
Aria, la hurina bebé, llegó con dos semanas de nacida los primeros días de agosto. Hoy luce saludable, toma una mamadera de leche en la mañana y otra al final de la tarde, entre horas ingiere frutas y verduras. Costó mucho alimentarla al principio, perdió a su mamá y no sabía lo que era un pezón plástico de mamadera en lugar del de la madre. Mientras que ahora no suelta el biberón hasta que le da fin.
En cuanto al par de suchas bebés, los encontraron justo donde hicieron una línea de defensa contra el fuego. "Calculamos que por la noche las llamas iban a llegar hasta ellos, por la dirección el viento. Coordinamos a tiempo para ingresar al monte y salir", cuenta la veterinaria, y justo unas dos horas después de haber salido llegó el fuego y se quemó todo.
Se llaman Crash y Eddy. No llegaron a lastimarse, pero si la brigada no llegaba a tiempo, no tenían chance de sobrevivir. Ahora han subido de peso, su plumaje es crema porque son todavía pichones, recién les está saliendo el plumaje negro. Hasta ahora comen trozos de carne con pinzas.
Cómo es una brigada de rastrillaje y auxilio
El rastrillaje se empieza a hacer en las primeras horas de la tarde, a las 14:00, y dura hasta las 04:00 am, son más de 12 horas buscando a pie y en movilidad a los animalitos vulnerables. Una brigada está compuesta por veterinarios, biólogos y rescatistas (entre 5 a 6 personas), que reponen fuerzas y duermen hasta media mañana, y hacen atención en la clínica veterinaria, para después volver a equiparse y salir de nuevo a patrullar.
La mayoría son mujeres, entre veterinarias, rescatistas, voluntarias y pasantes.
Calzando botines altos de cuero, pantalones gruesos, chaquetones y camisas reforzadas entran a las áreas quemadas y calientes. En sus canguros ponen todo lo que se pueda, y así cada uno carga con sus implementos. Si divisan un animal herido, bajan con todo, incluyendo los 'atrapabicho' y jaulas. En el recorrido no prueban alimento, pero sí mucha agua y sustancias rehidratantes. Retornan cansados y hasta sin ganas de bañarse. Con tierra, hollín y sudor, el cansancio puede más y se acuestan a dormir, ya para el día siguiente habrá más fuerzas.
Dorado reconoce que faltan algunas cosas, especialmente EPP (Equipo de Protección Personal), es decir, cascos, cuelleras, protectores, guantes de cuero y camisas reforzadas.
Como los médicos, están siempre en apronte y preparados, si hay vehículo, chofer y combustible, parten. Ahora mismo, saben que hay que volver a San Matías, hay mucho por hacer allá, solo esperan la logística y la orden.
Desde que iniciaron los incendios forestales, a finales de julio, ya hubo dos brigadas, la primera fue a Roboré, por 5 días, y la segunda a San Matías, por 12 días. Estos son los dos municipios que reportaron mayor cantidad de pérdidas y daños en animales.
Son viajes que se hacen pesados por las distancias largas. "Es cansador", reconoce Dorado, que estuvo en las dos brigadas. Para llegar a San Matías se alistaron para 18 horas de viaje por tierra, se siente más largo porque hay que ir despacio, ya que el camino es inestable y nada puede poner en riesgo el éxito de la brigada. Solo la primera noche rescataron siete individuos que tuvieron que llevar a la clínica móvil que se instaló en la subgobernación. Entonces tuvieron que pedir refuerzos, porque si se quedaban atendiendo en la clínica, ya no no podrían salir a hacer más rastrillajes.
Ni bien llegó el refuerzo, siguieron con su misión que duró 12 días. Hasta la fecha, producto de los dos brigadas móviles se auxilió a 86 individuos, 34 tuvieron que ser rescatados y 5 traídos hasta el CAD (Centro de Atención y Derivación), por San Aurelio, en Santa Cruz. Ahí se puede realizar cirugías mayores, y si se requiere algo más especializado, lo hacen en veterinarias.
Dorado explica que hay distintos métodos de atención, a algunos se los restablece en el lugar (atención 'in situ' porque solo necesitan rehidratación o alimentación), generalmente les ponen un suero con vitamina y los dejan seguir su camino. "Ellos no tienen identificación con el humano y lo mejor es dejarlos ir", explica.
Otros tienen que ser rescatados y atendidos en la clínica móvil porque tienen heridas pequeñas. Cuando recuperan energía, los devuelven a la vida silvestre. Claro que eso implica que antes se aseguren que la zona a donde los devolverán no esté bajo peligro. Se fijan cuál territorio no fue tan afectado y no está con riesgo de que va a volver el fuego, además, tiene que ser un área a donde el animal pertenece y va a encontrar alimentos.
Gastos
Por cada brigada despachan un botiquín cuyo valor asciende a Bs 4.000, en el mismo va medicamento, suplementos, sueros y vendas. "Nunca es suficiente, siempre falta algo porque no sabemos qué especie vamos a encontrar más afectada por los incendios", confiesa Dorado.
Y con los animalitos que recuperan en el CAD se erogan gastos de alimentación y salud. Por ejemplo, Pulgarcito no solo come termitas, también leche deslactosada, Nestúm, suplemento con taurina (mejora la respuesta de recuperación del cuerpo), miel y Ades sin azúcar.
La campaña por Pulgarcito y sus compañeros rescatados de los incendios ya empezó esta semana. "Si te gustaría ayudar dejá tu donación en el COED o llámanos al 800108139", dice un anuncio en las redes sociales de la Gobernación cruceña, donde muestran el antes y el después del osito melero rubio.
Centros de custodia de vida salvaje
En Santa Cruz hay más de 12 centros de custodia. Algunos se especializan en cierto tipo de animal, como el Bioparque Curucusí, en Buena Vista, que se dedica más a las aves porque está a cargo de un biólogo que es ornitólogo.
Otro centro de custodia es el Biocentro Güembé o el mismo Zoológico. "Todos los centros están en custodia de individuos que vienen del tráfico de fauna, ninguno de sus animales llegó sano, ni es para el entretenimiento o ser expuestos al hombre", subraya Gutiérrez. "Han venido porque han sido mascotas o han sufrido un tipo de lesión que impide que vuelvan a la naturaleza", refuerza.
También hace notar que en el CAD solo están de paso, ahí se recibe a los animales para rehabilitarlos y derivarlos a un centro de custodia o reinsertarlos al bosque, según sea el caso. Actualmente hay menos de 50 animales, pero van a llegar más por los incendios. En septiembre acostumbran recibir hasta 200.
Los centros de custodia en el departamento son: Afasi, Santa María la Antigua, Ser Fauna, Zoo municipal, Ambue Ari, Las Parabas, Ocurutú, Candiré, CAD, Curucusí, Jacha Inti, Güembé, Ivaga Guazú, Ara Macao. Algunos de estos aún están en trámite. Por último, el centro de custodia de Play Land Park está en proceso de cierre y solo podrá consolidar aquello cuando derive hasta el último animal.
Un trabajo casi anónimo, pero que da satisfacciones
Todos los que trabajan en el CAD coinciden en los mismo: el de ellos es un trabajo muy hermoso. Los animales que cuidan no hablan, no saben dar las gracias, pero lo hacen de otra forma. Y es verdad, su presencia, sus ojos curiosos, sus gestos, transmiten un estado de paz y plenitud que no hay en cualquier otro lugar.
Las personas desconocen lo que ahí y en los otros centros de custodia se hace día a día.
Hace un año un chancho tropero atacó a Cecilia en el trabajo. Realmente fue cuestión de suerte que ahora esté bien porque pudo haber perdido la vida. "Lo criamos desde bebé, pero llega un momento en que los animales cambian de temperamento conforme a la edad. Un aroma o movimiento en falso pueden activar una reacción. Me desconoció y me atacó", recuerda y casi instintivamente se agarra sus cicatrices que son bien llamativas, las tiene en el brazo y el antebrazo derecho.
Su recuperación fue un proceso largo, sus heridas son grandes, hubo que hacer reconstrucción de tríceps, de la arteria y poner un injerto de un nervio cubital para que su mano tenga movilidad. Pese a que perdió la motricidad fina, ha vuelto al ruedo, nunca consideró dejar de hacer lo que hace. "Nací para esto", confiesa.
Los tamanduás la reconfortan mientras habla. Ella les da agua y se llena de satisfacción al comprobar de que están mejor. Esta será otra noche en que su corazón está lleno.
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