Los más fuertes y jóvenes de la pequeña comunidad de Paraizinho caminan sobre la arena ardiente que hasta hace poco era el lecho del caudaloso río Madeira, en la Amazonía brasileña. 

Habituados a ver el nivel del agua subir y bajar según la temporada, los moradores de esta aldea del estado Amazonas (noroeste) enfrentan esta vez la peor sequía en Brasil desde que se tiene registro, según el gobierno. Con temperaturas rayanas a los 40º C, las playas del Madeira se convirtieron en una pasarela infernal que atrapa a los mayores y los enfermos.

"Cada año es peor. El año pasado se secó más de la mitad (del río). Ya este año se secó casi hasta el otro lado", dice a la AFP Reis Santos Vieira, un agricultor de 69 años.

El Madeira, un afluente del Amazonas que se extiende a lo largo de 3.300 km incluido por Bolivia y Perú, alcanzó esta semana su nivel más bajo desde 1967, cuando empezó su monitoreo, de acuerdo con el Servicio Geológico Brasileño (SGB).   

"Y está previsto que cada vez empeore", anticipa el hombre canoso, con una gorra que lo resguarda del sol.

Los expertos relacionan al cambio climático la sequía histórica que vive Brasil, que a su vez desencadenó una ola de incendios en la Amazonía y en otras regiones del país.

"Momento muy difícil" 

En Paraizinho, la arena abarca casi un kilómetro y durante buena parte del día está tan caliente que lastima los pies. El paso fluvial a la vecina ciudad de Humaitá, esencial para el centenar de habitantes, se ha convertido en una especie de travesía por el desierto. 

"La gente está enfrentándose a esa playa a pie para transportar los alimentos y agua que necesitamos aquí. Es un momento muy difícil", se queja Sandra Gomes Vieira. 

En la sequía del año pasado una de sus hijas se quemó un pie cruzando el río seco. Esta vez la pequeña abandonó la escuela al ver la arena aparecer de nuevo. 

"Mi hermana está en tratamiento para el cáncer y no puede ir a la ciudad. El personal de salud está viniendo a su casa. Yo tampoco tengo mucha salud, pero todavía consigo llegar hasta allá. Con un esfuerzo en las piernas lo consigo", agrega Gomes.

Voluntarios 

Descalzos, cinco voluntarios de la comunidad cargan bidones de agua potable desde Humaitá hasta Paraizinho. 

"Aquí solo tenemos la ayuda de estas personas (...) Solo Dios y ellos", agradece Francisca de Chaga da Silva, quien recibe un bidón.   

El líder comunitario Joao Ferreira explica que el agua va a "las familias más vulnerables, que tienen pacientes con hipertensión y diabetes".

"Imagínese a una persona con hipertensión haciendo esa tarea. Sería muy difícil", enfatiza Ferreira. Ante la escasez de agua, los vecinos tratan la del río con cloro y la usan para bañarse y lavar platos o ropa.

Además, humo 

La pesca y la venta de productos agrícolas, principales actividades económicas de Paraizinho, también están en crisis por la prolongada sequía. 

"La playa creció mucho. Antes eran solo dos o tres meses" de sequía, "ahora vamos para cuatro, cinco meses", se alarma Ferreira.

La escena se repite por toda la ribera del río Madeira, una importante vía para el comercio de soja, pescado y combustibles. En algunas comunidades más alejadas de Humaitá la situación es más complicada, aseguran en Paraizinho.

Y a la histórica sequía se suma la nube de humo de los intensos fuegos forestales en la Amazonía brasileña, donde se han duplicado las conflagraciones en comparación con el mismo periodo del año pasado, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE). 

Los fuegos son en su mayor parte de origen criminal y a menudo ligados a la explotación agrícola de las tierras.

El clima "está más caliente este año. También hay más humo", dice Sandra Gomes. 

Una de sus hijas "ha estado sintiendo dolores en el pecho por ese humo. Antes ella no sufría de ese problema", se preocupa la madre. 

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva tiene previsto anunciar medidas contra la sequía en Amazonía en una visita este martes a la ciudad de Manaos.

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