Álvaro Ríos Roca*

Importantes reservas de gas natural, condensado asociado al gas y petróleo fueron descubiertas en el periodo de apertura a inversiones privadas entre 1995 a 2002. Ello, fruto de incentivos económicos y fiscales, seguridad jurídica exis-tente en el país, mercado con el contrato de compraventa de gas entre YPFB y Petrobras y mucho más. 

Resulta que una vez realizadas las inversiones y los descubrimientos, los pensantes, visionarios de corte socialista y nacionalista, comenzaron a reclamar la nacionalización del sector hi-drocarburos, el control de toda la cadena por parte de YPFB y captar más renta para el Estado boliviano. 

Entre 2004 y 2009 una serie de medidas tomadas nos comenza-ron a llevar a donde nos encon-tramos hoy en día. Con escasa produccion de energía y sin di-visas para importar lo que nece-sitamos. Es decir, un desabaste-cimiento cada vez más crónico y donde empiezan a verse los cupos como en Venezuela y Cuba.

En 2004, se hace un referéndum popular, que por supuesto, por la forma de su redacción, tuvo un voto favorable (que sabe la gran mayoría de un sector técnico como el de hidrocarburos).
En 2005 se impone una nueva Ley de Hidrocarburos (3058) que cambia las reglas de juego establecidas para los que invirtieron e invertirían capital de riesgo en el futuro, elevó los impuestos en boca de pozo al 50% y dio protagonismo a YPFB. 

En 2006, se comienza con el proceso de la “falsa” nacionalización con militarización de empresas e instalaciones, se cambian contratos y se eleva aún más la renta hidrocarburífera para el Estado. Las empresas que quedaron tomaron una parte del pastel que se les dio, otras se marcharon con jugosos montos por su parte accionaria y las otras se fueron a procesos de arbitraje, donde el Estado tuvo que calladito aflojar y pagar los fallos establecidos (falsa nacionalización).

En 2009 se otorga la estocada fi-nal al sector económico boliviano para gestar nueva inversión priva-da en el sector de hidrocarburos en particular. Se ponen candados constitucionales como la limitan-te de los arbitrajes internaciona-les y el manejo único del sector hidrocarburos por parte de YPFB.

Fruto de las reservas descubier-tas y el contrato de exportación de gas con Brasil iniciadas en 1999 y el posterior envío de gas a Argen-tina a partir del 2010, los ingresos suben como espuma. Con precios internacionales los dólares caían del cielo a raudales. Gloria para todos los que gastaron y mal gas-taron a mano suelta aproximada-mente $us 65.000 millones.

Épocas de gloria y de una corta bonanza rentista. Recuerdo frases de esas épicas épocas: “YPFB, la fuerza que mueve Bolivia”, “Tenemos un mar de gas que ustedes no visualizan”, “Bolivia, corazón exportador de energía de Sudamérica”, “Somos el país de la industrialización del gas“ y muchomás. Una propaganda goebelistí-ca infernal cuando el sector cami-naba en dirección contraria.

Desde 2013, los que algo cono-cíamos del sector de hidrocar-buros, visualizábamos y alertá-bamos que, a partir de 2015, se avecinaba una rápida declinación de campos de gas, condensado y petróleo. También advertíamos que necesitábamos inversiones nuevas en exploración (no en desarrollo) para lo cual era ne-cesario hacer ajustes al marco jurídico e impositivo. Lo anterior para reponer reservas y mantener producción de hidrocarburos que permitiría cumplir con la cre-ciente demanda para continuar exportando y no desabastecer el mercado interno en el largo plazo. No se hizo nada y la propaganda continuó hasta nuestros días.

La realidad hoy nos muestra que se cerró el mercado de expor-tación de gas natural a Argentina por adelantado, a Brasil solo se envía el 45% de lo que se expor-taba y se dejará de exportar, al pa-so que vamos, 2027/2028. El país comenzó a importar cada vez más diésel y al presente importa el 85% de la demanda total. En gasolina se importa un 51% de la demanda y las refinerías se van quedando sin materia prima. En 2025 empezaremos a importar GLP y al ritmo que vamos 2027/2028 terminaremos importando gas natural. 

Las importaciones este 2024, por gasolina y diésel bordearán los $us 3.200 millones y al 2030 serán de $us 5.100 millones con escenario de economía deprimida y a 80 $us/barril. Sufrimos ya un desabastecimiento crónico de gasolina y diésel y en breve habrá de GLP y después de gas natural, sino tomamos acción muy rápidamente. YPFB y el Banco Central de Bolivia se han quedado con escasas divisas para importar y mantener abastecimiento normal. 

Estamos hasta comenzando a vivir de dádivas y de ruegos como por ejemplo el reciente viaje de un ministro a Rusia para obtener diésel.
No hay energía más cara que la que no existe y la economía bolivia-na se comienza a resentir. Pedimos que urgentemente se promulgue una norma legal para que privados puedan importar y comercializar libremente gasolina, diésel, GLP y gas natural. Que se compita en servicio, precio y calidad. YPFB y el Gobierno pueden continuar produciendo, importando y sub-sidiando si así lo desean. 

Necesitamos el 2025, urgentemente, un nuevo marco jurídico que traiga inversiones en exploración de hidrocarburos, que cambie el giro de trabajo que lleva adelante YPFB y que se geste un regulador independiente.

Los bolivianos queremos un cambio de modelo económico y no vivir con desabastecimientos, haciendo largas filas y con cupos como en Cuba y Venezuela.

*Ex ministro de Hidrocarburos de Bolivia y actual socio director de Gas Energy Latin América.