La reciente calificación de Standard & Poor’s (S&P) sobre la economía boliviana refleja un panorama preocupante para el país. La agencia de calificación advierte sobre la desaceleración económica y los riesgos derivados del estancamiento político, que limitan la capacidad del Gobierno para abordar los desafíos económicos y cumplir con sus obligaciones de deuda. Las tensiones internas dentro del Movimiento Al Socialismo han complicado la aprobación de políticas cruciales y han intensificado las divisiones que afectan la cohesión del gobierno.

 El informe de S&P destaca que las proyecciones de crecimiento son desfavorables, con una expectativa de solo un 1,5% para 2024, debido a la caída en la producción y exportaciones de hidrocarburos. Este escenario es alarmante, ya que un estancamiento prolongado podría deteriorar aún más la liquidez externa del país y su capacidad para cumplir con los pagos de deuda. A pesar de estas advertencias, el Ministerio de Economía ha rechazado las estimaciones pesimistas de S&P, asegurando que ha cumplido con el 82% de sus obligaciones de deuda en 2024.

Este enfoque defensivo del Gobierno no oculta la realidad de un entorno económico que enfrenta serias restricciones. Los esfuerzos de consolidación fiscal y la búsqueda de financiamiento externo son vitales, pero la falta de transparencia y el clima político adverso podrían obstaculizar la recuperación. La situación exige un compromiso renovado hacia la estabilidad política y económica para evitar un deterioro aún mayor de la confianza en la economía boliviana.