No se me ocurre otro título para esta nota, conociendo los antecedentes y verdades que sabemos: que nuestros bosques están siendo arrasados por incendios provocados por infieles venidos de otros lares, que los causan sabiendo que esta devastación traerá consigo un cambio del uso del suelo, y la ocupación y el asentamiento definitivo, para no dejar rastro verde ni animalito que viva en la región.

Esto no es reciente, y las autoridades han permitido este saqueo inhumano con tal de tener votos en las próximas elecciones y tomar el poder, sin pensar en el daño que se está haciendo al patrimonio natural del oriente boliviano.

Pero, no les importa nada, su intención es dañar, es apresurar la puesta en marcha de un cambio de mentalidad de los habitantes del oriente, hacerlos pasar de firmes y rebeldes a humillados y sumisos, a la fuerza.

Empezaron con Pando y deben terminar con Santa Cruz, así copan todos los espacios orientales ‒amazónicos, llaneros, pantaneros, chiquitanos‒, y llegar tranquilos a sus nefastos intereses finales: quedarse con los votos, con las tierras de nuestras etnias y nuestros fértiles suelos.

No son solamente las quemas alevosas, sino también la extracción del oro en nuestros ríos. ¡Cuántos niños Tacanas y de otras etnias están siendo presa de contaminación y enfermedades por el mercurio, mientras los buscadores del oro aluvial pagan miserables impuestos, sacando millones de dólares a   los mercados externos!

Somos el tercer país en deforestar en el mundo, y estas gentes, comandadas por autoridades políticas amañadas, sombrías, ocultas bajo el oscuro centralismo odiador de hoy y de siempre, no saben que quemar el bosque es dejar sin humedad a la atmosfera, es secar más el medio ambiente, y por consiguiente, quedarse ellos mismos sin las condiciones para progresar, sin permitir que se recupere el bosque.

Es vergonzoso lo que nos hacen, pero también es vergonzoso observar pasivos y no unirnos para no permitir más deforestación por medio de estas quemas irracionales.

Las recientes reuniones con otros países y otras entidades para pensar si se declara desastre nacional a las zonas afectadas son otra burla cruel: cuando se iluminen, no quedará nada del bosque ni de la fauna.

No puedo, reitero, pensar en otro título para esta nota: son unos criminales, y como tales merecen cárcel, desde los maquiavélicos que los envían a quemar, hasta los jueces, que los liberan.

El problema del fraude del censo es crucial, pero también se merece nuestra urgente y firme protesta la deforestación, que alcanza aceleradamente el 80% del daño solamente en Santa Cruz, y no solamente en áreas donde se puede hacer uso agropecuario, sino también en áreas protegidas creadas para la conservación y el manejo sostenible de nuestro patrimonio natural.

Nuestro entorno natural, tan grandioso y envidiado, es lo más importante para nuestro futuro como nación. Lo pertinente es encarar con valentía la defensa de nuestros bosques y áreas protegidas, porque ir al campo a ver la depredación es sumirse en un llanto interminable.

Para los malignos invasores foráneos, el odio es tan fuerte que no les deja ver el daño que hacen, y que se infringen ellos mismos. Mientras sigan en lo mismo, los seguiré llamando criminales.

Espero que nuestras autoridades cívicas y el pueblo civilizado reaccionemos antes de que tengamos que poner en los museos del mundo un árbol entre vidrios, en un fanal, para mostrarles a nuestros hijos y nietos lo que perdimos por no pararnos a tiempo.