La democracia boliviana enfrenta momentos extremadamente difíciles. Parapetado en el Chapare, Evo Morales dirige un bloqueo criminal en el que francotiradores dispararon a matar contra policías que intentaron, sin éxito, despejar algunos puntos de bloqueo.

Morales y sus correligionarios declaran que cortan las vías para salvar la economía boliviana, ¡vaya paradoja! aunque se sabe perfectamente que el fin último del exmandatario es forzar su habilitación como candidato a la presidencia y quedar impune de las numerosas denuncias de pedofilia que le afectan directamente.

En este escenario, surge la inminente renovación de las directivas camarales que tendrán la responsabilidad de conducir el Órgano Legislativo durante el último año de gestión de Luis Arce Catacora.

Debe quedar absolutamente claro que los asambleístas están en deuda con el país y con la democracia. Sobran los dedos de una mano para identificar a senadores o diputados que, independientemente de su militancia política, han demostrado estar a la altura del desafío que supone legislar y fiscalizar con ética, idoneidad y transparencia. Por el contrario, abundan sindicaciones de corrupción, pedofilia y transfugio.

Un claro ejemplo de la conducta impropia del parlamento es Israel Huaytari, presidente saliente de la Cámara de Diputados. Lamentablemente, este parlamentario nunca aclaró el origen de sus bienes ante una denuncia de enriquecimiento ilícito impulsada por la propia Unidad de Investigaciones Financieras; evitó sistemática y reiteradamente la convocatoria a sesiones plenarias con el ridículo pretexto de eran demasiado costosas; fue fotografiado en una reunión impropia con un postulante a la Fiscalía General del Estado y trató de intimidar a los periodistas que le preguntaron sobre el encuentro, y también fue involucrado, entre otras denuncias, en un caso de extorsión a la empresa que brindaba servicios de catering en la Cámara Baja.

Considerando los antecedentes mencionados Huaytari no debería tener opción de lograr su reelección, pero nada se puede dar por hecho porque en política y en Bolivia todo puede suceder. Esta semana inician las negociaciones para conformar directivas, arcistas y evistas negociarán con diputados opositores y vaya uno a saber qué sorpresas deparará el destino, aunque nada bueno se puede esperar a juzgar con las condiciones personales de los masistas que aspiran a este importante cargo.

La incertidumbre reina también en la Cámara de Senadores. Andrónico Rodríguez culminará cuatro años de gestión y el 8 de noviembre marcará un récord histórico al finalizar cuatro años de mandato continuo en la presidencia del Senado. Rodríguez aspira a una nueva reelección. Hasta el momento tuvo habilidad política para conseguir el apoyo de la oposición, incluso con un polémico pacto político que firmó un año y que quedó en papel mojado. Sin embargo, el delfín de Evo Morales tendrá que decidir en los próximos días si sigue alineado a los caprichos del jefe de su partido o si se la juega por la democracia, tan simple como eso.

No es poco lo que está en juego. La Asamblea Legislativa, colmada de muchos políticos incompetentes, jugará un papel determinante en la legislatura que está por comenzar. Se viene un ciclo electoral muy difícil y con alto grado de incertidumbre. El Tribunal Supremo Electoral ha lanzado varias advertencias e incluso ha solicitado medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Por lo tanto, será fundamental tener algo de honestidad política para salvar los obstáculos que están por venir.