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Evo, entre ataques y sucesores
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1 de noviembre de 2024, 3:00 AM
El ataque en política, es una herramienta estratégica que requiere utilizarse con precaución y planificación. No se trata simplemente de insultar o difamar al oponente, sino de lograr objetivos específicos que beneficien al que promueve el ataque. El ataque sin estrategia, en la mayoría de los casos, termina lastimando al atacante y victimizando al atacado.
Este recurso en campaña, busca obtener votos para nuestro candidato y debilitar a nuestro oponente, electoral y psicológicamente. Si no estamos en una campaña, el ataque debe buscar demoler la credibilidad del adversario.
Esta acción necesita ser fácil de entender, precisa, creíble y novedosa. Requiere ser planificada con frialdad y ejecutada con pasión. Es crucial analizar la situación y considerar las consecuencias. En ninguno de los casos, puede basarse en mentiras o información falsa.
La reposición del caso de estupro contra Evo Morales, a finales de septiembre, es un ataque muy poderoso. Cumplió con varios de los preceptos citados, por esto es tan artero. La acusación es verdadera y existen antecedentes similares, fue el ministerio público el ariete, los medios de comunicación compraron el tema y, en términos políticos, alineó a todos los actores políticos contra el expresidente. Resultado: una bomba atómica.
Bolivia transita un periodo de anomia de valores sociales; una acusación a un político, por corrupción o narcotráfico, ya no generan repudio. Sin embargo, cuando los valores familiares se trastocan, sí genera indignación. Que el hombre más poderoso de Bolivia, embarace a una niña de 15 años, 40 años menor y este delito quede impune, toca la puerta de la conciencia y hace que este tema se mire con ojos de padres y hermanos. Es tan oscuro el tema, que raya en la perversión, que hasta Martin Sivak, su biógrafo lo sentencia.
El gobierno de Arce, no tiene la capacidad para hacer un estudio sobre un ataque de este tipo, no son tan sofisticados como otrora. Lo que ocurrió, fue que arrinconados en la esquina del cuadrilátero, luego de la marcha evista de Caracollo, sin carburantes y con el dólar a 11, cerraron los ojos y les salió un recto al mentón que estaba guardado 9 años, que tiro al piso al Jefazo, porque alineo todas las variables descritas.
Cuando se da un ataque en política, el atacado y el atacante, sufren dos efectos, la explosión y la implosión. Con el primer efecto, el voto duro se vuelve blando , este último posible, y el posible, difícil; con el segundo efecto, ocurre lo contrario.
En todas las encuestas, hasta agosto de 2024, el único actor que superaba los 20 puntos en intención de voto, era el expresidente Morales. Considero que por la comparación subconsciente por la economía en su gobierno y en gran medida, por él desbande del electorado de Arce. Evo se estaba comiendo a Arce.
Este ataque, en el mundo digital cuantificable, está generando un proceso de explosión demoledor en la composición del voto de Morales; es muy probable, que esto se transpole a otros escenarios. Este suceso, está invisibilizando electoralmente a Morales, en su carrera ya ilegal, a la re postulación. Aquí está, el punto más importante de esta historia. Sin embargo, este hecho no significa que Arce, se favorezca de un proceso de implosión. Gana tiempo y evita su peor escenario, que no es lo mismo que fortalecerse electoralmente. La crisis condena al presidente, no proyecta poder; la gente cree que Arce está más cerca del arpa, que de la guitarra.
Morales continua perdido y extraviado. En la mayor crisis económica de los últimos años, con sublime indolencia, bloquea el País entero, exigiendo impunidad y dilapidando aún más su capital político.
Pero, si bien el evismo está muy golpeado, no está muerto; no apaguen la luz, ni cierren el cajón. En sus filas tienen perfiles muy competitivos, que con una buena estrategia, pueden rápidamente reconectar con el voto del mundo popular y abanderar la defensa de las conquistas sociales de los últimos años, jugando con el miedo. Lenin Moreno y Alberto Fernández nos mostraron que a veces, en los grandes procesos políticos, con un rey asediado, un enroque en la política, puede terminar funcionando muy bien.