Ante la desesperación de la gente por falta de dólares y distribución irregular de combustibles para la maquinaria pesada, el gobierno nacional se pone la tarea de buscar la culpa de todos los males fuera de su entorno de poder, en los otros. En palabras de un viceministro: “malos empresarios e industriales están actuando políticamente para asfixiar económicamente al Gobierno a través de la especulación de precios de la canasta familiar”. Sin duda, una reacción discursiva fácil y floja para evadir responsabilidad gubernamental.​

Muchos gobiernos democráticos y no democráticas oyen (para la foto), pero no escuchan; es más, refutan cualquier discurso que viene de un enemigo o adversario por considerarlo mediocre y conspirador.

Si alguien que no es de su entorno de poder plantea una hipótesis (basada en evidencia empírica) sobre escenarios futuros dramáticos, no analizan su contenido, solamente quieren reconocer y gritar a los cuatro vientos su intencionalidad política de aquél: desestabilizar al gobierno. Es lo que se conoce como la falacia ad hominem (contra el hombre).

Un problema estructural del gobierno de Arce es que no sabe escuchar. Aplica a la perfección la falacia referida. El presidente está contra los “opinadores”. En sus palabras (hace 4 meses), “No hay fundamentos económicos que hagan pensar de una crisis económica, como he visto de algunos opinadores, que alarman, pero no tienen fundamento”. Los identifica con dos atributos: neoliberales y vende patria.

A pesar de que los “opinadores”, sobre todo en el área energética y económica han alertado desde hace mucho tiempo sobre lo que hoy estamos viviendo: reducción de reservas gasíferas y consecuentemente escasez de divisas, más lo perjudicial que es el excesivo gasto público en empresas estatales deficitarias, el gobierno sigue sin escucharlos. Posiblemente, los dos atributos mencionados son motivos suficientes para no tomar en cuenta sus recomendaciones.

Asimismo, en el contexto de la división interna del MAS, el presidente acusa el expresidente de ser el causante del desastre, y, al mismo tiempo, Evo acusa Arce de no tener capacidad para gobernar. Ambos se quieren librar de la responsabilidad personal mediante la culpa ajena. Probablemente el ciudadano común tiene más claridad sobre quiénes son los verdaderos responsables.

En tiempos de crisis (decisión) es necesario y urgente escuchar las demandas de la gente y la palabra de los expertos para actuar en consecuencia. Urge salir de este statu quo insostenible porque el malestar social es lo que más crece. Más todavía cuando se ha acelerado el ciclo preelectoral y todos los escenarios se politizan.

Politización que no ayuda a aclarar el panorama, al contrario, lo ofusca. Esto es tan peligroso como no saber escuchar y creer erróneamente que “los otros” son los malos.