Roberto Unterladstaetter K.

Rachel Carson bióloga marina norteamericana publicó el 27 de septiembre 1962 el libro: Primavera silenciosa en el que se advertía de los efectos perjudiciales del incipiente uso los pesticidas en el ambiente, especialmente en las aves y culpaba a la industria química de la creciente contaminación. Algunos científicos calificaron al libro de fantasioso, pero para muchas personas se trata del primer libro divulgativo sobre el impacto ambiental mientras que se ha convertido en un clásico de la concientización ecológica. Se considera que el libro Primavera Silenciosa inspiró una seria y consciente movilización ecologista que consiguió que el Departamento de Agricultura de los EUA revisara su política sobre pesticidas y​ que el DDT fuera prohibido por la legislación sentando las bases para la creación de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA).Carson no promovía la prohibición de pesticidas en las prácticas agrícolas sino su uso responsable.

Lo interesante del caso es que el DDT salvó amillones de vidas en Europa al controlar vectores que transmitían el tifus transmitido por pulgas después de la 2ª guerra mundial en la población paupérrima sobreviviente. Lo mismo hizo contra la fiebre amarilla y la malaria al controlar los mosquitos en países tropicales. Gracias al DDT fue posible concluir el Canal de Panamá empresa en la que el genial Ing. Eiffel había fracasado por miles de decesos causados por la fiebre amarilla y la malaria. Al masificarse su uso doméstico con el nombre comercial de FLIT seguramente aun en la memoria de los adultos mayores se pasó del uso al abuso, lo que sigue siendo un problema aun hoy con todos los agroquímicos. En la agricultura también tuvo sus momentos de gloria hasta que empezamos a conocer los problemas de residualidad, desarrollo de resistencia, acumulación en los tejidos grasos de los animales y muchos otros problemas.

En 2006 Primavera Silenciosa fue considerado uno de los 25 libros de divulgación científica más importantes de todos los tiempos y en 2015 se lo consideró como uno de los 20 libros más influyentes en el tema, y el portal desde el cual profesionales y técnicos, científicos, ambientalistas serios trabajan para conocer más y entender mejor este paradigma de producir más con ventajas económicas pero con un altísimo costo ambiental cooptado por el mercantilismo irresponsable.

Después de esto, cientos de miles de páginas de estudios científicos nos informan sobre el problema de los agroquímicos aplicados sin cuidado ni criterio. Gracias a Dios y a la presión de ambientalistas serios las grandes empresas farmacéuticas gestoras de los agroquímicos (más por conveniencia que por conciencia) ya también consideran esta situación crítica y tienden a adaptarse a la idea de desarrollar productos para la protección vegetal que además de mantener la productividad de los campos sean más amigables con el ambiente físico y la biodiversidad.

Por otro lado, los insumos naturales, el control biológico ya tienen una buena base en Santa Cruz, falta bastante pero ya se va en el sentido correcto. Muchos ciudadanos entre ellos agricultores, ganaderos, madereros conscientes, conocedores, de buena voluntad y con sentido común entienden el problema y hacen lo necesario para ir hacia una actividad agropecuaria y forestal saludable y sostenible, casi al final del punto de no retorno, pero con muchas esperanzas y ganas de revertir la situación.

La lucha ahora es contra la ignorancia de todavía bastantes agropecuarios, grandes, medianos y chicos pero torpes, que no quieren entender que los recursos disponibles para el futuro de sus hijos y nietos y su posible bienestar económico provendrá de un ambiente natural sano y sostenible y no de uno calcinado. Ya hicieron lo suyo en el altiplano los castizos y los originales, ya quemaron toda la vegetación de la altipampa para la fundición de los minerales para obtener los metales, entre ellos la plata, dejando eriales y una población nativa reducida a mendigos. De ahí el resentimiento, el complejo de inferioridad y el odio hacia a Santa Cruz.

Luego que el efímero poder les llegó a ellos (los de la reserva moral de la humanidad) y de 12 a 14 años de despilfarro, de inversiones en obras faraónicas cuya construcción no se justifica salvo para aquellos que las realizan siempre con fines clientelares y dentro del más estricto protocolo cleptócrata.  Una vez pasada la fiesta y la borrachera y la consecuente resaca y evidente malversación, la ineptitud y deshonestidad entre otras virtudes de los que sabemos disqué éticamente intachables, se les ocurrió en 2019 entre los meses de julio y octubre iniciar incendios en el bosque seco chiquitano, en uno de los biomas más exquisitos, importantes y grandes del planeta, incendios catalogados como uno de los mayores desastres ambientales del subcontinente.

Sun Tsu (544-496 a.C.) en el Arte de la Guerra escribía que: Un hombre malo es capaz de quemar su propia nación hasta los cimientos para poder gobernar sobre sus cenizas. En la década de 1960 al ‘70 el Ejército de los EEUU utilizó un defoliante, subproducto de un herbicida: el 2,4,5 T (agente naranja, subproducto contaminante de la fabricación del herbicida citado), en 1991 Sadam Hussein en su retirada durante la Guerra del Golfo del Golfo Pérsico incendio los pozos petroleros de los kuwaitíes causando inmensos daños ambientales causando inmensos daños a la humanidad. J.E. Morales incendió la chiquitania.

Todos conocemos los resultados de estas intervenciones ambientalmente terroristas, los americanos perdieron la guerra, Sadam Hussein fue colgado y el de acá se fue a tomar pulque a México. Es notorio e interesante que ninguna de las organizaciones, seudo “ambientalistas”, “ecologistas” aquellas que permanentemente están contra los “transgénicos”, contra el “monocultivo” que acusan a todos los soyeros, cañeros, ganaderos y otros agropecuarios de extractivistas, predadores, monocultivistas etc., los que generan trabajo,  no se manifiestan en contra de los incendios provocados por un modelo que prioriza la ignorancia y la mentira por sobre el conocimiento y la verdad.

Es que la mentira como herramienta de poder es mentir constantemente y no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien o el mal, y un pueblo así privado de poder pensar y juzgar está sin saberlo ni quererlo completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así puedes hacer lo que quieras (H. Arendt). Y lo están haciendo gracias a la tolerancia hasta irresponsable (¿cobardía?) de los cruceños, la ignorancia y brutalidad de los pachamamistas.

Desde 2019 las quemas, incendios y otras agresiones ambientales hasta la fecha están organizadas en gran parte por personal entrenado para perpetrar la criminal agresión hacia Santa Cruz  y programado por el fraude altoperuano traducido en terrorismo ambiental por los mismos que crearon la novela de la madre tierra, el respeto a ella, su cuidado lo que para muchos fue un rayo de esperanza. Lamentablemente solo otra falacia.

Recurrentemente estos catastróficos eventos de terrorismo ecocidas se salen de control, y la tropa de ineptos siguen mintiendo cuando insisten sobre lo exitosos que son los “bombardeos de nubes” cuando hasta un investigador novato puede demostrar que no fueron ni existieron. Millones de mamíferos, reptiles, aves, insectos, básicos para el biosistema han sido asesinados con una muerte espantosa. Las dimensiones del desastre son globales y apocalípticas, que no pueden ni han de ser juzgadas por tribunales bolivianos por razones obvias, pero como la magnitud de este crimen ya alcanzó dimensiones mundiales pronto aparecerán organizaciones que reclamarán la presencia de los responsables ante tribunales internacionales.

Los delitos ambientales son imprescriptibles y los incendios son un delito penal (Arts. 347 y lll CPE), habrá pronto una generación que los demandará. Mientras tanto en el espacio natural del oriente boliviano habrá un silencio sepulcral en nuestra primavera, pero sentiremos un ruido ensordecedor reclamando por la vida calcinada.

El alevoso crimen de biocidio y terrorismo ambiental que nos ocupa y provocado por ignorantes y angurrientos inescrupulosos de diestra y siniestra (de derecha e izquierda, los criminales están en ambos lados) debe originar un cambio de mentalidad social a todo nivel con respecto a la naturaleza despertando la conciencia universal sobre lo que representa proteger el medio natural y el compromiso que la humanidad debe tener respecto al bienestar de posteriores generaciones.

La torpeza con la que se manejan estas catástrofes es un atentado contra el patrimonio natural del país y de la seguridad ambiental del planeta. Los centenares de héroes que lucharon y aún luchan contra este flagelo en su gran mayoría jóvenes estudiantes y profesionales comprometidos con el bienestar de la comunidad y su ambiente, serán los que pronto atestiguarán ante las organizaciones internacionales sobre este crimen provocador, los hombres de ceniza manejados y dominados por la ignorancia y el resentimiento en contra del cruceño y toda la humanidad.