Carlos Guzmán Vedia

Para 1981 la inestabilidad política en el país era propiciada por el ocaso de los regímenes militares, la agudización de la crisis económica y el resurgimiento de las voces liberales que abogaban por la recuperación de la democracia como sistema político, todo esto atizado por una polarización política mundial producto de la guerra fría.

En ese contexto, René Zavaleta Mercado vería con sospechas el advenimiento democrático y desde una lectura crítica redacta el texto Cuatro conceptos de la democracia (México:1981), para aclarar que la democracia no puede ser entendida desde una perspectiva clásica, funcionalista y occidental, discurso que los entusiastas dirigentes de entonces intentaban irradiar en el país como una verdad sine qua non.

La democracia como movimiento general de la época; es la primera idea que identifica Zavaleta. Y es que “la democracia está contenida en la dictadura”, haciendo ecos hegelianos para explicar a la democracia como el sistema político que viene posterior a los regímenes totalitarios, acompañada del capitalismo y las fuerzas productivas constituidas por el hombre libre. Y es en el capitalismo -el sistema económico de la burguesia- donde se puede encontrar igualdad y libertad, condiciones para la reproducción del capital. Es así, que no se puede concebir un sistema capitalista sin la democracia como su sistema de representación. Sin embargo, también advertía que “la incapacidad de autorrepresentarse es caracteristica de los pueblos que no se han convertido en naciones.”

Lo que da pie para el segundo concepto que plantea don René. La democracia como representación, pues si es el Estado el encargado de impulsar el capitalismo en un territorio, será la sociedad civil la que se encargue de las formas de la democracia, y la principal forma es la representación. Pues “ningún sistema capitalista o socialista, puede evitar la idea de la democracia representativa”, y será a través de los partidos políticos donde la democracia representativa encuentre su mayor esplendor. Un país sin partidos políticos, es un país sin representación democrática. Recordemos que para los años 80, una gran cantidad actores políticos se fueron constituyendo en partidos, lo que fue el génesis para la recuperación de la democracia y el sistema de partidos que se cristaliza el 10 de octubre de 1982. 

En la parte más teórica, la tercera noción que ofrece es la democracia como problema de la teoria del conocimiento. Él arguye que la democracia es un acto estatal, y como tal, la superestructura desarrolla normas y burocracias que se consolidan en su fase jurídica, lo que vendría a llamarse el estado de Derecho o la forma racional de dominación en un sentido weberiano. Zavaleta desconfía de las formaciones institucionales y del entretejido normativo que precisa una democracia consolidada. No es para menos, a sabiendas que es la clase dominante en el poder, la que construye y diseña las leyes que rigen al Estado de Derecho de acuerdo a sus conveniencias políticas y para proteger a sus aliados en el mercado del poder. Es por eso, que se queja afirmando que La democracia funciona como una astucia de la dictadura. Y es por el acto estatal. La torpeza de las instituciones; pues al final es el Estado el que ejerce el monopolio legítimo de la violencia, esto vendría a ser el momento no democrático de la democracia.

La democracia como autorepresentación de las masas, la última idea que es el desideratum del ensayo, pues es en la masa como fuerza productiva y no como agregación -aclara el autor-, donde la sociedad civil se ve en acción en un estado patético, sentimental y épico de unificación. Las masas, la democracia y el sufragismo -agrego- es la esquina donde se encuentra la legitimidad del bloque en el poder. Las masas al ser superiores -en número-, que la burguesia y la clase media, se fundamentan y se autodetermina en la mayoría democrática. Por eso las masas poseen el fundamentalismo de la mayoría. Pero la mayoría por si sola es incapaz de si misma, ironiza Zavaleta. ¡Somos ma-yo-ría carajo! Grita la masa cada vez que gana una elección, en una clara intención de siempre oponerse al Estado -al cual resiste-. A su vez, el Estado niega a la masa y busca dominarla, y es en esta dialéctica donde la masa genera sus luchas y encuentra su acto revolucionario, siempre al margen de las estructuras burocráticas y normativas.

Más allá de los conceptos la riqueza del texto es su vigencia actual. En la retórica contemporánea de los políticos, el manoseo y la ignorancia sobre la democracia y sus formas, son de tal grado que se confunden con prácticas autoritarias y dictatoriales. La democracia en Bolivia opera como un concepto flotante y líquido, se ha vaciado de contenido teórico y desde hace años la democracia es una palabra hueca. En este aniversario de la recuperación de la democracia, es bueno recordar a Zavaleta, a sus conceptos y su memoria.