El Ministerio de Defensa firmó en 2016 un contrato con la francesa Thales Air Systems por $us 215 millones para la compra de 13 radares. La compra fue calificada entonces de estratégica porque los equipos tenían que ser empleados en la detección de vuelos ilícitos, pero también para la vigilancia del tráfico aéreo cooperativo.

El proyecto contempló, además, un centro de mando y control militar automatizado en un edificio centralizado, además de una red de comunicación para datos y voz bajo el cobijo de la Fuerza Aérea de Bolivia (FAB). Ese centro de Comando y Control en Cochabamba se inauguró en septiembre de 2019 y comenzó a funcionar al 100% el año pasado.

La detección de vuelos irregulares es clave para el país. Miles de avionetas circulan a través de los cielos bolivianos, sin control, transportando cocaína; desde Perú a Brasil y Paraguay. La FAB ya los probó, detectó varios vuelos irregulares… pero, hasta ahí llegó; nada más se puede hacer para frenarlos porque no existe legislatura para derribarlos o frenar su incursión en el país.

La FAB ni la Policía Boliviana lograron acuerdos permanentes para llevar adelante el control de los cielos para librarlos del narcotráfico. Este año ya se cumplen nueve años de ese proyecto.

Pero, hay más dudas. Este año varias oficinas del grupo francés Thales en Francia, España y Países Bajos fueron allanadas por sospechas de corrupción en contratos internacionales, especialmente en Brasil. Thales, la empresa que proveyó 13 radares a Bolivia, confirmó los registros y aseguró su cooperación con las autoridades.

Las investigaciones en Francia se centran en la venta de submarinos y la construcción de una base naval en Brasil en 2008, así como en otras ventas de material civil y militar. Los registros fueron realizados por 65 investigadores y 12 magistrados de la Fiscalía Nacional Financiera de Francia (PNF), en colaboración con Eurojust, una agencia de la Unión Europea. También investigan a Thales por un contrato de venta de submarinos a Malasia.

Estas ventas, de acuerdo con las sospechas de las autoridades, se realizaron a merced de intermediarios vinculados los Estados que compraron los insumos para la defensa. Las pesquisas datan de 2008 y se activaron otras investigaciones. El contrato con Bolivia data de 2016.

Los datos así, aislados generan ruidos que incomodan. En favor de la transparencia, las actuales autoridades del Ministerio de Defensa harían bien en pedir mayor información de este caso. Es mejor evitar enredos posteriores con información transparente.

Tampoco estaría fuera de lugar una auditoría para establecer, por ejemplo, cuantos radares de los comprados a Thales son efectivamente de uso militar y estratégico y cuantos otros para detectar vuelos civiles de rutina.

En todo caso, Thales es una compañía estratégica para Francia y líder mundial en su sector, con ingresos de $us 4.400 millones, tan solo en el primer trimestre de este año, principalmente en defensa, seguridad, aeroespacial y ciberseguridad.