La trata y tráfico de personas es el delito más lucrativo después del narcotráfico y el tráfico de armas. En Bolivia este flagelo tiene siete vías al exterior que se consolidan como rutas críticas y donde el control policial y militar no logró erradicar las penas de las familias de las víctimas. En muchos casos, la trata y tráfico de personas es un delito de tránsito en el país, ya que las mafias introducen víctimas para pasarlas a otras naciones: como Chile, que es el destino principal.
Uno de los casos más recientes que llamó la atención es el de una adolescente de 16 años que fue reportada como desaparecida en la ciudad de El Alto y fue encontrada en Costa Rica. La víctima, que estaba en compañía de un hombre de nacionalidad mexicana, fue rescatada y repatriada.
El tratante dijo que la menor de edad era su hermana y que se dirigían a México; sin embargo, la Policía de Costa Rica detectó que esa versión no era real. Según la investigación, la adolescente fue captada a través de las redes sociales para que vaya a trabajar a Estados Unidos. La víctima aceptó las condiciones para el trayecto y se confirmó que era una afectada más de las redes de trata y tráfico de personas. El ciudadano mexicano está detenido en Costa Rica.
Los datos
Según datos del Observatorio Nacional de Seguridad Ciudadana del Viceministerio de Seguridad Ciudadana, de enero a junio de 2024, se registraron 327 casos de trata y tráfico de personas, de los cuales 139 son menores de 18 años; en cuanto a las víctimas, 122 son varones y 205 son mujeres.
La directora general de Lucha Contra la Trata y Tráfico de Personas, dependiente del Ministerio de Gobierno, Carola Arraya, detalló que la modalidad más común es la trata interna. La funcionaria explicó que la mayoría de las víctimas son llevadas a ciudades capitales desde el área rural con el objetivo de ser explotadas sexualmente.
“Según la investigación realizada, muchas mujeres son captadas en áreas rurales para ser llevadas a las ciudades capitales, y de una ciudad a otra. Los casos generalmente ocurren en los departamentos de La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y El Alto, en determinadas épocas del año. En el oriente, se presentan en la temporada de zafra, mientras que en el occidente, cuando hay mayor producción minera, surge el comercio y otras actividades, como la prostitución”, dijo Arraya.
Sobre el tema, la coordinadora regional de la Fundación Munasim Kullakita, Marcia Rojas, indicó que en el departamento de Cochabamba se da la trata y el tráfico de adolescentes de las comunidades del área andina hacia la región del trópico y el oriente.
“Hay un considerable tráfico interno de personas, y dado que Cochabamba está en el centro del territorio nacional, es un lugar de tránsito. De algunas comunidades de los municipios de Aiquile, Pasorapa y Mizque, las adolescentes son llevadas al trópico, donde son víctimas de explotación laboral y sexual”, resaltó Rojas.
La trata y tráfico de personas fuera de Bolivia está dominada en cinco zonas. Se da a través de algunos pasos fronterizos vulnerables. La directora general de Lucha Contra la Trata y Tráfico de Personas identificó cinco puntos que, por distintos factores, son utilizados por las mafias dedicadas a este tipo de delitos.
“En el occidente, la vía por Desaguadero es significativa debido a que es una zona comercial bastante grande, y con solo pasar el puente ya se está en Perú. Es un paso fronterizo muy sencillo. En el sur, en Tarija, están los pasos Bermejo-Aguas Blancas y Yacuiba-Salvador Mazza, poblaciones argentinas muy cercanas a Bolivia que con solo cruzar el río ya se está en Argentina”, detalló Arraya.
La funcionaria acotó otras cuatro rutas críticas: en Santa Cruz, la que une Puerto Suárez con Corumbá; en Pando, la vía entre Cobija con las poblaciones brasileñas de Epitaciolandia y Brasileia; y en La Paz y Oruro, las localidades fronterizas de Tambo Quemado y Pisiga que unen con poblaciones chilenas.
Desaguadero no puede liberarse de los clanes familiares que operan en plena frontera. Estas bandas están y diseñan sus estrategias en ambos países: Bolivia y Perú. Tienen el control de los límites e incluso cuentan con ayuda policial. Se dedican al narcotráfico, al contrabando de mercadería, a la venta ilegal de mercurio y hasta a la trata y tráfico de personas.
La Rinconada y Juliaca son los principales centros de explotación sexual y laboral en el altiplano peruano. A estas localidades llegan varias víctimas bolivianas que fueron llevados a esos poblados con engaños. Una vez que ingresan a ese mundo es muy difícil escapar.
Las redes internacionales de trata y tráfico de personas ven a los centros mineros de Perú -sobre todo en la región de Puno y el norte de ese país- como el destino preferido para explotar a sus víctimas. No existen cifras oficiales, pero sí hay relatos de quienes temen por sus vidas. La Policía peruana maneja el dato de que en los últimos cinco años al menos 2.500 jóvenes bolivianas fueron obligadas a prostituirse al otro lado de la frontera.
Lo mismo sucede en ciudades del norte chileno. Las víctimas bolivianas son llevadas a poblaciones como Iquique, Arica, Antofagasta o Calama para ser explotadas sexualmente. Además, estas rutas -que es por Pisiga y por Tambo Quemado- son utilizadas por las mafias para traspasar ilegalmente a migrantes venezolanos a Chile.
Las mafias en el norte de Chile se han masificado. Cuatro de ellas -relativamente nuevas- extendieron sus operaciones a la frontera con Bolivia. El Tren del Coro, La Mafia del Norte, Los Pulpos y Los Gallegos son las bandas criminales que pugnan por el poder delictivo en la zona norte chilena y también en el límite fronterizo con Bolivia. Además, estas organizaciones -que tres de ellas son venezolanas y una peruana- tienen nexos con otras mafias más pequeñas en varias zonas de Chile. También tienen contactos con mafias bolivianas.
Argentina no es un caso aislado de la trata y tráfico de personas. Este país es parte de otra ruta de este delito y también las víctimas son reclutadas por mafias nacionales. Entre 2020 y 2022, en el norte argentino se rescataron a 3.400 personas, una mayoría son bolivianos. En esta nación las bandas explotan a las víctimas de diferentes formas: trabajo forzoso sin pago y sexualmente.
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