Jorge Richter, en contacto con EL DEBER, negó que hubiese renunciado a su cargo como vocero presidencial, pero admitió que su ciclo en ese despacho “está cerca a concluir”.

La columna que publicó este domingo, titulada “Antes del fin”, generó una serie de versiones en las redes sociales sobre su alejamiento de ese alto puesto en la Casa Grande del Pueblo.

La viceministra de Comunicación, Gabriela Alcón, fue consultada sobre este supuesto alejamiento, pero no contestó. Un miembro del gabinete, a quien también se le preguntó, no lo negó ni lo afirmó.

EL DEBER le preguntó a Richter si es que el texto de si nota de opinión anunciaba que había renunciado al cargo al que el propio presidente Luis Arce lo invitó hace tres años y medio, al principio de su gestión. Su respuesta fue puntual. “No dice eso lo que escribí”.

Sin embargo, más tarde, complementó: “Mi tiempo en la vocería está próximo a concluir. Los últimos años de mi vida he pensado mucho en las formas que tenemos y debemos tener las personas para dirigirnos al otro, para dignificar el espacio en el que estamos. Es, sin duda, un esfuerzo continuado y diario, entonces corresponde también empezar y saber despedirse del lugar donde estoy”, respondió a través del WhatsApp.

Aseveró que “cada cual hará una lectura interpretativa distinta. Algunos lo tomarán con rabia, otros con sorna y los menos le darán el valor que encierra la intención. Después la vida continuará como cada mañana”. 

Finalmente, Richter prometió al periodista que le hizo la consulta: “Cuando todo esté terminado, tú también lo sabrás de mi propia expresión”.

En el texto de su artículo, marca cinco ideas enumeradas, en las que parece justificar la decisión de alejarse del poder.

En el primer punto remarca por ejemplo que “de forma solapada se gobierna, desde hace tantas décadas, con un marcado desinterés del sentir diario de la sociedad, como si afuera de los espacios de decisión, oficiales, opositores y privados, importara nada el destino y las esperanzas de esos miles que bullen por las calles y que es la gente a la que refieren para salvar una repentina interpelación conciencial”.

¿Sugiere un entorno palaciego que aísla al mandatario? En el segundo punto asegura que “Los grupos de adulones tienen una rareza que los caracteriza: son extraordinariamente rápidos para florecer y su velocidad es absolutamente proporcional al daño que producen. Cercan a los decisores, los desconectan de la realidad y los mantienen anestesiados mientras ellos estrujan su espacio de poder. Entonces acá la reflexión, cuando todo resuena a crisis, a dificultades que no desaparecen, a complejidad y sensaciones de fracaso, es el momento de andar y caminar entre la gente, lejos de los comensales de la mesa chica…”.

En el punto tercero remarca que “la infalibilidad y la arrogancia no guardan proporción con las lógicas societales que van mutando y modificando las realidades”, mientras que en el cuarto que “La democracia polarizada de hoy debe dejar de lado los apellidos que la desvalorizan sostenidamente -liberal, popular, capitalista, burguesa- para construir con perseverancia inagotable la democracia que iguala los derechos, las participaciones y la representación.

Y en el quinto subraya que “será permitido avanzar en un gran consenso nacional si pensamos en la necesaria asociación de mercado y regulaciones imprescindibles, empresas privadas y empresas nacionales estratégicas, seriedad fiscal y macroeconómica y reformas institucionales profundas en la organización del Estado”.

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