Alemania irá a las urnas tras el estallido de la coalición de gobierno de Olaf Scholz hace una semana. El país europeo está sumido en una crisis política desde la ruptura el miércoles del gobierno de coalición formado por los socialdemócratas de Scholz, los Verdes y los liberales del FDP.

Nadie se podía dar el lujo de la incertidumbre en estos días y por eso esta convocatoria anticipada de elecciones para el 23 de febrero del próximo año, que por lo menos dejaría atrás la muy inestable coalición de gobierno de socialdemócratas, verdes y liberales.

Las encuestas ahora les dan un gran apoyo a los democratacristianos alemanes, la CDU, un partido sólido y conservador que ahora debería buscar a un socio para gobernar y ahí comienza el rompecabezas.

La segunda fuerza en intenciones de voto son la extrema derecha de la Alianza por Alemania, aunque a considerable distancia, un 18%, la mitad de los democratacristianos. 

Luego la Socialdemocracia con 16% y los Verdes con un 12%. Son todos socios difíciles para los democratacristianos, todos con grandes diferencias, aunque los democratacristianos hasta ahora se niegan de plano a entrar en conversaciones con la extrema derecha.

Los liberales, que son acusados de haber causado la ruptura de la coalición para desmarcarse de los fracasos del gobierno, tienen ahora apenas un 4% y quedarían teóricamente fuera del Parlamento. Otra de las paradojas de los cálculos políticos.

La implosión del gobierno tripartito se dio a raíz de que Scholz cesara a su ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, lo que causó la retirada de la mayoría de ministros del FDP.