El perfil de la nueva presidenta mexicana, doctora especializada en energías renovables, suscita esperanzas que su mandato sea más ecologista que el de López Obrador, para quien el medioambiente no fue prioritario.

Claudia Sheinbaum hereda este martes el decepcionante legado de López Obrador en materia medioambiental, según coinciden expertos mexicanos en políticas medioambientales. 

“En México, la protección del medioambiente nunca ha sido la prioridad. En este sentido, el sexenio (ndr: de López Obrador) no ha sido la excepción”, considera Margarita Campuzano, directora de comunicación de la ONG ambientalista Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA).

El presidente López Obrador se ha mantenido firme en dos de sus promesas emblemáticas en materia de protección del medioambiente: prohibir el glifosato y las nuevas concesiones de extracción minera a cielo abierto, pero sin concretarlas totalmente.

En materia de protección de la biodiversidad, el gobierno de López Obrador avanzó en la creación de áreas protegidas, pero sin el presupuesto adecuado, lamenta Margarita Campuzano. “Crearon 43 nuevas áreas naturales protegidas con 3 millones de hectáreas, sin embargo, ya teníamos una disminución en el presupuesto que se había venido asignando a la Comisión Nacional de Áreas Protegidas (Conap). 

Con estas nuevas áreas protegidas, imagínate, ese dinero va a ser menor”, advierte la activista. “Los inspectores por ejemplo no tienen a veces ni para la gasolina de las lanchas. ¿Cómo van a combatir la pesca ilegal de la totoaba?”, se pregunta la ambientalista, aludiendo al tráfico de este pez del Golfo de California para exportarlo a China.

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Expertos en política medioambiental lamentan también la pérdida de liderazgo de México en materia de agenda climática y el rezago del país en el desarrollo de las energías renovables. 

En la conferencia climática de 2022 en Egipto, México prometió recortar en 35% sus emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030, pero de momento, el país está lejos de cumplir con esta meta, dado que carece de políticas y de financiamientos adecuados.

“Perdimos seis años donde México es el único país del G20 donde las energías renovables se estancaron. Mientras otros crecían a un ritmo aceleradísimo: Brasil, China, India crecían rapidísimo, nosotros, estancados. Porque este gobierno empezó a atacar al sector privado para que no participara en el sector energía”, señala Adrián Fernández Bremauntz, director de la fundación Iniciativa Climática de México, entrevistado por Radio Francia Internacional.

“México se había movilizado como un líder en la agenda climática. Los lideres políticos a cargo de la presidencia desde los años 2006 tenían un interés particular en la agenda climática. Se generó una infraestructura y una ley general de cambio climático. Sin embargo, con el cambio de gobierno en 2018 (llegada de Lopez Obrador a la presidencia), hubo un cambio de liderazgo que significó un cambio de prioridades: se evidencia en la reducción de presupuesto y de las entidades que se dedican a este tema”, decía a RFI en la Cop28 climática de Dubái Sandra Guzmán, experta en finanzas climáticas, y ex asesora del gobierno mexicano para asuntos climáticos.

El inicio del mandato coincide con una intensa agenda de negociaciones internacionales en materia de medioambiente de aquí a fin de año. La participación del gobierno mexicano en la Cop Biodiversidad de Cali en octubre, en la Conferencia de las partes sobre el clima Cop29 de Bakú en noviembre, en la cumbre de Busan en Corea del Sur sobre el tratado para regular la producción de plástico y la Cop16 sobre desertificación en Riad en Arabia Saudita, será un indicador del nivel de ambición de la nueva administración mexicana.

¿Sheinbaum, un giro político hacia una mayor ambición?

El perfil de la nueva presidenta suscita esperanzas de una mayor ambición en materia medioambiental: Sheinbaum es doctora en ciencias, autora de varios artículos sobre la transición energética, fue miembro del Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC) y como alcaldesa de la Ciudad de México amplió la red de ciclovías y el transporte público, impulsó la siembra de árboles y prohibió los plásticos de uso único, entre otras medidas.

Sus anuncios de campaña auguran un posible viraje en materia energética: mientras que López Obrador priorizó los combustibles fósiles con la revitalización de la empresa petrolera Pémex y frenó las inversiones privadas en materia de energía renovables, la nueva presidenta prometió un 'Plan Nacional de Energía' -cuyo contenido aún se desconoce- para “acelerar” la transición energética hacia la energía solar y eólica y de esta manera cumplir con los compromisos internacionales de México. Todo un reto en un país fuertemente dependiente de su renta petrolera.

Otra de sus prioridades será también atender la grave crisis hídrica que azota por ejemplo la Ciudad de México de manera crónica, limpiar los ríos y lagos contaminados, frenar la pérdida de bosques y de biodiversidad y preparar el país a los efectos del cambio climático: la erosión costera amenaza por ejemplo varias regiones de México, como recalca el World Ressources Institute en un artículo sobre los retos ambientales del próximo sexenio.