Las preocupaciones sobre el más allá han acompañado a la humanidad a lo largo de la historia, desafiando nuestras certezas y alimentando nuestro deseo de entender lo desconocido. Preguntas sobre lo que sucede después de la muerte, la existencia de un mundo espiritual y la posibilidad de reencarnación despiertan tanto temor como optimismo.

Para explorar esta conexión entre las creencias sobre el "más allá" y su impacto en la salud mental, EL DEBER conversó con el psiquiatra y psicoterapeuta Carlos Alberto Molina Jaro, especializado en el Instituto de Psiquiatría de la Universidad de San Pablo y docente de la UCB en la asignatura de Salud Mental.

Este explicó que las creencias sobre el "más allá", ya sean de naturaleza religiosa o espiritual, pueden tener un impacto positivo en la salud mental. “Existen estudios que demuestran que creer en algo más allá de la muerte puede ser un factor protector frente a la ansiedad y la depresión”, afirmó. Las personas que ven la muerte como una transición hacia una nueva etapa, en lugar de un final definitivo, tienden a enfrentarla con mayor serenidad.

Sin embargo, para aquellos que no sostienen una creencia en la vida después de la muerte, la percepción de la muerte puede generar mayor vulnerabilidad a estados emocionales negativos, como el miedo o la depresión. “Quienes no creen en un más allá pueden sentir la muerte como una amenaza definitiva, lo que incrementa el riesgo de desarrollar cuadros depresivos al ver la vida como algo finito e irremediable”, complementó el profesional.

Según este psiquiatra, una de las claves para una vida emocionalmente saludable es la relación que las personas establecen con su finitud. El miedo a la muerte es uno de los motores más poderosos de la existencia humana, pero también puede ser un catalizador para vivir una vida más plena. 

"Tomar conciencia de que nuestra vida tiene un fin nos obliga a replantearnos qué es realmente importante, a salir del ‘piloto automático’ y a centrarnos en disfrutar de nuestras relaciones, nuestros logros y el tiempo que compartimos con quienes amamos", explicó Molina. 

También reflexionó sobre cómo muchas personas viven en automático, como si fueran a tener cientos de años por delante, hasta que un día se enfrentan a la realidad del tiempo que les queda. "A veces trabajamos de manera excesiva y nos damos cuenta de que no estamos compartiendo con quienes amamos ni disfrutando de lo que hemos conseguido", añadió. 

Esta reflexión sobre la finitud también es clave para evitar visiones oscuras o fantasmagóricas sobre la muerte, que solo generan más inquietudes psicológicas y nos alejan de una vida plena y consciente.

Las diferentes perspectivas culturales y espirituales

La forma en que las personas perciben la muerte y lo que podría suceder después está profundamente influenciada por las creencias culturales y espirituales. En muchas culturas, la muerte es vista como una parte integral del ciclo de la vida. 

Algunas religiones, como el cristianismo, proponen la idea del cielo y la reunión con los seres queridos, mientras que, en creencias como el hinduismo o el budismo, se contempla la reencarnación. "Dependerá de la creencia personal de cada uno", comentó el doctor. “Para algunos, el abuelo puede reencarnar en el nieto, mientras que otros creen en una integración con la energía suprema”, señaló. 

Para aquellos que han enfrentado la muerte de cerca, las experiencias cercanas a la muerte también ofrecen una perspectiva interesante. “Hay casos documentados de personas que han estado en coma y al despertar pueden describir lo que ocurría a su alrededor, algo que, desde un punto de vista médico, no debería ser posible. Estas experiencias nos invitan a reflexionar sobre lo que aún desconocemos sobre la muerte y la existencia”, señaló el psiquiatra.

El duelo y el desarrollo personal

El proceso de duelo también se ve profundamente afectado por las creencias sobre la muerte. Según la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, el duelo pasa por varias etapas. Sin embargo, el duelo puede ser más llevadero cuando existe la creencia en una vida posterior. “Para muchas personas, saber que el ser querido está en un lugar mejor o que volverán a reencontrarse les da una paz enorme”, explica Molina.

La reconocida psiquiatra Kübler-Ross, originaria de Suiza, propuso un modelo de cinco etapas del duelo que describe cómo las personas suelen enfrentar la pérdida de un ser querido. Estas etapas son la negación, el enojo, la negociación, la depresión y la aceptación. 

Para Kübler-Ross: En la primera, la negación, la persona se resiste a aceptar la realidad de la pérdida, mientras que el enojo surge como una respuesta emocional intensa ante la injusticia de la situación. La negociación implica buscar formas de revertir o evitar la pérdida, generalmente mediante promesas o acuerdos con fuerzas divinas. La depresión se manifiesta como una profunda tristeza y resignación ante la pérdida, y finalmente, en la aceptación, la persona logra encontrar paz y equilibrio con la nueva realidad. Aunque estas etapas no son lineales y varían según cada individuo, ofrecen una estructura útil para comprender el proceso de duelo.

Algunos de los libros de esta especialista son: Sobre la muerte y los moribundos (1969), Sobre el duelo y el dolor (2005), La rueda de la vida (1997), La muerte: un amanecer (1984), entre otros. En su bibliografía se encuentran varios libros que abordan el duelo.

Finalmente, el doctor Molina resaltó que la reflexión sobre la muerte puede conducir a un mayor desarrollo personal y espiritual. “Imagina que te quedan 48 horas de vida. Probablemente dejarías de lado el celular y pasarías más tiempo abrazando a tus seres queridos, mirándolos a los ojos, diciendo más ‘te amo’. Reflexionar sobre nuestra finitud puede ayudarnos a valorar más cada momento”, explicó. 

El tema del "más allá" sigue siendo un misterio insondable para la humanidad, pero según el doctor Molina, combinar la ciencia con la espiritualidad puede ser la clave para enfrentar de manera más saludable el fin de nuestra existencia.

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