La noche del 23 de diciembre, el aeropuerto internacional Viru Viru en Santa Cruz de la Sierra se convirtió en un escenario de emociones desbordadas. El vuelo 773 de Boliviana de Aviación (BoA), proveniente de Madrid, España, aterrizó con algo de retraso, pero eso no opacó el fervor de quienes esperaban ansiosos por un reencuentro largamente deseado.

Más de una hora de espera no fue nada comparado con los años de distancia que han separado a estas familias. Entre carteles, globos y ramos de flores, el hall del aeropuerto fue testigo de abrazos apretados, lágrimas contenidas y risas que rompieron el silencio de tantos años.

Gran cantidad de pasajeros esperan por sus familiares. Foto: Fuad Landívar


“Paciencia, paciencia”

“Paciencia, paciencia, ya van a salir, no nos desesperemos”, se escuchaba entre la multitud que colmaba los ambientes de la terminal que realizaron un pasillo, como esperando a los campeones. Algunos niños, visiblemente cansados pero firmes, sostenían ramos de rosas o globos mientras miraban hacia las puertas automáticas que, de un momento a otro, podían abrirse para dejar ver a los recién llegados. Era una espera cargada de expectativas, donde las horas parecían segundos y los corazones latían al unísono.

La celebración de la Nochebuena fue el motivo principal para que estos bolivianos, residentes en España desde hace muchos años, regresaran a su tierra natal. Algunos volvieron tras 25 años de ausencia, otros tras una o dos décadas. Pero todos compartían el anhelo de abrazar a sus seres queridos y compartir una cena especial, con picana, locro o platos típicos de la región que los recibía.

Sandra Rivera es recibida por su nieto y su hijo Fernando Soliz. Foto: Fuad Landívar


El sacrificio de Sandra Rivera

Fernando Solíz Rivera, un joven de mirada emocionada, esperaba a su madre, Sandra Rivera. Ella había dejado Bolivia hace 17 años, buscando mejores oportunidades en Madrid, España. Aunque había regresado brevemente el año anterior, cada reencuentro era igual de especial.

“Mi mamá hace de todo allá, es multifacética. Trabaja en limpieza, en universidades y con clientes conocidos. Es el ejemplo de lo que somos los bolivianos: trabajadores incansables”, comentó Fernando con orgullo.

La familia Solíz Rivera, compuesta por tres hermanos y una hermana, tenía todo preparado en el barrio Retoño para recibirla. “Queremos que se sienta querida y que estos días compensen, aunque sea un poco, todo el sacrificio que ha hecho por nosotros”, agregó. La Navidad sería una ocasión para fortalecer los lazos y agradecer el esfuerzo de Sandra, quien dejó todo para garantizar un futuro mejor para sus hijos.

El recibimiento más pomposo fue para la señora Wilma de 65 años. Foto: Fuad Landívar

La nostalgia de María Vilma

María Vilma Algarañaz, de 65 años, arribó con una mezcla de alegría y cansancio. Después de trabajar durante décadas en una cooperativa en España, planea jubilarse pronto y pasar más tiempo en su país natal. Sin embargo, su llegada estuvo marcada por inconvenientes logísticos en el aeropuerto.

“Tuvimos que sacar las maletas a mano porque no había carros. La falta de organización es evidente”, señaló, aunque su tono reflejaba más resignación que enojo.

A pesar de los contratiempos, María Vilma estaba emocionada por compartir con sus hijos y nietos. “La Navidad es para estar juntos, para comer un buen locro y recordar los viejos tiempos”, dijo con una sonrisa. Su historia es la de muchas mujeres que dejaron su país buscando estabilidad y que, ahora, ven la posibilidad de regresar para disfrutar de los frutos de su esfuerzo.

Josefina fue una de las últimas pasajeras en llegar de España. Foto: Fuad Landívar

Dos décadas después

Desde Valencia llegó Josefina, quien no había pisado suelo boliviano en 20 años. “No me esperaba este recibimiento tan espectacular”, confesó mientras los abrazos de sus familiares la envolvían. Su alegría, sin embargo, estuvo acompañada de un episodio amargo: en la Aduana le decomisaron un iPhone y le exigieron pagar el 30% de su valor para recuperarlo.

“Son 300 euros, es un golpe fuerte, pero no voy a dejar que eso me arruine este momento”, aseguró. Josefina trabaja en limpieza en Valencia y, como muchos migrantes, ha enfrentado innumerables sacrificios para mantener a su familia

Pasará las fiestas en Warnes, sin saber qué platos le tienen preparados, pero con la certeza de que será una Navidad inolvidable. “Lo importante es estar juntos y celebrar”, afirmó con una sonrisa que revelaba su esperanza renovada.

Hermanos y sobrinos aguardaban con entusiasmo el arribo de Michael. Foto: Fuad Landívar

Alegría y sacrificio

Las historias de los pasajeros del vuelo 773 son un recordatorio del sacrificio que implica la migración. Muchos dejaron Bolivia con sueños de progreso, enfrentaron dificultades y, años después, vuelven con historias de lucha y superación. Para ellos, la Navidad es más que una fecha en el calendario: es una oportunidad para reconectar con sus raíces, agradecer a Dios por los logros y renovar los lazos familiares.

A pesar de las dificultades, como la falta de organización en el aeropuerto o los costos inesperados, el espíritu navideño prevalece. En cada abrazo y cada sonrisa, se percibe el verdadero significado de estas fechas: el amor, la unidad y la esperanza de que, a pesar de la distancia, el hogar siempre está donde están los nuestros.

Sandra Rivera es recibida por su nieto y su hijo Fernando Soliz. Foto: Fuad Landívar

Llegó para ver la graduación de su hija

Pedro Vargas, de 66 años, retornó a Santa Cruz desde España para pasar las fiestas de fin de año junto a sus cinco hijos y presenciar la graduación de su hija Celia Vargas, quien se recibe en la carrera de Enfermería. 

Ahí, una de las nietas del hombre aguardaba con un regalo para entregar a su abuelo quien al verla desbordó en alegría al igual que don Pedro que no dudó un segundo en abrazarla. “Estoy feliz, contenta, son 10 años que mi papá está en España y aprovecharemos estas fiestas para recordar el nacimiento de Jesús”, dijo.

También se observó a una mujer, oriunda de Venezuela, que esperaba a su madre para pasar Navidad en Santa Cruz. Será su primera cena en estas fiestas en suelo cruceño.  

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