“Duele ver cómo nuestros bosques arden. El fuego es imparable !Necesitamos refuerzos! Estoy agotado, ya no encuentro palabras, solo pido apoyo porque duele en el alma ver nuestros bosques consumirse en llamas”, dice con la voz quebrada un bombero comunal del municipio de San Javier, que se toca el pecho pidiendo mayor apoyo a las autoridades departamentales y nacionales para aplacar los incendios que se desbordan, avivados por los fuertes vientos.

Vestido con una camisa, gorra, botas de goma y con el rostro marcado por el cansancio, Lorenzo Ortiz, comunario de Los Tajibos, se ha unido a las brigadas de bomberos que luchan contra un incendio que se extiende en una línea de más de 14 kilómetros, avanzando peligrosamente hacia su comunidad.

Enfrentan una profunda sensación de impotencia, conscientes de que están en desventaja frente a las implacables lenguas y remolinos de fuego. Se limitan a proteger sus comunidades.

“El fuego llegó desde Concepción y todos los bomberos, tanto comunales como municipales, ya están agotados. Necesitamos que nos envíen más personal, el incendio es de gran magnitud, requerimos maquinaria pesada”, manifiesta Leonicio Chávez, de la Central Indígena Paiconeca de San Javier, que toma su machete para unirse a las brigadas.

El departamento de Santa Cruz lleva más de dos meses en llamas. Los bomberos están cansados, los gobiernos municipales han agotado sus recursos, y los llamados de auxilio llegan desde diferentes zonas. La situación es desesperante porque el agua escasea, los alimentos se están agotando, falta combustible y vehículos para desplazar a los brigadistas y llevar asistencia a las comunidades afectadas.

El fuego ha consumido hasta el momento 1.975.929 hectáreas en  Santa Cruz, lo que significa que avanza a ritmo descontrolado, porque tan solo hace cuatro días había 1.083.638 hectáreas, según reportes oficiales de la Gobernación.

De acuerdo al reporte de este martes, el departamento cruceño registra 27 incendios activos y las brigadas de bomberos se movilizan en estas emergencias.

San Matías

San Matías arde desde hace 60 días, y pese a los esfuerzos, los incendios son incontrolables. Solo queda esperar un milagro, afirma el alcalde Carlos Velarde.

Velarde señala que la situación es crítica y la zona ya está en desastre. El fuego es imparable debido a la vasta extensión del municipio, que incluye el Pantanal, reservas naturales y propiedades privadas. Además, la distancia desde el centro de operaciones hasta las zonas afectadas complica aún más la lucha contra el fuego.

La prolongada sequía agrava la crisis. “Este año, la sequía se adelantó. En 2021 teníamos 300 bomberos y aun así no pudimos controlar el incendio. Lamentablemente, a pesar de todos los esfuerzos, incluyendo el uso de helicópteros, el fuego es incontrolable debido a los pastizales y vegetación seca. Solo podemos esperar un milagro para contener estos incendios”, manifestó Velarde.

El alcalde también critica la demora en la respuesta a la declaratoria de desastre. “Nosotros hemos seguido todos los procedimientos y entregamos la documentación necesaria el 1 de agosto. Ahora estamos a 20, y no podemos seguir esquivando responsabilidades. Hasta ahora, la Gobernación ha hecho poco o nada, enviando apenas 4 o 5 bomberos al municipio. ¿Realmente creen que eso va a solucionar el problema? Es fácil hablar desde un gabinete sin estar en la zona.Valorar el esfuerzo del Ejército y de Defensa Civil, que han llegado con todo su equipamiento. Como municipio estamos apoyando logísticamente en el transporte de soldados y otras tareas. Y si se trata de echarnos la culpa, nosotros tenemos una lista de incumplimientos, pero no lo hacemos porque, parece que ya están sobrepasados por las exigencias que hay”, expresó Velarde, en respuesta a las declaraciones de autoridades del Gobierno departamental, que indicaron que San Matías tardó mucho en declararse en desastre.

Ricardo Barbery, guardaparque del Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) San Matías, dice que el fuego se ha extendido a zonas de difícil acceso, lo que complica su mitigación.

Guardaparques de distintas zonas del país han llegado para apoyar a los 12 guarparques de esta área protegida, la segunda más extensa del país, con 2.918.500 de hectáreas. 

“Está demasiado seco, no hay humedad y el pantanal no tiene agua, por lo que hay mucho combustible (vegetación) para el fuego, lo que  hace que el incendio sea devastador”, agrega.

En dos meses, las llamas han afectado comunidades, unas siete viviendas en el área de amortiguamiento, mientras que en el ANMI San Matías ha dejado en cenizas miles de hectáreas, ha alcanzado nidos de la paraba azul, a  las islas de motacusales y  está expulsando de su hábitat a los animales. Esperan cisternas para trasladar agua a lugares estratégicos, donde los animales están saliendo.

Aguardan  mayor apoyo logístico y Barbery señala que para evitar el desastre, las autoridades deben actuar de forma inmediata cuando el fuego está iniciando. “Cuando las llamas ya cobran fuerza es imposible combatirlas, se lo debe hacer de forma mecanizada”, señala Berbery al indicar que la ayuda de las autoridades llegó a la zona quince días después de que el fuego se inició.

En algunos sectores están reforzando con personal. Este lunes  se desplazaron efectivos de las Fuerzas Armadas hasta Concepción y San Ignacio de Velasco.

Por su lado, la Gobernación envió ayuda para los bomberos que trabajan en los municipios de San Matías, San Ignacio y Concepción.

 San Javier

En San Javier combaten dos incendios de magnitud, uno en la serranía San Lorenzo, que es un área protegida municipal. En este sector se protege a las comunidades. “Ahorita hay fuego en la comunidad Valle Azul, por eso se está trabajando con maquinaria y entre los comunarios se están relevando. Hay ocho comunidades campesinas que se están apoyando y una brigada de bomberos municipales colabora con los comunarios”, dijo Alex Galarza, responsable de la Unidad Forestal Municipal.

El otro incendio ingresó desde el municipio de Concepción y es el más grande, con 14 kilómetros de línea de fuego. En este sector se está trabajando con la Gobernación y el Viceministerio de Defensa Civil. 

Se organizan ollas comunes para dar alimentación a todos los que combaten el fuego, pero los recursos no abastecen. Este municipio está declarado en desastre por incendios y por sequía desde el 11 de julio. “En el tema de presupuesto estamos arañando de todos lados, porque se tiene que seguir atendiendo”, dice Galarza.

Llevan 70 días luchando contra las llamas, solo tuvieron cuatro días de respiro cuando llovió, por eso se organizan en brigadas para hacer relevos, pero ahora ya están enfrentando problemas respiratorios por el humo, aunque el personal médico los asiste. “Ya no es lo mismo, ya no es la misma fuerza de los primeros días. Se necesita rehidratantes y herramientas”, manifiesta Galarza.

Ellos no solo luchan contra el fuego, sino también contra la sequía. Han tenido que establecer una ruta de la cisterna de la Gobernación para llevar agua. Son 84 comunidades entre indígenas y campesinas, pero a eso se suman los productores que también necesitan agua, porque hasta los atajados están secos.

Hace un mes y medio que la cooperativa ha tenido que racionar el agua, por lo que corta el servicio entre las 18:00 hasta las 6:00, pero en los dos últimos días se ha extendido más horas para  llevar a las comunidades.

La gente está desesperada y busca cualquier recipiente para almacenar agua, porque les llevan cada 15 días.

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