Cargar combustible se ha vuelto casi una misión imposible para los conductores.  El desabastecimiento prolongado genera incertidumbre y molestias a los ciudadanos que deben esperar durante horas para cargar gasolina, algo que nunca antes se había visto. La situación no solo afecta al transporte, sino también a los ciudadanos que necesitan movilizarse en su vida cotidiana.

Aunque las colas en las estaciones de servicio no son novedad, esta semana el problema ha escalado. Las filas de vehículos ahora se extienden de un anillo a otro y van como en zigzag por las calles. Llenar el tanque se ha convertido en una tarea que puede tomar no solo horas, incluso días. La tensión y la frustración entre los conductores ha llegado al extremo de que se han reportado incidentes de violencia en algunos surtidores, donde algunos conductores han llegado a los golpes porque alguien no respeta la fila. 

Para poder abastecer a más vehículos, algunas gasolineras comenzaron a racionar la carga de combustible a Bs 100  por motorizado o diez litros por galón, aumentando el malestar y la incertidumbre de la gente.

Las colas aumentan por la tarde a la espera de la llegada del carburante a las estaciones que son abastecidas generalmente por la noche. Alrededor de las 18:00, los surtidores se ven abarrotados de vehículos.

La fila en el surtidor de la avenida Paraguá y cuarto anillo, el martes, se extendía hasta alcanzar la avenida Mutualista. Cada conductor, con miradas de impaciencia y preocupación, parecía calcular cuánto tiempo más tendría que esperar para finalmente llenar el tanque.

Este miércoles, en la zona de la avenida Cristo Redentor, la fila que comenzaba en el séptimo anillo, cerca de la universidad Univalle, se extendía a lo largo del anillo y daba una vuelta completa, llegando hasta el sexto anillo antes de ingresar nuevamente por la avenida Cristo Redentor.

En el surtidor de la avenida Paraguá, conductores con rostros agotados y preocupados, apagaban sus motores, resignados a una espera que parecía interminable. Otros aprovechaban para revisar el teléfono o hacer una llamada, buscando pasar el tiempo.

Las preguntas saltaban de inmediato cuando alguien se acercaba a conversar. “¿Habrá llegado gasolina? Hace una hora que estamos parados”, preguntó Fausto Batallano que llegó a las 15:30 cuando la cola alcanzaba hasta la Mutualista. “Son las 18:30 y todavía me quedan como unas cinco cuadras. Ahorita no está avanzando la cola, parece que se acabó el combustible”, indicó al señalar que abastecerse de combustible es un dolor de cabeza.

“Nadie sabe si es por los bloqueos o porque el Gobierno no tiene plata para comprar (combustible), pero de un rato a otro esto se volvió desesperante. La cola es inmensa”, protestó.

Mario Fernández ya llevaba cuatro horas en la fila y apenas había avanzado la mitad antes de llegar al surtidor. “Este problema lleva cuatro días poniéndose cada vez peor”, protestó. Con su vehículo, un torito usado para el trabajo diario, expresó su preocupación: “Solo trabajamos cuatro horas, y el resto del tiempo estamos en los surtidores”.

Mario, padre de tres hijos, necesita llevar el sustento a su familia y teme que la situación se agrave.

Algunos optaban por la paciencia, otros no ocultaban su enojo, sacudiendo la cabeza, en un intento de descargar la frustración.

René Molina tuvo que hacer fila dos jornadas para conseguir gasolina. El lunes fue al surtidor y permaneció unas dos horas, hasta que le dijeron que no llegaría el combustible y recién estarían abastecidos al día siguiente, antes de mediodía. Para poder llenar su tanque se fue a las 11:00 y tuvo que faltar a su trabajo  permaneciendo a la espera bajo la incertidumbre de no saber en qué momento llegaría la cisterna.

“Recién pude cargar gasolina a las 22:00, fueron 11 horas haciendo fila y esperando. Todo esto es agotador, no pude ni siquiera ir a trabajar, esto nos perjudica a todos, no sé hasta cuándo vamos a esperar”, se quejó.

Roque Carreño (52) hizo fila en dos surtidores la tarde del lunes, pero no pudo llenar su tanque con gasolina, por lo que permaneció en la fila desde las 21:00 del lunes hasta las 9:00 del día siguiente, para recién contar con el combustible.

La noche del martes, a las 19:00, nuevamente estaba firme por más de una hora en la fila del cuarto anillo y Paraguá, intentando asegurar el combustible para el trabajo del día siguiente. “No sé si me tocará dormir otra noche, pero no queda más, porque si no lleno mi tanque no puedo trabajar. Ya uno no puede programarse el tiempo, por eso ando hasta con mis herramientas, por si me piden hacer algún trabajo”, dijo el hombre que realiza mantenimiento de aire acondicionado, pero cuando no tiene contrato se dedica a trabajar como taxista.

“Todo el día uno tiene que trabajar con malestar, porque no se duerme bien. Desgraciadamente las autoridades no dan una solución a este problema”.

Mary Moreno tuvo un poco más de suerte, pero madrugó. “Estuvimos desde las 3:00 haciendo fila para poder comprar gasolina, porque ya estábamos con la reserva del tanque”, contó.

La desesperación por conseguir combustible hace que la gente esté con los nervios alterados en la fila. Los gritos y los reclamos son permanentes, incluso con choferes de vehículos oficiales a quienes dan prioridad para que puedan atender a la población.

“Todo el día he estado haciendo fila, no puede ser que se den privilegios”, protestan algunos vecinos.

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