La entrega inquebrantable de los que luchan por la salud y la educación, incluso en medio de dificultades, muestra el compromiso de los cruceños por el bienestar de la población.

Los testimonios sobran, porque hay trabajos silenciosos que siembran frutos. Uno de ellos muestra que más de 12.000 niños golpeados por la desnutrición han pasado por los 29 años de existencia del Centro de Salud Municipal de Recuperación Nutricional, que si bien reciben ayuda de la Gobernación y el Gobierno Municipal, todo es insuficiente y los trabajadores dan modos para buscar ayuda y auxiliar a todos esos niños que luchar por vivir.

El doctor Mario Édgar Valdez, director del centro, ha dedicado su vida a la institución desde sus inicios, y en muchas ocasiones ha tenido que realizar aportes junto al personal para garantizar que nunca falten las dietas de los niños. En casi tres décadas de funcionamiento, el centro ha brindado atención a niños que son referidos por hospitales o traídos por sus propios padres.

El esfuerzo titánico del equipo es lograr que los niños salgan de estados críticos, recuperen peso y salud, y que las madres adquieran las herramientas necesarias para alimentarlos correctamente. La atención integral incluye pediatras, nutricionistas, psicólogos, fisioterapeutas y otros especialistas.

“Muchos llegan en condiciones graves. Al principio, es difícil darles tratamiento porque no toleran comer. Algunos niños de un año apenas pesan 4 o 5 kilos, cuando deberían tener al menos 10. Algunos con más de un año y medio no pueden ni siquiera sentarse debido a la severa desnutrición”, comenta el director que cada día recorre los ambientes donde los niños y sus madres permanecen hasta recuperar peso y talla.

Adela Suárez trabaja casi una década como nutricionista en este lugar, y le ha tocado mirar de cerca las carencias que viven las familias.

Allí tienen ayuda de becas alimenticias de la Gobernación, el Gobierno Municipal garantiza la infraestructura y los servicios básicos, pero eso no es suficiente ante tanta necesidad, porque ellos reciben a más niños que los que contemplan las becas nutricionales que tienen asignadas.

“Hemos tenido que hacer comida para vender y comprar leche, víveres y en su momento para ayudar a algunas familias con carencias. También hemos llegado a extremos, donde las mamás salieron a hacer protestas por la necesidad”.

En el centro tienen un protocolo para levantar a los niños con papillas, aunque asegura que les gustaría que se implementen otros servicios. “Nos limitan las condiciones económicas. Hay muchas carencias y tenemos que abocarnos a lo que tenemos, porque las familias no tienen las condiciones para comprar”, lamenta.

Cree que Santa Cruz se merece un centro integral. “Es un sueño que se construya un hospital especializado en estos casos, donde se cuenten con las condiciones de hasta medicar como corresponde, porque también se atiende a adolescentes con anorexia o bulimia”, señala.

El tema de personal, como en todos los centros hospitalarios, es un problema pendiente de resolver. Ella cuenta con medio ítem y sus colegas son de contrato y viven con el temor de que el próximo año no los contraten.

Lo que hacemos es una educación nutricional y hacemos un seguimiento.

Este centro es un ejemplo de cómo en medio de las limitaciones es posible dar atención con calidez y calidad a la población.

“Santa Cruz necesita hospitales oncológicos en distintos distritos de nuestra ciudad, por lo menos centros especializados, porque hay muchos pacientes. También se necesita un centro de trasplante”, dice Verónica Medina, de Gotita Roja, organización que ayuda a los pacientes con cáncer.

Enseña con el testimonio

Ignacia Bulacia es conocida como la dama del tipoy en Concepción, pues ella viste esta prenda todo el tiempo, porque quiere que las nuevas generaciones conozcan este traje típico.

Tiene tipoy de varios colores, porque los usa hasta en situaciones especiales y cuando hace frío.

El responsable de Cultura del Gobierno Municipal, Ariel Villavicencio comenta que Doña Nachita solo viste el tipoy. “Es su ropa de diario”, resalta.

Además, en su casa expone utensilios típicos que eran usados en la región oriental. Ella siempre ha sido inquieta, lo que la llevó también a ocupar cargos en la dirigencia cívica y del Gobierno Municipal.



Ignacia Bulacia es conocida como la dama del tipoy en Concepción /Foto: Jorge Huanca



Paola Chuvé, maestra de aula y facilitadora del programa de Posalfabetización, también es un ejemplo de vocación y dedicación. Imparte clases a personas de la comunidad guaraní en Fernández Alonso, brindándoles la oportunidad de adquirir nuevos conocimientos. Según Chuvé, el programa se enfoca en enseñar habilidades básicas como la lectura, escritura y aritmética.

Pascualina Mendoza Mariano, de 64 años, es una de sus alumnas, y no oculta su orgullo por lo que ha aprendido. Como tejedora, necesita saber sumar para vender sus productos y agradece profundamente a Chuvé por la oportunidad de mejorar su vida a través del aprendizaje.

Desde las aulas también se hace ciencia. Los hermanos Javier y Eliseo Mamani, Luis Alberto Céspedes y Leonardo Pinto, estudiantes de Mecánica Industrial del Instituto Tecnológico Santa Cruz, crearon una cocina a hidrógeno y una máquina para soldar que también se alimenta de este elemento químico. Por más de un año han hecho todas las pruebas necesarias y están aptos para las demostraciones y estar en exposición.

“El proyecto consiste en desarrollar una pequeña estación generadora de hidrógeno, como fuente de energía verde. Mediante la electrólisis (separación de los elementos de un compuesto por medio de electricidad) del agua, la estación producirá hidrógeno (una mezcla de hidrógeno y oxígeno en estado gaseoso) que se utilizará como combustible alternativo para diversas aplicaciones y así dejar la dependencia de energías convencionales como la gasolina, diésel y gas natural”, resume el docente, Henry Chuquimia.

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