Las flores adquieren un nuevo significado en las manos de estas guerreras de la vida. Son dos madres, privadas de su libertad, pero no de su voluntad de luchar, encuentran en la creación de estas delicadas obras de arte un camino hacia la autosuficiencia para el sustento de sus hijos.

En medio de su encierro, ambas quisieron rendirle homenaje a todas las madres y decidieron ponerse a trabajar, con hilos y cintas de colores, en la confección de rosas, tulipanes y girasoles. Sus historias son testimonios del poder del amor y la creatividad.

‘Rosas eternas’que jamás se marchitan

Una de las internas del Centro de Readaptación Productiva (Cerprom) de Montero hizo rosas que causaron furor en la Exponorte 2024. “Me gustan las rosas porque representan la naturaleza y tienen un significado muy especial”, compartió la interna de 30 años. “¿Qué mejor que una rosa hecha con cinta? Son como ‘rosas eternas’, que pueden acompañarnos todo el tiempo sin marchitarse”, apuntó.

Un ramo de flores amarillas con una corona para la reina del hogar / Foto: Ricardo Montero

Hace cuatro años llegó a Cerprom y gracias a un curso de manualidades dictado por una profesora, que hasta hace un par de años trabajaba en el panóptico con las mujeres, aprendió a hacer rosas con cintas. “Puse todo mi empeño en aprender y perfeccionar esta técnica para poder mostrarles a mis hijos algo hecho con mis propias manos”, agregó la joven madre. “Lo logré, y así surgió esta pasión por las rosas”.

Las rosas son elaboradas con cintas de colores y palitos brochette como base, los ramos están envueltos en papel coreano de diferentes diseños. Preparar los ramos para la Exponorte 2024 requirió un mes de trabajo, utilizó materiales donados. Hizo de diferentes tamaños y presentaciones, con opciones que incluyen girasoles; fueron vendidos desde Bs 50 hasta Bs 120. También usó como base de sus arreglos, cajas de cartón de diversos tamaños y de forma de corazón.

Un clásico, ramo de rosas rojas, para mamá como para los enamorados / Foto: Ricardo Montero

El dinero recaudado es para enviar a sus tres hijos de 10, ocho y cinco años respectivamente; que actualmente viven con su abuela. Con tristeza y resignación confesó que poco ve a los menores porque es difícil que una persona de la tercera edad pueda desplazarse sola con ellos hasta Cerprom (distante a 20 minutos de Montero) y porque ha preferido ocultarles su encierro. Mantiene la esperanza de que en cualquier momento quedará en libertad y podrá cumplir la promesa de llevarlos al zoológico.

Actualmente se encuentra con detención preventiva. “Mi situación legal no avanza debido a la falta de recursos, pero sigo luchando y trabajando duro para poder estar con mis hijos nuevamente”, concluyó la interna.

Una madre nunca se olvida de sus hijos

Detrás de ramos de flores tejidas por ella misma, guarda su identidad y se anima a contar todo lo que ha vivido desde que llegó al penal de Palmasola hace seis años y medio. 

Recuerda la fecha de su ingreso, 1 de diciembre de 2017. En aquel momento, de sus cinco hijos, sólo uno era mayor de edad, y de los cuatro restantes, la menor de tres años pudo quedarse con ella hasta que cumplió los seis años. Desde entonces ha enfrentado numerosos desafíos mientras lucha por mantener el vínculo con su familia y reconstruir su vida.

Para el Día de la Madre, ramos de tulipanes y otras flores hechos por una interna desde su encierro en el PC-2 / Foto: Jorge Gutiérrez

“Ha sido muy doloroso no poder estar con ellos. Estuvieron en un hogar, ahora están con mi madre, mi hermano es su tutor legal”, dice esta mamá privada de libertad recluida en el PC-2. Antes de su encarcelamiento ella se ganaba la vida vendiendo empanadas y dulces en su casa. Al ver los cursos disponibles en el penal, decidió tomar la iniciativa y aprender nuevas habilidades para sobrevivir. “Siempre he sido una persona que siempre ha salido adelante”, afirmó.

Su ingreso al penal de Palmasola no estuvo exento de dificultades. Al principio tuvo que barrer y recoger botellas para poder ganar algo de dinero. Gracias a la venta de los productos que elabora con sus propias manos en hilo y cuero, ha podido autosustentarse, proveerse de materiales para seguir trabajando y ayudar a sus hijos.

En el taller de costura del PC-2 de Palmasola, las internas confeccionan buzos para el invierno / Foto: Jorge Gutiérrez

Una interna del taller costura del PC-2 muestra un cojín hecho por ella / Jorge Gutiérrez

A pesar de las adversidades, su amor por sus hijos ha sido su principal motor para seguir adelante. “Una madre nunca se olvida de sus hijos”, sostuvo con determinación. “Cuando les muestro las cosas que aprendí a hacer acá, se quedan asombrados y se sienten orgullosos de mí”, confesó con una sonrisa en el rostro.

A pesar de las limitaciones impuestas por su encarcelamiento, esta madre muestra una fortaleza inquebrantable. “Siempre incentivo a mis compañeras a que luchen. El trabajo es una terapia que nos ayuda. Pese a que estamos encerradas, podemos seguir adelante”, manifestó.

Actualmente, vende artesanías dentro del Penal de Palmasola y asiste a cursos de bisutería y liderazgo. Sueña con tener su propio emprendimiento una vez recupere su libertad.

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